1 Introducción
Ya los pensadores clásicos dieron importancia a vivir en comunidad en lugar de en aislamiento. Giambattista Vico ilustra el poder de la sociedad alegando que es la sociedad la que forja la defensa nacional, el comercio y la política y, por lo tanto, es la causa de fortaleza, riqueza y sabiduría de las repúblicas. En las propias palabras de Vico (Reference Vico1744, párrafos 132-133, citado en Hirschman, Reference Hirschman1977, p. 17), «[los hombres,] que están enteramente ocupados en la persecución de su utilidad privada se transforman en un orden civil que permite a los hombres vivir en una sociedad humana». Es lo que Hayek (Reference Hayek1960) denominó «orden espontáneo». Tal es el poder de la sociedad. Este artilugio humano hace a los hombres trabajar por el bien común mientras paradójicamente persiguen su propio beneficio. Ya Montesquieu (Reference Montesquieu1872, libro III, capítulo VII), en su Esprit des Lois, escribe que «resulta que todo el mundo contribuye al bienestar general mientras cree que trabaja por su propio interés».
Tocqueville (Reference Tocqueville1854) estudió con detalle la espontaneidad de la fuerza de la sociedad civil en América. De hecho, los arreglos sociales juegan un papel importante en la seguridad, el conocimiento y la educación. La sociedad puede propiciar la atmósfera adecuada para la prosperidad económica, tal y como demuestra el desarrollo económico de los países que históricamente han promovido estos valores.
Este rol positivo de los arreglos sociales también fue subrayado por John Stuart Mill (Reference Mill1909, pp. 108-110), así como su papel en generar actitudes hacia el trabajo y el ahorro. En un discurso más puramente económico, Mill (Reference Mill1909, p. 581) enfatizó los beneficios del comercio. Merece la pena destacar como Lehman (Reference Lehman1960, pp. 330-331) observó «la facilidad con que varios miembros de la sociedad son capaces de asociarse y actuar en concierto unos con otros». De hecho, Lehman le da tanta relevancia a las interacciones entre los agentes económicos como a la propia disponibilidad y distribución de los recursos. A este respecto, McCloskey (Reference Mccloskey2006) argumenta en su trilogía que la «virtud ética» ha facilitado enormemente el comercio. Para McCloskey (Reference Mccloskey2010), el mundo de las ideas y la confianza en las personas no sólamente son consistentes con los negocios y la innovación de la «revaluación burguesa», sino que forman parte de ella y son indisolubles de la vida moderna.
2 El capital social en la economía
2.1 Definición
La idea de la importancia del valor de la sociedad en su conjunto ha sido recientemente recuperada y redefinida, y ha conseguido entrar en los círculos de discusión académica al más alto nivel. En su libro Identity Economics, Akerlof y Kranton (Reference Akerlof and Kranton2010) explican como los códigos sociales de comportamiento definen unas normas informales que nos ayudan a comportarnos y coordinarnos. En relación con la economía, la importancia de la sociedad, —en concreto, de las interacciones entre los agentes económicos—, han sido reconocidas como un factor relevante para el buen funcionamiento de la economía.
Los vínculos entre ciudadanos pueden recogerse bajo el concepto de «capital social», tal y como apuntan DiPasquale y Glaeser (Reference Dipasquale and Glaeser1999, p. 355). En palabras de Robert Putnam (Reference Putnam1993, p. 167), quien ofrece una definición más detallada, el capital social «se refiere a las características de la organización social, tales como la confianza, las normas y las redes, que pueden mejorar la eficiencia de la sociedad facilitando las acciones coordinadas». Margaret Keck y Kathryn Sikkink (Reference Keck and Sikkink1998, p. 8) definen el concepto de redes como «formas de organización caracterizadas por patrones de comunicación e intercambio voluntarias, recíprocas y horizontales». Estas redes pueden incluir no sólo ONG's convencionales, sino también movimientos locales, fundaciones, los medios de comunicación, iglesias, uniones de comercio, organizaciones de consumidores, intelectuales, partes regionales de organizaciones intergubernamentales y partes ejecutivas o parlamentarias de los gobiernos, como explican Brecher, Costello y Smith (Reference Brecher, Costello and Smith2000, p. 83). Sin embargo, en opinión de Woolcock (Reference Woolcock1998) durante su etapa como economista del Banco Mundial, estas organizaciones no son capital social sino sus consecuencias.
