El tema de la muerte ha sido abordado por distintos marcos teóricos, explicativos e interpretativos, desde los inicios de la arqueología, que en gran parte quedan englobados genéricamente dentro de las corrientes procesuales y posprocesuales, respectivamente (Dillehay Reference Dillehay1995; Hodder Reference Hodder2014; Parker Pearson Reference Parker Pearson2002; Rodríguez-Corral y Ferrer Albelda Reference Rodríguez-Corral and Albelda2018). En la primera destacan los planteamientos sistémicos y funcionalistas de la arqueología de la muerte, centrada en el estudio de la organización social a través del análisis de los contextos funerarios (tumbas, muertos y objetos que los acompañan), los cuales asumen que la complejidad en la estructura social se refleja directamente en las prácticas mortuorias (Bartel Reference Bartel1982; Cortés Reference Cortés2011). Su desarrollo generó criterios para dar cuenta de las correlaciones entre la riqueza, la complejidad, la jerarquización social y la tipificación formal de los contextos funerarios (Binford Reference Binford1971; Chapman et al. Reference Chapman, Kinnes and Randsborg1981; O'Shea Reference O'Shea1984). En contrapunto, las propuestas posprocesuales integran las prácticas funerarias dentro del contexto de los ámbitos de la vida, planteando que son producto de estrategias particulares que pueden tender a idealizar, invertir o enmascarar las relaciones sociales vigentes (Carr Reference Carr1995; Hodder Reference Hodder, Rahtz, Dickinson and Watts1980; Parker Pearson Reference Parker Pearson2002). Recurrieron a la analogía etnográfica y antropológica para cuestionar la validez de las generalizaciones transculturales y señalaron los peligros de considerar las prácticas mortuorias como un reflejo de la estructura social. Desde los primeros trabajos de Hodder (Reference Hodder, Miller and Tilley1984), se propuso realizar una lectura en clave simbólica de las prácticas mortuorias que contemple sus contextos culturales, en clara contraposición con la lectura funcionalista. Uno de los aspectos más significativos radica en que las corrientes neopositivistas no explican “por qué ciertos objetos son reiteradamente elegidos como elementos constitutivos de la tumba, la disposición especifica que adoptan, o por qué otros elementos de la cultura material son considerados inapropiados para este propósito” (Shanks y Tilley Reference Shanks, Tilley and Hodder1982:152).
Esta bipolaridad teórica es atravesada por el concepto de dispositivo (Foucault Reference Foucault2000), que considera tanto los aspectos materiales como las teorías de la acción/práctica (Bourdieu Reference Bourdieu1977; Giddens Reference Giddens1979). La agencia no es sólo un fenómeno social, sino que está constituida por las condiciones materiales de la acción, ya que se propone una relación dialéctica entre la estructura, que permite y canaliza la acción, y la propia acción, que, a su vez, crea esas estructuras (Dobres y Robb Reference Dobres, Robb, Dobres and Robbs2000). A través de la articulación entre dispositivos objetivos y subjetivos, el significado de la muerte surge de la construcción social de la realidad donde los grupos compiten para privilegiar sus intereses e imponer sus sistemas simbólicos (Bourdieu Reference Bourdieu1988).
Este recorrido sobre el concepto de la muerte no se agota en los lineamientos planteados. Sin embargo, este trabajo no pretende ser teórico, sino conocer la relación existente entre los lenguajes visuales expresados en las piezas cerámicas que contienen o acompañan a los muertos, sus estados de salud al momento del deceso y las ofrendas alimentarias asociadas. Consideramos que las prácticas mortuorias no pueden segregarse del contexto social en que ocurren y están ineludiblemente ligadas a las prácticas que esa comunidad desarrolla en los ámbitos cotidianos. Las formas que adopte el ritual, la disposición de los restos y las distintas clases de elementos depositados con el difunto son resultado de una elección concreta que realiza la comunidad en la que entran en juego las concepciones y creencias que tiene respecto de la muerte y la continuidad de la vida. La forma en que los muertos son dispuestos y su asociación con diversos objetos y materiales permiten aproximarnos a la forma en que los vivos concibieron y “crearon” socialmente a los muertos a partir de formas prescritas culturalmente (Cortés Reference Cortés2011). En una sociedad en la cual la influencia de los muertos en la vida cotidiana es contundente, llevar adelante los rituales de entierro de manera adecuada, combinando los elementos culturalmente establecidos, permite garantizar que su influencia sea positiva (Sillar Reference Sillar2009). En pocas palabras, los entierros no sólo expresan al mundo de los muertos, sino también al de los vivos.
En este trabajo focalizamos el análisis en las relaciones existentes entre las imágenes, la salud y los alimentos expresados y/o contenidos en una modalidad de entierro particular de infantes inhumados dentro de ollas. Esta modalidad tuvo amplia dispersión en el Noroeste argentino (NOA) en las sociedades del primer y segundo milenio de la era Cristiana o moderna. En este trabajo nos concentraremos en el periodo que abarca los siglos doce a quince de dicha era (Baldini y Baffi Reference Baldini and Baffi2003; Balesta et al. Reference Balesta, Zagorodny and Wynveldt2011; Marchegiani Reference Marchegiani, Tarragó and González2008; Nastri Reference Nastri2008; Ratto et al. Reference Ratto, Aranda and Luna2016, entre otros). Los casos analizados provienen del valle mesotérmico de la región de Fiambalá (Catamarca) y tienen una cronología de entre 1000 y 1400 de la era moderna, aproximadamente.
En resumen, articulamos distintas dimensiones expresivas de la muerte: las imágenes desplegadas en la cerámica y los alimentos elegidos para acompañarlos, todo lo cual relacionamos con las características biológicas de los individuos, focalizando en el estado de salud a lo largo de sus vidas. Asumimos que en estos entierros queda expresado el mundo de los vivos en un espacio y tiempo específicos, ya que manifiestan las ideas, los valores, la cosmovisión y los conceptos sociales que los adultos recibieron y transmitieron de generación en generación. Por lo tanto, la articulación entre los lenguajes visuales, a modo de códigos compartidos, el estado de salud y los alimentos ofrendados, aportan, en forma integrada, a delinear un perfil socioambiental de las poblaciones que habitaron el oeste tinogasteño antes y durante la conquista incaica.
