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Return to Ixil: Maya Society in an Eighteenth-Century Yucatec Town. MARK Z. CHRISTENSEN and MATTHEW RESTALL. 2019. University Press of Colorado, Louisville. 302 pp., 19 illustrations. $76.00 (hardcover), ISBN: 978-1-60732-921-3.

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Return to Ixil: Maya Society in an Eighteenth-Century Yucatec Town. MARK Z. CHRISTENSEN and MATTHEW RESTALL. 2019. University Press of Colorado, Louisville. 302 pp., 19 illustrations. $76.00 (hardcover), ISBN: 978-1-60732-921-3.

Published online by Cambridge University Press:  19 August 2020

Laura Caso Barrera*
Affiliation:
Colegio de Postgraduados, Campus Puebla
Rights & Permissions [Opens in a new window]

Abstract

Type
Review
Copyright
Copyright © 2020 by the Society for American Archaeology

En este libro se conjuntan el trabajo precursor de Matthew Restall (Life and Death in a Maya Community: The Ixil Testaments of the 1760s, 1995) sobre testamentos de Ixil de la década de 1760-1770 y los encontrados por Mark Christensen en 2007, que abarcan de 1748 a 1760. Los 109 testamentos de la población de Ixil, al norte de Yucatán, localizados en archivos locales por ambos autores, permiten tener una visión más completa de esta comunidad maya a mediados del siglo dieciocho. Los testamentos son documentos de gran importancia que, a pesar de su estructura rígida, nos permiten acercarnos a la vida cotidiana de los individuos que los dictaron, así como a la riqueza y su distribución, los sistemas de herencia y de propiedad.

Los testamentos fueron impuestos a las poblaciones indígenas en el siglo dieciséis, pero al parecer dicho recurso fue apropiado por los nativos, principalmente por las élites y la nobleza como una forma de salvaguardar su patrimonio y regular la transmisión de la propiedad. En diversas comunidades indígenas a lo largo del período colonial aumentaron el número de testamentos en períodos de crisis agrícolas y epidemias, como fue el caso de Ixil durante el siglo dieciocho que enfrentó plagas, huracanes y posteriormente hambrunas. El proceso de imposición y adopción del testamento en las diversas poblaciones indígenas está ligado al establecimiento de las repúblicas de indios, cuyos funcionarios fueron los encargados de establecer en sus poblaciones el sistema testamentario, siendo uno de los más importantes el escribano de cabildo. Como bien lo señalan los autores en el caso de las poblaciones mayas, los escribanos tuvieron una posición privilegiada y salieron de las filas de la nobleza. Los escribanos de cabildo redactaban muy diversos documentos oficiales como peticiones, registros, testamentos, documentos de compraventa y registros de bautismo, casamiento y defunción. La rígida estructura de los documentos legales apenas permite vislumbrar ciertas preferencias y estilos que caracterizan a cada escribano. Sin embargo, en ciertos documentos podemos “escuchar” las voces y los sentimientos de los testadores. Los escribanos también realizaron la composición de documentos misceláneos como los Libros de Chilam Balam, donde amalgamaron conocimientos de la cultura maya y de la cultura europea. Los elaborados textos que aparecen en el Chilam Balam de Ixil, tanto bíblicos, calendáricos y médicos, contrastan con la sobriedad de los testamentos de la misma población (Caso Barrera, Chilam Balam of Ixil: Facsimile and Study of an Unpublished Maya Book, 2019).

Uno de los capítulos más importantes del libro es el que hace referencia a la vida económica en el siglo dieciocho de la comunidad de Ixil y se complementa con el capítulo sobre la familia. A partir de los testamentos podemos acercarnos a los sistemas agrícolas, que aparentemente fueron los mismos que en la actualidad, es decir, solares cerca de las casas con árboles frutales y apiarios, así como milpas en lugares lejanos. Destacan los solares con plantas nativas como zapotes, palmas y henequén, así como los que tenían plantas introducidas como plátanos, ajos y cebollas. Es importante mencionar la gran cantidad de animales europeos que se enumeran en los testamentos, como garañones, mulas y caballos.

Los autores señalan que los testamentos reflejan la riqueza de una nobleza amplia, multifacética y compleja, así como la forma en que sus miembros heredaban su patrimonio a sus descendientes. Los indígenas mesoamericanos tuvieron formas establecidas para repartir sus bienes. Por ejemplo, Motolinía menciona que los mexicas legaban sus casas y heredades a sus hijos y el mayor, si era varón, las poseía y cuidaba de sus hermanos y hermanas (de Benavente, Memoriales, 1971:4). Algo similar plantea Landa para el caso de los mayas yucatecos, apuntando que solo los hijos varones recibían herencia y a las mujeres se les daba algo por “piedad o voluntad” (de Landa, Relación de las cosas de Yucatán, 1982:42).

Al parecer con la legislación española los sistemas de sucesión hereditaria se modificaron, pues se les dio el derecho a legar a hombres y mujeres. Sin embargo, en algunos de los codicilos de los testamentos de Ixil, se observa una reticencia a la división del patrimonio, cuando seis o siete años después de haberse hecho el testamento los herederos aún no habían recibido su herencia y tenían que recurrir al cabildo. Esta práctica que se observa en Ixil contravenía lo dispuesto en 1585 en el tercer concilio provincial mexicano, que señalaba que el testamento debía tener efecto al término de un año. Posiblemente otra pista que muestra la poca disposición a dividir, sobre todo las tierras, es la herencia conjunta que se aprecia en varios testamentos, así como la preferencia por favorecer a un hijo en particular.

En este libro los autores continúan con una larga tradición de investigadores que se han abocado al análisis de testamentos en lenguas indígenas. Su investigación nos acerca a la vida de una comunidad maya del siglo dieciocho que se enfrentó a epidemias y hambrunas, obligando a sus habitantes a dejar su última voluntad respecto a sus bienes. Me parece que la obra se hubiera beneficiado si los capítulos tuvieran una distribución distinta, lo cual hubiera permitido una lectura más ágil, principalmente si ciertos capítulos estuvieran de manera consecutiva. En el capítulo sobre economía, hubiera sido interesante contar con mayor información respecto a las demandas españolas —por ejemplo, analizar a los funcionarios conocidos como capitanes a guerra, nombrados por los gobernadores de Yucatán para repeler los ataques de enemigos “externos e internos” y que controlaban las milicias indígenas, mestizas y pardas—. Estos funcionarios además eran agentes comerciales de los gobernadores, imponiéndoles repartimientos a los indígenas. Esta información sería muy útil, sobre todo para entender cuál era la situación de Ixil en el siglo dieciocho.

Se debe destacar que esta obra presenta las transcripciones en maya de los testamentos y su traducción al inglés, convirtiéndola en una excelente herramienta lingüística, etnohistórica y antropológica. Este trabajo nos da cuenta de una comunidad maya que a pesar de los siglos de dominación hispana continuaba utilizando su lengua, sus sistemas productivos y de parentesco y su organización política, pero también nos muestra cómo se enfrentaba a las calamidades con sus propios recursos culturales y con aquellos que había adaptado y adoptado de la cultura europea.