Según Woolcock, el concepto de capital social puede entenderse de varias maneras. Argumenta que hay cuatro dimensiones de capital social: el tamaño y alcance de todo tipo de organizaciones horizontales, la integración social entendida como los lazos dentro de una comunidad, la relación entre la sociedad civil y el estado, y finalmente la calidad de las instituciones gobernantes. A pesar de esta definición polifacética, Woolcock está de acuerdo en que el capital social debería recogerse y entenderse como una sola variable; y así lo hace constar en el sitio web de discusión sobre el capital social del Banco Mundial, tal y como recoge Fine (Reference Fine2001, p. 139).
Tal y como se ha expuesto en la introducción, la idea subyacente de capital social no es nada nuevo. El mismo Putnam (Reference Putnam2000, p. 19) argumenta que durante el transcurso del siglo veinte el término capital social se ha inventado de forma independiente como mínimo seis veces, y cada vez para dar una llamada de atención sobre la forma en que nuestras vidas pueden hacerse más productivas gracias a los vínculos sociales. Si el lector siente curiosidad, éstas son las seis veces a las que se refería Putnam en su best-seller Bowling Alone:
La primera vez en que el capital social se estudia en el siglo veinte es con el trabajo de Hanifan (Reference Hanifan1916), quien estudió el buen funcionamiento de las escuelas y lo relacionó con la importancia de involucrarse en la comunidad. Tras cuarenta años de sequía intelectual al respecto, quizás no meramente una coincidencia con el periodo de entreguerras, aparece el libro de los coautores John Seeley, Alexander Sim y Elisabeth Loosley en Reference Seeley, Sim and Loosley1956, un estudio sobre la cultura de la vida en los suburbios americanos. Más adelante, siguiendo en la línea del estudio de las sociedades urbanas y la idea de vecindad, Jane Jacobs presenta su obra en Reference Jacobs1961. A partir de aquí, no fue hasta mediados de los setenta cuando Glenn Loury (Reference Loury1977) redescubrió el capital social una vez más, escribiendo sobre los factores determinantes de las diferencias de ingresos entre miembros de diferentes grupos étnicos. El descubrimiento de Loury atrajo la atención del autor más influyente de los seis, James Coleman (Reference Coleman1990, p. 300), quien define el capital social de acuerdo a la visión de Loury, como un conjunto de recursos que habitan en las relaciones familiares y de la comunidad, que son útiles para el desarrollo social y cognitivo del niño o persona joven. El sexto autor, según Putnam, fue el teórico marxista Pierre Bordieu (Reference Bordieu1983), quien subrayó la relevancia de las redes sociales en la década de los ochenta. Sin embargo, todas estas definiciones son más bien «adopciones», pues la mayoría han sido tomadas prestadas por Putnam como conceptos relacionados, poco centrados, y claramente demasiado dispersos. Necesitamos centrar la definición de capital social en la economía para ser capaces de identificar su función y mecanismo de acción.
¿En qué se diferencia el capital social en la economía del de otras ciencias sociales, como la sociología? El concepto es el mismo, pero tenemos que diferenciarlo de otros aspectos relacionados discutidos en la literatura económica, tales como la cultura, las instituciones, las reglas del juego y las ideologías. El capital social en el contexto económico debe ser entendido como las formas de interacción espontánea cooperativa entre los agentes económicos, que no emana de la regulación o el marco institucional impuesto —esto excluye la definición tan generalizada de Woolcock, por ejemplo—, sino que surge de forma espontánea por voluntad propia. Genera vínculos de confianza y reciprocidad entre los agentes económicos, allanando así el camino para las interacciones. Así pues, de todas las definiciones arriba revisadas, considero que la definición de Putnam es la que sigue siendo la más nítida y específica para el economista; pues es ésta la que hace referencia directa a las vías de transmisión del capital social a la economía. Esta definición apunta a un objetivo claro: Mejorar la eficiencia; también especifica el mecanismo de transmisión: las acciones coordinadas. Según Putnam (Reference Putnam1993), éstas son las que reducen los costes de transacción, mejorando así la eficiencia.