Los contextos mortuorios: Materiales y métodos
Los entierros en urna de la región de Fiambalá
Los entierros analizados son producto de intervenciones realizadas en el marco de estudios de impacto, de rescates arqueológicos realizados por la Dirección de Antropología de la provincia de Catamarca (DGA) y de relevamientos de colecciones arqueológicas en poder de pobladores locales, a los que hemos denominado Bebé de La Troya (BLT), Bebé de Anillaco (BAn), Bebé del Cauce (BC), Bebé de Los Olivares (BLO) y entierros Colección Pereira (CP-I, II, III y IV; Figura 1). Presentan asociaciones diferentes entre los tres tipos de evidencias analizadas: (i) imágenes representadas (contenedor, tapa de urna y/o piezas que acompañan al difunto, que en forma general denominamos ajuar, (ii) restos esqueletales y (iii) macrorrestos vegetales depositados a modo de ofrendas alimentarias. Esto es resultado, en algunos casos, de decisiones de la propia comunidad, y en otros, de los diferentes contextos de descubrimiento e intervención que hacen que estos entierros tengan una integridad diferencial.
Características regionales de los entierros en urna
A continuación, presentamos las características de los entierros en urna analizados en la relación lenguaje visual-salud-alimentos. Algunos cuentan con análisis bioarqueológicos, arqueobotánicos y/o visuales reportados en publicaciones previas (Ratto et al. Reference Ratto, Lema and López2014, Reference Ratto, Aranda and Luna2016, Reference Ratto, Luna, Aranda, Miyano, Lantos, Takigami, Yoneda, Matsuzaki, Tokanai and Gil2020), mientras que los restantes (BAn, CP-III y CP-IV; Tabla 1) son reportados por primera vez en este trabajo.
Notas: C = contenedor, T = tapa de urna, A = ajuar.
El Bebé de La Troya (BLT) proviene del área homónima (1.350 m snm) y obedece a un estudio de impacto (Ratto Reference Ratto2010). Es un entierro en urna Sanagasta con tapa del siglo quince, asociado a un abundante ajuar compuesto por cuatro piezas del estilo Belén, cestería, collar de valvas y cantidad de macrorrestos vegetales (Ratto et al. Reference Ratto, Feely and Basile2007). Los estudios arqueobotánicos permitieron identificar: (1) cantidad de semillas de cucurbitáceas, mayormente Cucurbita maxima subsp. maxima, que no presentaron marcas vinculadas al consumo por tostado o hervido, junto con otros macrorrestos diversos y, (2) restos de endocarpo de Prosopis sp. con baja frecuencia de evidencia de procesamiento, por ejemplo, fracturas, fisuras y/o pátinas (Ratto et al. Reference Ratto, Lema and López2014). Se trata de un individuo masculino de entre uno y dos años, con numerosos indicadores patológicos, principalmente hiperostosis porótica y cribra orbitalia muy intensas y activas, numerosas líneas de Harris en metáfisis de cúbitos, radios, tibias y peronés, y planos de hipoplasias de esmalte en ambos caninos inferiores. Este conjunto de indicadores permite inferir situaciones intensas y recurrentes de estrés metabólico durante toda la vida del individuo (Ratto et al. Reference Ratto, Aranda and Luna2016). Dado que se encontraba en plena etapa de lactancia, los valores isotópicos dan cuenta de la dieta de su madre, mixta y balanceada, con una adecuada ingesta proteica (Ratto et al. Reference Ratto, Luna, Aranda, Miyano, Lantos, Takigami, Yoneda, Matsuzaki, Tokanai and Gil2020; Tabla 1).
El Bebé de Anillaco (BAn) es un individuo recuperado de un rescate arqueológico realizado por personal de la DGA en la geoforma de barreal en el área de La Troya, próximo a la localidad de Anillaco, durante 2016. El contenedor es una olla no decorada. Junto con los restos de un subadulto, se recuperó una pieza Belén que contenía abundantes semillas de C. maxima subsp. maxima. Este entierro se ubica temporalmente entre los siglos doce y trece de la era moderna (LP-3649, 860 ± 50 años AP, semillas, δ13C = −24 ± 2‰, curva SHcal20, 2σ, AD 1149–1288, 0,9667). Dado que el análisis de este individuo se realiza por primera vez, los datos bioarqueológicos serán presentados en la sección de resultados.
El entierro Colección Pereira I (CP-I) fue recuperado por un poblador local (Osvaldo Pereira) en la base de la Loma de Los Antiguos y reconstruido en base al registro de su memoria oral. El contenedor es una olla inflexionada de base cónica, tratamiento alisado y cocción oxidante. El registro de hollín en la superficie externa cercana a la base indica que la pieza fue utilizada en un contexto doméstico para luego conformar con otro funerario. Dentro de ella, junto con los restos esqueletales incompletos de un individuo subadulto (véase la sección de resultados) se hallaron dos pucos simples estilo Famabalasto Negro Grabado (FNG) y Belén, respectivamente. Este entierro se ubica temporalmente entre los siglos trece y catorce de la era moderna (Basile y Ratto Reference Basile and Ratto2016).
El entierro Colección Pereira II (CP-II) es una inhumación en urna, también reconstruida en base a la memoria de Pereira, que proviene de la base de la Loma de Los Antiguos. El contenedor es una olla inflexionada de base cónica, tratamiento alisado y cocción oxidante que, al igual que el caso de CP-I, presenta restos de hollín en la superficie externa y cerca de la base. En su interior se recuperaron dos piezas cerámicas, una vasija cerrada compuesta estilo Belén y un puco simple restringido no decorado, en cuyo interior se hallaba sedimento y una bolsa tejida atada con un cordel trenzado en mal estado de preservación. Los restos humanos fueron dejados por Pereira en el lugar del hallazgo. El fechado ubica este entierro a mediados del siglo quince de la era moderna (Basile y Ratto Reference Basile and Ratto2016; Tabla 1).
El entierro Colección Pereira III (CP-III) proviene de la Loma Los Antiguos, en el ejido de Saujil, y fue excavado por Pereira cerca del entierro CP-I. El contenedor es una olla inflexionada con restos de hollín en superficie externa. Dentro se halló una pieza cerrada compuesta estilo Belén, junto con restos humanos, de los que sólo pudo analizarse el cráneo ya que los huesos restantes fueron dejados en el lugar del hallazgo (Tabla 1). La información bioarqueológica se presenta en la sección de resultados.
El entierro Colección Pereira IV (CP-IV) fue excavado por Pereira a la entrada del ejido de Saujil durante la construcción de una vivienda. El contenedor es, también en este caso, una olla inflexionada con restos de hollín en superficie externa y un puco tapa estilo Sanagasta. En el interior se recuperó un puco simple estilo Belén. Según la información provista por Pereira, los restos humanos fueron dejados en el lugar de excavación (Tabla 1).
El Bebé del Cauce (BC) fue intervenido en el marco de un estudio de impacto realizado en los barreales del Río La Troya, en cota de 1.400 m snm (Ratto et al. Reference Ratto, Aranda and Luna2016). Se recuperó el esqueleto, prácticamente completo y en buen estado de preservación, de un individuo femenino de entre 6 y 12 meses de edad, sin lesiones patológicas. Al igual que en el caso del BLT, es un individuo lactante, de manera que la dieta inferida corresponde a la madre e indica ingestas relativamente altas de proteínas provenientes de plantas C4 (Ratto et al. Reference Ratto, Luna, Aranda, Miyano, Lantos, Takigami, Yoneda, Matsuzaki, Tokanai and Gil2020). Las condiciones de hallazgo (urna en superficie dentro de cauce inactivo) no fueron adecuadas para la recuperación de restos vegetales dentro del contenedor. Este individuo se ubica temporalmente en el siglo quince de la era moderna (Tabla 1).
El Bebé de Los Olivares (BLO) también es producto del mismo estudio de impacto realizado en los barreales del Río La Troya, en cota de 1.400 m snm (Ratto et al. Reference Ratto, Aranda and Luna2016). Se recuperó un esqueleto casi completo y bien preservado correspondiente a un individuo probablemente masculino de entre dos y tres años, sin patologías evidentes. El fechado lo ubica entre fines del siglo catorce y principios del quince de la era moderna (Tabla 1). Este caso funciona como espejo de ciertos contextos de CP en los que tuvimos acceso a los conjuntos cerámicos, pero no a los restos humanos, dejados en el lugar por Pereira. Aquí sólo rescatamos los restos esqueletales que se encontraban parcialmente expuestos y es altamente factible que el conjunto cerámico asociado fuera sustraído. Esta situación ocurrió también en otras regiones; por ejemplo, la Colección Muñiz Barreto, proveniente del valle de Belén, está compuesta por cientos de piezas cerámicas de contextos funerarios, pero los restos humanos tampoco están disponibles para análisis directo (Ratto et al. Reference Ratto, Aranda and Luna2016).
Metodología: Lenguajes visuales, salud y alimentos
La construcción de los lenguajes visuales
En las superficies de las piezas cerámicas que contienen o acompañan los entierros se despliegan distintos lenguajes visuales, sistemas no verbales de registro y comunicación gráfica que condensan sentidos y memorias y juegan un rol activo en la conformación e identificación de las comunidades que los crean y utilizan (González Reference González Carvajal2013; Troncoso Reference Troncoso2005, entre otros). Se caracterizan por presentar repertorios temáticos (tipos de motivos o imágenes), composiciones y formas de resolución particulares y distintivas ligadas a las dinámicas sociales de los tiempos y lugares específicos en que circulaban (Basile Reference Basile2013). La metodología para la definición de los lenguajes visuales requiere trabajar a distintos niveles sucesivos y complementarios (Basile Reference Basile2013; Basile y Ratto Reference Basile and Ratto2011). El primero de ellos enfoca el soporte expresivo y contempla (1) la forma de la pieza, (2) el tamaño (área lateral externa y área interna accesible), (3) la cantidad de campos decorativos en que este espacio se segmenta y (4) la orientación de esa segmentación (sentido horizontal, vertical o mixta). El segundo focaliza en las imágenes desplegadas, se delinean los repertorios temáticos, identificando y clasificando los tipos de imágenes registradas en función de sus referentes figurativos o no figurativos (Tabla Suplementaria 1), para luego abordar los recursos visuales utilizados para su realización, contemplando: (1) la combinación de elementos mínimos denominados unidades morfológicas, (2) la forma en que estas unidades se articulan para configurar las imágenes, (3) el contenido, (4) las técnicas de ejecución y (5) el tamaño. La integración de estas variables permitió definir, para la región de Fiambalá, seis grupos de soportes (GSp) y 10 grupos de recursos visuales (GRV; Basile Reference Basile2013). Esta metodología es la implementada en los conjuntos cerámicos de los entierros bajo análisis.