En cambio, cultura es un concepto mucho más general, incluyendo lengua, folklore y tradiciones propias de un país, que lo hacen así característico y diferente del resto. En cambio, el capital social es un concepto global, referido a algo mucho más específico, que se manifiesta en las interacciones de los agentes en todos los países del mundo. Con respecto a cultura y economía, Tabellini (Reference Tabellini2010) ha elaborado un estudio sobre la importancia de las diferentes culturas para las regiones europeas. Por su parte, Lal (Reference Lal1998) hace un recorrido por las diferentes culturas del mundo, relacionándolas con el desarrollo económico. También Harrison (Reference Harrison1985) hace hincapié en la relevancia de la cultura para el desarrollo económico, estudiando el caso de América Latina. Esta es una vertiente de la literatura que, si bien está relacionada, no se refiere estrictamente al capital social.
Por otra parte, las instituciones son el conjunto de organismos y regulaciones que enmarcan las acciones. Carecen de voluntariedad espontánea; los agentes económicos las toman como impuestas, o elegidas democráticamente, pero constituyen un marco de regulación que nada tiene que ver con el capital social en un sentido estricto para nosotros, pues éste es algo espontáneo, voluntario y primordialmente horizontal. Como hemos visto más arriba, esto nos distancia de la definición de Woolcock (Reference Woolcock1998). También resulta demasiado vasto en este contexto el «orden extendido de la cooperación humana» de Hayek (Reference Hayek1988), en el que fuera su último libro. Este concepto incluye el capital social entre muchas otras cosas como normas y valores morales, todo el conjunto de cosas que hacen funcionar a la sociedad. Mucho más próximo a la idea de capital social estaría su concepto original de Hayek (Reference Hayek1960) de «orden espontáneo».
Debe quedar así claro que, si bien el capital social es un concepto abstracto, puede estar bien definido y diferenciado de la cultura en general y del marco institucional. La siguiente pregunta es cómo se ha puesto de manifiesto su importancia en la economía.
2.2 Ejemplos
La persona que más ha contribuido en el estudio aplicado del capital social en la economía es la reciente premio Nobel de economía, Elinor Ostrom. En el discurso de la ceremonia de entrega del premio en 2009, Ostrom puso el ejemplo de los sistemas de irrigación en Nepal publicado en Ostrum (2002) y también el de la gestión de bosques en Ostrom, Karmacharya y Karna (Reference Ostrom, Karmacharya and Karna2003), que surgieron del impulso proveniente de la comunidad local —argumentado de nuevo en Ostrom (Reference Ostrom2009). Estudios posteriores del caso nepalí por parte de Lam y Ostrom (Reference Lam and Ostrom2010, p. 16) han revelado que
«el liderazgo, en el contexto de la gestión de la irrigación en Nepal, está contenido dentro de las relaciones sociales en el sentido más amplio dentro de la comunidad local. En unos pocos sistemas en los que el capital social existente puede no haber sido tan sólido, el (…) proyecto parece haber tenido un éxito limitado en la constitución del liderazgo».