El análisis de los restos humanos
Las investigaciones bioarqueológicas consideraron los datos previamente publicados para BLT, BC y BLO (Ratto et al. Reference Ratto, Aranda and Luna2016, Reference Ratto, Luna, Aranda, Miyano, Lantos, Takigami, Yoneda, Matsuzaki, Tokanai and Gil2020), los cuales fueron analizados en conjunto con información generada para la presente investigación. Los procedimientos metodológicos utilizados para el análisis de BAn, CP-I y CP-III tuvieron como objetivo inferir el sexo y la edad de muerte de cada individuo, así como identificar indicadores patológicos en el esqueleto y la dentición. Para la estimación del sexo se relevaron múltiples variables de la mandíbula y los iliones (Fazekas y Kósa Reference Fazekas and Kósa1978; Loth y Henneberg Reference Loth and Henneberg2001; Luna et al. Reference Luna, Aranda and Santos2017; Molleson et al. Reference Molleson, Cruse and Mays1998; Monge Calleja et al. Reference Calleja, Álvaro, Aranda, Santos and Luna2020; Schutkowski Reference Schutkowski1993). Dado que en estudios previos no había sido posible estimar el sexo de BLO, en esta oportunidad se realizó un nuevo análisis, considerando procedimientos metodológicos recientemente publicados (Luna et al. Reference Luna, Aranda and Santos2017; Monge Calleja et al. Reference Calleja, Álvaro, Aranda, Santos and Luna2020), lo que permitió obtener información relevante. Para estimar la edad se consideró el proceso de formación y calcificación dental (Alqahtani et al. Reference Alqahtani, Héctor and Liversidge2010; Ubelaker Reference Ubelaker1978) y las medidas de las longitudes máximas de los huesos largos (Scheuer y Black Reference Scheuer and Black2004). A su vez, dado que el proceso de desarrollo dental se encuentra mucho más pautado por condicionamientos genéticos que el crecimiento esqueletal (Hillson Reference Hillson, Katzemberg and Saunders2000; Luna Reference Luna2015), las estimaciones de edad obtenidas del relevamiento de ambos procedimientos fueron comparadas para identificar el desarrollo de procesos de estrés que puedan haber enlentecido el crecimiento esqueletal normal (Cardoso Reference Cardoso2007; García-Mancuso Reference García-Mancuso2014). Esta comparación se realizó para todos los individuos incluidos en el análisis. Por último, los elementos recuperados fueron relevados para identificar la presencia de indicadores de estrés metabólico (e.g., hipoplasias de esmalte [Guatelli Steinberg Reference Guatelli Steinberg, Irish and Scott2016; Hillson Reference Hillson, Katzemberg and Saunders2000], hiperostosis porótica, cribra orbitalia, femoralis y humeralis [Stuart-Macadam Reference Stuart-Macadam, Ortner and Aufderheide1991; Walker et al. Reference Walker, Bathurst, Richman, Gjerdrum and Andrushko2009] y reacciones subperiósticas [Marques et al. Reference Marques, Matos, Meinzer, Steckel, Larsen, Roberts and Baten2018; Weston Reference Weston and Grauer2012]), los cuales también contribuyen a realizar inferencias sobre el estado de salud.
El análisis de macro- y microrrestos vegetales
Los entierros con macrorrestos vegetales fueron minoritarios dentro de la muestra analizada, comprendiendo sólo a los individuos BLT (Ratto et al. Reference Ratto, Lema and López2014), BAn y CP-II; en este trabajo se reportan los dos últimos y se utilizan los resultados del primero en la discusión, ya que sus metodologías de análisis fueron similares. Los macrorrestos vegetales que acompañaban a BAn, contenidos dentro de una tinaja Belén, consistieron en carbones de madera, semillas secas y tostadas. El análisis de los carbones se realizó practicando cortes en los tres planos de observación de la madera. Para su observación en microscopio óptico (MO), se relevaron los rasgos cualitativos que fueron comparados con una colección de referencia de maderas del NOA (Andreoni et al. Reference Andreoni, Marconetto, Mors and Ratto2018). Los conjuntos de semillas fueron analizados a ojo desnudo y en microscopio estereoscópico (ME). Para la determinación de las semillas de Cucurbita sp., se siguió la propuesta de Lema y colaboradores (Reference Lema, Capparelli and Pochettino2008).
En CP-II se recuperó una bolsa tejida, atada con un cordel, del interior del puco simple sin decoración que acompañaba al entierro. Se separaron los fragmentos mayores de textiles y se tamizó el sedimento en un tamiz de 420 μm. Se diferenciaron tres tipos de muestras: (1) el textil de la bolsa y el cordel; (2) los macrorrestos recuperados en el sedimento (tallos, fragmento de hoja, estructuras florales de Poáceas, insectos y crisálidas vacías) y (3) los sedimentos que fueron tratados para el análisis de microrrestos.
De la bolsa tejida se relevaron los atributos técnicos y decorativos y se tomaron muestras de hilos de trama y urdimbre que fueron observados en MO. Para establecer la afinidad taxonómica se consideró la relación entre la médula y la pared de las fibras, así como la presencia o ausencia de escamas (Zoccola Reference Zoccola2014). Los estudios de macrorrestos incluyeron tanto la observación en ME como la realización de cortes histológicos para su observación en MO.
Para la recuperación de múltiples microrrestos se siguió un protocolo estándar (Coil et al. Reference Coil, Korstanje, Archer and Hastorf2003). La submuestra de sedimento se trató con detergente no iónico (5%) y se pasó por tres tamices (250 μm, 88 μm y 53 μm). Se obtuvieron cuatro fracciones sedimentarias: (1) mayor a 250 μm, escaneada bajo lupa por contener clastos y remanentes de textil, (2) fracción gruesa mayor a 88 μm, (3) fracción intermedia mayor a 53 μm y (4) fracción fina menor a 53 μm. Las últimas tres fueron montadas en aceite de inmersión para su observación en MO a 500X de aumento. Se registraron distintos tipos de microrrestos (e.g., almidón, fitolitos, restos de tejidos, polen); los almidones fueron medidos y descriptos siguiendo la propuesta de Pagán (Reference Pagán Jiménez2015). Para su identificación, los microrrestos se compararon con una colección de referencias del área de estudio y con distintas fuentes bibliográficas (Giovannetti et al. Reference Giovannetti, Lema, Bartoli and Capparelli2008; Metcalfe Reference Metcalfe1960, entre otros).
Resultados: El aporte de cada línea de evidencia
Los lenguajes visuales desplegados en los conjuntos cerámicos
Los resultados de los análisis visuales se presentan siguiendo la estructura de niveles propuesta en la metodología. En términos generales, todas las piezas cerámicas de los entierros analizados responden a las características de los lenguajes visuales definidos para momentos tardíos de la región (Basile Reference Basile2013), tanto respecto de los tipos de soportes como de los repertorios temáticos y los recursos visuales empleados en su resolución.
Desde el punto de vista de los espacios plásticos (Tabla Suplementaria 2), observamos que:
• En el caso de los contenedores, las piezas cerradas inflexionadas de los entierros del BC (Figura 2) y BLT (Figura 3) guardan las mismas características, integrándose en el mismo grupo soporte (#5); presentan muy grandes dimensiones, un único campo decorativo externo (CD) y lectura continua. Los que provienen de Anillaco (BAn; Figura 2) y Saujil (CP-I, II, III y IV; Figuras 4 y 5) también son tinajas cerradas, inflexionadas y de muy grandes dimensiones, pero de base cóncava, sin decoración y con restos de hollín en su superficie externa.
• Sólo los entierros de BLT y CP-IV tienen pucos que cierran, a modo de tapa, los contextos. Ambos comparten un mismo GSp (#6) y presentan dimensiones muy grandes, formas abiertas simples, un CD externo y otro interno de lectura continua sin segmentación.
• Las piezas del ajuar tienden a presentar tamaños pequeños; incluso las de BAn, CP-II y CP-III son, hasta el momento, las más pequeñas de la región. Las piezas cerradas compuestas se ubican en el GSp3, mientras que las abiertas simples se integran en el GSp1, y si bien difieren respecto de la cantidad de CD externos e internos de ambos tipos de piezas, todas presentan lectura continua y segmentación horizontal.
Los resultados del análisis de las imágenes desplegadas en estos soportes presentan las siguientes particularidades (Tabla 2 y Tabla Suplementaria 1):
• Los trazos lineales en sus diversas variedades (reticulados, curvilíneos y rectilíneos agrupados o simples) son los más frecuentes y se registran en las bases y cuerpos de todas las piezas, seguidos por las figuras escalonadas (escalonados, triángulos, rectangulares y rombos sucesivos) y circulares (semicírculos tangentes o ganchos curvilíneos). Las figurativas son las menos frecuentes y se concentran en los contextos de CP-IV y BLT, aunque involucrando imágenes diferentes. La técnica utilizada con mayor frecuencia es la pintura negra sobre el baño rojo (10R5/6; 2.5YR5/6; Munsell Color 1994) que cubre la totalidad de las piezas y genera diferencias de valor y de contraste entre figura y fondo; sólo en algunos casos se suman incisiones, escisiones y modelados.
• Las piezas que conforman estos entierros suelen registrar combinaciones de no más de dos o tres grupos de recursos visuales a nivel de contexto. El único caso que se distingue del resto es BLT, en el que se registran ocho de los 10 GRV definidos para la región (Basile Reference Basile2013).
Se hizo una prueba de chi cuadrado (χ2) para conocer si existen diferencias estadísticamente significativas entre las imágenes desplegadas en las piezas que acompañan o contienen cada entierro, incluyendo en el análisis las no decoradas (Tabla 2). Para ello, relacionamos las características de los grupos de soporte en que se integra cada pieza y de los grupos de recursos visuales empleados en la resolución de estas imágenes (Tablas Suplementarias 3 y 4). El resultado tiene significación estadística e indica que hay imágenes similares que se reproducen en distintos soportes, algunas mediante el uso consistente de iguales recursos visuales, como los trazos lineales siempre resueltos con el GRV5, mientras que otras presentan mayor variabilidad. Al respecto, el conjunto formado por las figuras de triángulos, escalonadas y rectangulares, fueron ejecutadas con diversos recursos visuales, por ejemplo, el GRV8 ó 9 para las piezas abiertas del GSp1 y el GRV10 para las piezas cerradas del GSp3. En cambio, en CP-I este conjunto de figuras se resuelve con los GRV5 y 7 para el tipo de soporte GSp1, con la particularidad que no se ha registrado en los otros casos. O sea, que las piezas de CP-I también muestran figuras geométricas, pero se resuelven de formas diferentes a piezas que acompañan otros entierros. Esto resulta interesante ya que este contexto integra una pieza estilo FNG, posiblemente llegada a esta región ya manufacturada, y otra de estilo Belén que toma prestada una intención visual típica de aquella, como es el rellenado de los surcos con yeso (Basile y Ratto Reference Basile and Ratto2016). Asimismo, observamos que algunas clases de imágenes se muestran o se ocultan en función de su despliegue en el interior de las tapas de los contenedores o en piezas que se encontraban dentro de los mismos (Tabla Suplementaria 3). Retomaremos este aspecto en la discusión.
Notas: A = trazos lineales (curvilíneos, rectilíneos), B = figuras escalonadas (triángulos, escalonados, rectangulares), C = figuras circulares (ganchos, semicírculos), D = animales felinizados (camélidos), E = figuras de otros animales (ofidios, lechuzas, quirquinchos), N = cantidad.
Sexo, edad y salud de los individuos
La aplicación de la metodología descripta permitió inferir la presencia de tres individuos masculinos, tres femeninos y dos indeterminados; todos corresponden a lactantes excepto CP-III. Asimismo, cuatro (BLT, BAn, CP-I y BC) evidencian un retraso en el desarrollo esqueletal respecto de la edad estimada por la calcificación dental, y dos (BLT y BAn) presentan diversos indicadores de estrés metabólico (Tabla 3). Se recuerda que de CP-II y CP-IV no contamos con restos esqueletales (Tabla 1).
Notas: M = masculino, F = femenino, IN = indeterminado, P = presente, A = ausente, cII = canino deciduo inferior izquierdo, cID = canino deciduo inferior derecho, Hip. porot. = Hiperostosis porótica.
Alimentos
Entre los macrorrestos recuperados dentro de la tinaja Belén que acompañaba a BAn, se identificaron carbones del género Prosopis, semillas de secas de Geoffroea decorticans y tostadas del género Cucurbita (Figura 6 y Tabla Suplementaria 5). Se realizó un submuestreo de estas últimas y se observó su cubierta seminal en MO, identificándose como C. maxima por sus rasgos anatómicos (Lema et al. Reference Lema, Capparelli and Pochettino2008). Los resultados de las mediciones coinciden parcialmente con los rangos de las semillas de referencia, secas o carbonizadas (Lema et al. Reference Lema, Capparelli and Pochettino2008), y las diferencias se atribuyen a que las muestras de BAn están infladas debido al tostado. Sin embargo, las mediciones permiten designarlas como a C. maxima subsp. maxima aff. cv. criollo (Tabla Suplementaria 5).