En efecto, es muy difícil que exista un liderazgo estable sin cierta cohesión social. Ostrom mostró que los bienes comunes pueden ser administrados por la comunidad local sin necesidad de regulación por parte de un estado centralizado o de la propiedad privada. A este efecto, Ostrom (Reference Ostrom2008) y Ostrom y Ahn (Reference Ostrom and Ahn2003 y Reference Ostrom and Ahn2008) han discutido las ventajas otorgadas por una buena dotación de capital social. Antes de referirse explícitamente al capital social, ya había subrayado la importancia de la acción colectiva en investigaciones anteriores, tales como Gardner, Ostrom y Walker (Reference Gardner, Ostrom and Walker1994). En este estudio se demostró que, contrariamente a lo que predecía la teoría económica, existía un elevado nivel de cooperación en las interacciones cara a cara en experimentos de laboratorio realizados sin ningún tipo de intervención externa. El lector puede preguntarse si estos resultados altamente cooperativos no son debidos al hecho de las interacciones fueron registradas en experimentos de laboratorio. Pues bien, ya en trabajo de campo, Ostrom (Reference Ostrom1994) demostró que si se pasaban por alto las normas y reglas de una comunidad rural autogestionada, que no son más que una forma de capital social, los donativos destinados a la mejora del capital físico eran menos productivos e incluso contraproducentes.
Siguiendo en la línea de Ostrom, podemos mencionar también ejemplos que nos proporcionan los pensadores del «orden espontáneo». Sugden (Reference Sugden1989, p. 86) en su célebre artículo que recupera el «orden espontáneo» de Hayek, haciendo referencia a un viejo ejemplo de Walmsley (Reference Walmsley1932) sobre el respeto a los troncos de madera apilados con anterioridad por otros miembros de la comunidad, explica como «…los participantes reconocen de facto derechos de propiedad que el estado no reconoce». Por su parte, Ellickson (Reference Ellickson1991, p. 143) defiende que los individuos se gobiernan a sí mismos mayoritariamente a través de reglas informales y relata el ejemplo de la interacción entre agricultores y ganaderos en California, que respetan sus intereses mutuamente.
Harriss (Reference Harriss2001) pone el famoso ejemplo de Coleman de los comerciantes en el mercado de El Cairo, los cuales son célebres por compartir información sobre los clientes. Coleman (Reference Coleman1988) describe cómo la reciprocidad y confianza mutua son un aspecto a valorar porque ayudan a reducir muchos de los costes de transacción mediante la comunicación efectiva de información relevante y crea una especie de seguro gracias a la red social.
Existen también estudios relacionando el capital social con las llamadas microfinanzas. Ya Geertz en Reference Geertz1962 reparó en la importancia de las asociaciones de microcrédito rotativo en la isla de Java, las cuales a menudo se encuentran asociadas o en conjunción con cooperativas u otras formas de ayuda mutua o solidaridad. Según Putnam (Reference Putnam1993, p. 169), esta conjunción de cooperativas, asociaciones de microcrédito y otras formas de cooperación similar se observan de forma simultánea porque están asociadas al mismo stock de capital social.
Así, elevados niveles de capital social facilitan las acciones coordinadas. El proceso de creación o emergencia del capital social merece ser estudiado aparte; para el interesado, véase Fukuyama (Reference Fukuyama1995). Lo que nos interesa ahora es el mecanismo de transmisión del capital social a la economía.
3 Los fundamentos microeconómicos
Ahora es tiempo de dar un paso más y profundizar en los mecanismos de interacción dentro de la economía del comportamiento. La relevancia del capital social en la economía se refleja en la importancia del rol de las personas. Las organizaciones económicas son gestionadas por personas, y es a través de sus interacciones que la economía funciona. Para entender cómo se genera, es importante entender qué influencia al propio capital social y, por lo tanto, se necesita investigar mucho más sobre a qué se atribuyen las diferencias de capital social entre unas sociedades y otras.