En los restos vegetales contenidos dentro de la bolsa textil recuperada en el puco de CP-II (Tabla Suplementaria 5) se diferenciaron tres unidades para su análisis: (1) la bolsa tejida y el cordel que la cerraba (Figura 7, A/G), (2) un conjunto de macrorrestos vegetales (Figura 7, H/N) y (3) microrrestos recuperados del sedimento contenido en la bolsa (Figura 7, Ñ/V).
De la bolsa se registraron los atributos técnicos y decorativos (Arnold y Espejo Reference Arnold and Espejo2013). Se distinguen tres colores: marrón o beige, negro y rojo (Figura 7, A). Se identificaron orificios, aparentemente alineados, con pequeños tallos y un fragmento de hoja envainada de Poaceae insertos en los mismos (Figura 7, B/C); ambos tipos de estructuras se recuperaron también en el sedimento. Por su parte, el cordel es una trenza de color negro (Figura 7, E); ambas piezas fueron confeccionadas con fibras de camélido (Figura 7, D-F/G). En cuanto a los macrorrestos, se diferenciaron tallos indeterminables (Figura 7, H) y restos de inflorescencias de Poaceae (Figura 7, I) que probablemente se correspondan al género Deyeuxia según fuentes bibliográficas (Metcalfe Reference Metcalfe1960; Rúgolo de Agrasar Reference Rúgolo de Agrasar2006). También se hallaron insectos, pupas y opérculos de crisálidas indeterminados (Figura 7, J/K), y un fragmento de hoja coriácea sobre la que se practicaron cortes histológicos (Figura 7, M/N); por sus rasgos anatómicos y distribución geográfica resultó aff. Lithraea molloides (Arambarri et al. Reference Arambarri, Novoa, Bayón, Hernández, Colares and Monti2011). Los resultados del análisis de microrrestos no son concluyentes por su fragmentación y escasez (Tabla Suplementaria 5 y Figura 7, Ñ/V). Se registraron tres gránulos de almidón (Figura 7, Ñ/Ñ', O/O', P/P'), dos de ellos aff. Prosopis sp. (Giovannetti et al. Reference Giovannetti, Lema, Bartoli and Capparelli2008) y otro indeterminado. También se registraron fragmentos de tejidos epidérmicos de Poáceas (Figura 7, Q), restos de tejidos parenquimáticos (Figura 7, R) y un grano de polen (Figura 7, S) que probablemente corresponda a Podocarpus parlatorei (Markgraf y D'Antoni Reference Markgraf and D'Antoni1978), junto con distintos tipos celulares (Tabla Suplementaria 5 y Figura 7, V).
Los entierros de infantes de Fiambalá en el contexto andino: Interpretando resultados
Hoy el animismo andino se expresa en una serie de prácticas a través de las cuales las personas hacen ofrendas para propender a la benevolencia del mundo animado o mantener alejada la malevolencia. Estos rituales son relacionales dado que promueven el compromiso de quien recibe (montaña, antepasado, fuerzas animadas) con las personas que hacen las ofrendas y constituyen la expresión material de la responsabilidad para el cuidado de la casa, los campos y los animales (Sillar Reference Sillar2009). Esta relación social entre personas y cosas es una forma de consumo mutuo, ya que si las personas alimentan al mundo animado (apus, Pachamama), se espera que se las alimente a su vez (Gose Reference Gose1986; Isbell Reference Isbell1985; Sillar Reference Sillar2009). Esta alimentación se lleva a cabo a través de fiestas y ofrendas dirigidas a un destinatario, persona viva, muerta y no-humanos, que se expresan ofreciendo alimentos y bebidas, compuestos por ingredientes que pueden ser quemados o enterrados en lugares específicos, por ejemplo, al construir una casa.
Las implicancias sociales de las prácticas funerarias se construyen desde el quehacer arqueológico a partir del estudio de la cultura material y su análisis contextual. La práctica de entierros de infantes en urnas estuvo ampliamente extendida en las sociedades productivas del NOA, vigente al momento de la conquista incaica, acompañados o no de piezas cerámicas que contenían alimentos (Balesta et al. Reference Balesta, Zagorodny and Wynveldt2011; Ratto et al. Reference Ratto, Aranda and Luna2016, entre otros). Destacamos que el imperio incaico implementó diferentes estrategias de dominación con los pueblos anexados, desde situaciones negociadas y construcción de alianzas hasta enfrentamientos bélicos, que tuvieron particularidades y matices específicos dentro del extenso territorio del NOA (Nielsen Reference Nielsen2015; Orgaz y Ratto Reference Orgaz and Ratto2015).
En este trabajo abordamos los entierros de infantes en urna registrados en la región de Fiambalá entre aproximadamente 1100 y 1500 años dC. Consideramos que este ejercicio es una pequeña ventana para conocer la situación de la población local en momentos previos y contemporáneos con la conquista incaica. Para ello, articulamos distintas líneas de análisis: las características biológicas y el estado de salud de los infantes, las imágenes desplegadas en los objetos cerámicos que los contienen o acompañan y los alimentos asociados. Estas líneas tienen integridad diferencial producto de las condiciones e historia de cada hallazgo, especialmente en nuestra región (Ratto y Basile Reference Ratto and Basile2020).
La comparación de las edades de muerte, estimadas a partir del análisis dental y esqueletal, muestra un retardo en el desarrollo somático de cuatro individuos lactantes (BLT, BAn, CP-I y BC). Esto se complementa con el hecho de que BLT y BAn presentan diferentes indicadores de estrés metabólicos (líneas de hipoplasias, síndrome criboso, reacciones subperiósticas y líneas de Harris), al igual que el niño o niña CP-III, lo cual sugiere condiciones de vida desfavorables. Estas particularidades en conjunto, en el caso de los lactantes, informan indirectamente sobre situaciones de salud vividas por sus madres, a pesar de que los valores isotópicos indican dietas con un buen balance en la relación proteínas-carbohidratos. Por lo tanto, es probable que esas mujeres, madres de los lactantes BLT, BAn, CP-I y BC, hayan tenido otros problemas de salud no relacionados con su estado nutricional, como infecciones o algún tipo de alteración congénita. Es interesante que este estado se registre para las cuatro mujeres, lo cual, debido a que el organismo materno cumple una función amortiguadora que preserva el estado de salud de los lactantes, denota situaciones de vida estresantes para ellas.
Los lactantes BLT y BAn ameritan un tratamiento especial por sus malos estados de salud al momento de su muerte. Tanto el retraso en el desarrollo esqueletal como los indicadores de estrés metabólico denotan un prolongado deterioro de su salud, lo cual da cuenta de situaciones adversas severas vividas por sus madres, dado que los nutrientes ingeridos provenían mayoritaria o totalmente de la lactancia. Específicamente, la presencia de lesiones cribosas en ambos individuos indica procesos anémicos, generalmente producidos por problemas en la absorción de diferentes elementos químicos (e.g., hierro) o vitaminas (e.g., B9 y B12; Kozlowski y Witas Reference Kozlowski, Witas and Grauer2012; Ratto et al. Reference Ratto, Aranda and Luna2019; Walker et al. Reference Walker, Bathurst, Richman, Gjerdrum and Andrushko2009). Dada la co-ocurrencia de estas lesiones con otros indicadores paleopatológicos de inflamación subperióstica (porosidad y neoformación de tejido denso) en diferentes sectores del esqueleto, resulta posible que estos dos individuos sufrieran algún tipo de enfermedad sistémica crónica (infecciosa o metabólica), que será motivo de investigaciones detalladas en el futuro. Es llamativa la proximidad espacial de ambos entierros (barreal de La Troya, al igual que BLO y BC), como así también el rango temporal que abarcan (comienzos del siglo trece y siglo quince de la era moderna; Tabla 1). El entierro CP-III, con una edad de muerte de 8-10 años, también presenta diferentes indicadores de estrés, lo cual indica procesos prolongados de deterioro de la salud, en este caso independiente de la situación de morbilidad de la madre. En resumen, de los seis individuos analizados, cinco sufrieron procesos de morbilidad (crónicos) a lo largo de sus vidas. La excepción es el lactante BLO, el único que no sufrió una enfermedad prolongada, por lo que se estima que murió por algún evento agudo desconocido (Tabla 3).
Debido a la historia de sus intervenciones, no tenemos certeza si todas las inhumaciones fueron o no acompañadas por alimentos, ya que no podemos afirmar la ausencia de este contenido en los contextos provenientes de colecciones (CP-I, III y IV). En los casos de BLT y BAn, las semillas de cucurbitácea fueron las más representadas y en el caso de CP-II, las condiciones de preservación dificultan conocer con certeza el contenido de la bolsa tejida. Específicamente las semillas de cucurbitáceas en BLT y BAn, si bien se trata de las mismas variedades (C. maxima subsp. maxima), se diferencian por su procesamiento. En el caso de BAn, las semillas están tostadas y asociadas a carbones de Prosopis sp., lo cual permite inferir que el tostado de las semillas se realizó dentro del puco, mientras que en BLT no se reconocieron rasgos que indiquen el procesamiento. Sí se registraron semillas germinadas (Ratto et al. Reference Ratto, Lema and López2014). Esta diferencia entre ambos contextos puede interpretarse como la producción de comida en BAn y la ofrenda de simientes en BLT. En cuanto al contenido de microrrestos de la bolsa tejida de CP-II, se identificaron almidones de aff. Prosopis sp., lo cual indica que contenía vainas o harinas de este género. El registro de estructuras epidérmicas de hojas, diferentes tipos de tricomas y restos parenquimáticos permite inferir que el contenido incluía diferentes órganos como hojas y otras estructuras de almacenamiento vegetal. La recurrencia de elementos anatómicos de Poáceas entre los macro- y microrrestos puede vincularse con el decorado de la bolsa. En síntesis, sobre la base del registro fragmentario, podemos inferir que la bolsa de CP-II no sólo contuvo alimentos, sino también especies medicinales o de valor simbólico para la cosmovisión de las poblaciones del oeste tinogasteño. En los entierros se aprecia una continuidad en el manejo del entorno vegetal representado por la recurrencia de Cucurbita sp., G. decorticans y de Prosopis sp., pero debe ampliarse la muestra para corroborar esta tendencia. Las ofrendas alimentarias fueron identificadas tanto en entierros donde todas las piezas estaban decoradas (BLT) como en otros que combinaban piezas de uso doméstico con otras decoradas (BAn y CP-II).
Respecto de los lenguajes visuales, observamos un comportamiento diferencial de las clases de imágenes representadas con relación a los GRV y los GSp registrados (Tablas Suplementarias 3 y 4). Esto es válido tanto para los entierros de los siglos doce y trece como catorce y quince. Sin embargo, si a esos bloques temporales los relacionamos con las imágenes que se muestran o se ocultan a diversas entidades (humanas y no-humanas), encontramos una configuración diferente e interesante. Las imágenes no figurativas están representadas a lo largo de los cuatro siglos en todos los entierros contemplados en el análisis visual. En cambio, las figurativas tienden a ser características de los siglos catorce y quince, y mayormente se ocultan, desplegándose sólo en las superficies internas de las tapas de los contenedores o en las piezas que se ubican en su interior (Tabla Suplementaria 3). Es llamativo que se ocultan imágenes que son muy recurrentes y características del repertorio temático del estilo Belén de la región de Fiambalá. Se esconden las lechuzas, los escalonados ajedrezados y los animales felinizados, que incluso conectan con narrativas de momentos locales previos (Ratto y Basile Reference Ratto, Basile and Ratto2013), imágenes que por alguna razón se reservan sólo para el microcosmos que acompaña y quizás protege al infante.