Numerosos trabajos empíricos se han centrado en subrayar las diferencias de confianza y cooperación cívica existentes en cada sociedad a nivel internacional. Robert Putnam (Reference Putnam1993 y Reference Putnam2000) ilustra este punto a través de varios indicadores referidos a la comunidad cívica, participación en asuntos públicos, voluntariado, socialización informal y confianza. Aparte de los libros de Putnam, a medio camino entre lo académico y la divulgación, artículos estrictamente académicos como el de Alesina y La Ferrara (Reference Alesina and La Ferrara2002) estudian más concretamente en el nivel de confianza en los Estados Unidos durante el periodo 1974-1994. Este nivel de confianza se establece por las encuestas mundiales General Social Surveys (ver Davis y Smith, Reference Davis and Smith1994), que preguntan a los encuestados si creen o no que generalmente se pueda confiar en las otras personas. Finalmente, también en esta línea, DiPasquale y Glaeser (Reference Dipasquale and Glaeser1999) resaltan a la importancia de ser propietario de la vivienda habitual a la hora de involucrarse en las actividades de la comunidad local, lo que deja espacio para la reflexión en futuras investigaciones.
Otra vía de medición a nivel empírico del capital social han sido los experimentos. Así, Knack y Keefer (Reference Knack and Keefer1997) simularon la pérdida de una cartera con cincuenta dólares americanos en distintas ciudades y contaron el porcentaje de carteras que habían sido devueltas intactas. Por otra parte, la exploración de los llamados experimentos naturales ha sido fructífera en la literatura más reciente —ver Costa y Kahn (Reference Costa and Kahn2007); Fisman y Miguel (Reference Fisman and Miguel2007). El primero de ellos elucidó cómo los vínculos de amistad, parentesco o lugar de procedencia favorecieron el ratio de supervivencia de los prisioneros de guerra capturados en 1863 durante la Guerra Civil de los Estados Unidos. El segundo experimento natural se hace eco de la inmunidad diplomática para testar el civismo de los diplomáticos de diferentes países. Fisman y Miguel (Reference Fisman and Miguel2007) descubren que los diplomáticos procedentes de países con altos niveles de corrupción tienen una mayor tendencia a violar las normas de aparcamiento en sus visitas a la ciudad de Nueva York. Estos dos ejemplos revelan la importancia de los vínculos sociales o sentimientos de pertenencia a una comunidad.
Estos hallazgos incitan a una mayor exploración y saber llevar la relevancia de este tema hacia el potencial impacto económico del capital social. Todavía no contamos con una medida consensuada, y aquí habrá que hacer hincapié en trabajos futuros.
Se ha investigado considerablemente sobre los efectos pero mucho menos sobre qué lo hace emerger. Aunque sí hay avances significativos en la literatura empírica, el hecho es que existe una carencia de una base teórica suficientemente sólida y desarrollada que vincule el capital social a la teoría económica.
Indagando sobre el mecanismo tras los efectos económicos del capital social, una línea de investigación importante es su rol en hacer que las instituciones funcionen mejor, a través de la reducción de los costes de transacción. Los costes de transacción son los costes de monitorizar, así como los de aplicación de las normas. A este respecto, Putnam (Reference Putnam1993, p. 166) argumenta como el capital social entra en juego ayudando a los agentes resolver de forma más eficiente problemas de oportunismo y absentismo o negligencia de las obligaciones.
Dentro de la modelización de la generación de capital social, Kuran (Reference Kuran1995) presenta un modelo donde una parte de la utilidad del individuo depende de la opinión que los demás tengan de él. Glaeser, Laibson y Sacerdote (Reference Glaeser, Laibson and Sacerdote2002) presentan un modelo sencillo de inversión óptima que explica la decisión del individuo de invertir en la creación de capital social. Un modelo de equilibrio general lo presentan Zak y Knack (Reference Zak and Knack2001), donde los agentes tienen la oportunidad de o bien confiar en los otros agentes o invertir en verificar las acciones. Así que, como vemos, sí que ha habido algunas iniciativas centradas en comprender los mecanismos que generan capital social; pero más investigación en este ámbito debería ser bienvenida.