Lo que se deja ver es lo doméstico, lo no decorado y fundamentalmente lo no figurativo lineal, imágenes que, aunque seguramente tienen un sentido aún desconocido, son características del estilo Sanagasta y también están presentes en los repertorios temáticos del tardío regional. La única excepción es la serpiente que se despliega en el puco-tapa Sanagasta de CP-IV, que ni por su morfología ni por su tratamiento de superficie puede ser asociado al estilo Belén (Figura 5).
Si articulamos estos entierros con la información regional, encontramos que estos ocultamientos ocurren durante la conquista incaica en la región e inferimos que los infantes podrían tener alguna relación de parentesco con los hombres y mujeres movilizados en el marco de la estrategia de dominación incaica (Orgaz y Ratto Reference Orgaz and Ratto2015, Reference Orgaz and Ratto2021; Ratto Reference Ratto and Ratto2013). Pensamos que quizás se mostraba aquello que se podía mostrar y se escondían las imágenes que remitían a identidades específicas que se preservan y se reservan únicamente para la vista de los infantes inhumados. En sintonía con esta idea, es interesante resaltar que las piezas de BAn, CP-II, CP-III y BLT son muy pequeñas, de las más pequeñas de la región. Parecen ser réplicas a escala de las piezas que circulaban en otros ámbitos y quizás fueron manufacturadas especialmente para reproducir los microcosmos que acompañaron a esos infantes. Creemos que estamos ante imágenes que eran disparadoras de ideas y valores sin necesidad de mediar palabras; objetos mundanos que evocaban pensamientos, comportamientos y actitudes relacionados con distintos ámbitos de la vida social (Lemonnier Reference Lemonnier2012). En estos contextos se identificaron entrecruces de diferentes dominios de la vida: ollas domésticas que contuvieron infantes, alimentos que pasaron del huerto a la morada final e imágenes con soportes y recursos visuales específicos que circularon en los contextos domésticos, productivos, de tránsito y mortuorios. Al respecto, recientemente se ha corroborado el uso culinario y no sólo funerario de tinajas Belén de la región de Fiambalá a través del análisis de los residuos orgánicos contenidos en ellas (Lantos et al. Reference Lantos, Palamarczuk, Orgaz, Ratto and Maier2018).
El estado de salud de los lactantes y sus madres da cuenta de historias de vida variadas que han sido tratadas en detalle más arriba. Algunos nacieron en situaciones de mayor vulnerabilidad y, en consecuencia, tenían estados de salud complicados al momento de sus muertes. Sin embargo, estas situaciones desiguales de vida no se correlacionan con la composición de sus entierros, el uso de contenedores domésticos o decorados, la mayor o menor cantidad de piezas cerámicas dispuestas, las particularidades de los lenguajes visuales desplegados, y los alimentos asociados. De hecho, BLT y BAn muestran dos casos contrapuestos en los que los niños han atravesado situaciones de estrés profundas y sus entierros son completamente diferentes respecto de la variedad y cantidad de imágenes, piezas, alimentos asociados y tiempo involucrado. Lamentablemente, no podemos inferir cuál fue el contexto que acompañó a BLO, el único que presentaba un estado de salud adecuado.
A modo de conclusión, pudimos abordar las relaciones entre las imágenes, la salud y los alimentos que configuraron los entierros de infantes en urna en la región de Fiambalá entre los años 1000 y 1500 de la era moderna. La integración de estas líneas de evidencia, sin embargo, estuvo limitada por las historias de formación de las colecciones, originadas en intervenciones tanto sistemáticas como asistemáticas (Ratto y Basile Reference Ratto and Basile2020). Se puede señalar que en estos entierros se materializaron conexiones entre los distintos dominios de la vida, lo que obliga a repensar las segregaciones o categorías contrapuestas tan características de la cultura occidental, ya que observamos una ligazón, un entrecruzamiento, a modo de un tejido, entre la vida y la muerte. Las ollas donde se preparaban los alimentos también fueron contenedores para la guarda final de los infantes. Los alimentos e imágenes que los acompañaban también circulaban en ámbitos cotidianos, productivos, de tránsito y de muerte. Estas conexiones son independientes de las diferencias en los estados de vulnerabilidad, de la desigualdad existente entre estas poblaciones. Las decisiones vinculadas con la forma de construir los contextos funerarios que analizamos y que involucran combinaciones de elementos particulares, narrativas que se evocan, se muestran o se ocultan, posiblemente estuvieron ligadas a cuestiones identitarias profundas que no podemos develar y que sin duda fueron atravesadas y desestructuradas por la conquista incaica. Creemos que el abordaje multilineal propuesto en este trabajo constituye un punto de partida novedoso para el estudio de contextos funerarios del NOA y de otras regiones de los Andes. El panorama aquí delineado podrá ser calibrado y enriquecido en futuras contribuciones, incorporando al análisis entierros extrarregionales de infantes en urna para los que se cuente con información comparable.
Agradecimientos
Financiación de la Universidad de Buenos Aires (20020170100351BA) y CONICET (PUE2017 22920170100002). Al personal de la Dirección de Antropología de Catamarca y pobladores de Saujil, especialmente la familia Pereira. A Luis Coll por preparar la Figura 1. A los tres evaluadores anónimos por sus acertadas sugerencias. Todas las figuras y fotografías son cortesía de los autores.
Declaración de disponibilidad
Los datos a los que se hacen referencia se encuentran depositados en el Instituto de las Culturas (UBA-CONICET), Facultad de Filosofía y Letras.
Material suplementario
Para acceder al material suplementario que acompaña este artículo, visitar https://doi.org/10.1017/laq.2021.46.
Tabla Suplementaria 1. Variables y características visuales de las piezas de contextos regionales.
Tabla Suplementaria 2. Variables métricas y características de los espacios plásticos de las piezas cerámicas.
Tabla Suplementaria 3. Base de datos de las pruebas de chi-cuadrado (X 2).
Tabla Suplementaria 4. Resultados obtenidos de las pruebas de chi-cuadrado (X 2) sobre la base de los datos de la Tabla Suplementaria 3.
Tabla Suplementaria 5. Registro arqueobotánico de BAn y CP-II.