Los vínculos en el sentido de Granovetter (Reference Granovetter1973) también pueden ayudar a prevenir el pánico financiero. En concreto, Chwe (Reference Chwe1999, Reference Chwe2000) muestra que la existencia de redes facilita la coordinación. En particular, las redes sociales son de gran utilidad para pasar información: «Los círculos cerrados de gente engendran un conjunto de conocimiento común crucial para la acción colectiva». En este pasaje, Chwe (Reference Chwe1999) analiza las redes sociales y concluye que la acción coordinada lleva al resultado deseado; y esto sólo es posible si la red de comunicación tiene una interdependencia mínima, garantizando así un conjunto de información común dentro de la red. García-Rosa, Kiss y Rodríguez-Lara (Reference Garcia-Rosa, Kiss and Rodriguez-Lara2010) usan estos mismos resultados sobre las redes sociales para explicar cómo el pánico financiero se puede evitar gracias al conocimiento común de una información compartida dentro de los miembros del círculo o grupo. También Romero (Reference Romero2009) demuestra que el pánico financiero puede ser evitado gracias a las redes sociales con una metodología alternativa basada en modelos de simulación de agentes, (los denominados agent-based models). Para una explicación de esta metodología, ver, por ejemplo, Bonabeau (Reference Bonabeau2002).
4 De la microeconomía a la macroeconomía: capital social y crecimiento económico
De entre todas las escuelas de pensamiento que tratan de explicar el desarrollo y crecimiento económico, una corriente presenta interacciones interesantes entre el capital social y el desarrollo económico a largo plazo, particularmente enfocada en las dotaciones sociales, o social capabilities, identificadas por Abramovitz (Reference Abramovitz1986).
Hacia finales de la década de los noventa, se avanzó en el ámbito de la investigación empírica, y así lo evidencian los diversos estudios que han influenciado significativamente la literatura del crecimiento económico. En particular, los estudios conducidos por Easterly y Levine (Reference Easterly and Levine1997) por un lado, y Temple y Johnson (Reference Temple and Johnson1998) por otro, responden a la necesidad de determinar las consecuencias macroeconómicas del capital social. Estos estudios indican que algunos resultados de política económica infructuosos tienen su raíz en la naturaleza de la sociedad en que se aplica. La Porta et al. (Reference La Porta, Lopez-De-Silanes, Shleifer and Vishny1997) encuentran que el capital social tiene cierto efecto sobre el crecimiento para el periodo de 1970 a 1993. Por otra parte, Knack y Keefer (Reference Knack and Keefer1997) se centran en el periodo de 1980 a 1992, y encuentran un efecto todavía más significativo: Si el nivel de confianza recogido por las encuestas supranacionales World Value Surveys incrementa un 10 por cien, el crecimiento de un país es, de media, un 0,8 por cien anual más alto.
De estos estudios se deduce que el nivel de confianza en una sociedad y de capital social en general sí tiene consecuencias económicas a largo plazo. Por este motivo, la literatura de modelos de crecimiento debería incorporar en capital social. A este respecto, el modelo de crecimiento de Bleaney y Nishiyama (Reference Bleaney and Nishiyama2002) constituye un compendio de los avances más significativos de la prolífica literatura de los noventa en esta área. Los autores construyen un modelo «compendio», que surge de recopilar las variables más significativas de Barro (Reference Barro1997), Easterly y Levine (Reference Easterly and Levine1997), y Sachs y Warner (Reference Sachs and Warner1997). Las variables que incluyen cómo influyentes en la renta per capita son las siguientes: nivel de renta per capita inicial, apertura al comercio, esperanza de vida, educación, calidad institucional, democracia, déficit público, exportaciones, clima y crecimiento de la población activa. Este modelo es robusto a la inclusión de variables ficticias regionales. Si nos detenemos por un momento a recapacitar sobre este modelo explicativo del crecimiento de la renta per capita, veremos que estas variables han sido testadas, pero la mayoría de mecanismos que las interrelacionan son todavía susceptibles de una mayor exploración. Aquí es donde el capital social podría cobrar relevancia. Coleman (Reference Coleman1988) indaga sobre el mecanismo de incorporación del capital social a la productividad, postulando que el capital social se genera gracias a un proceso de acumulación de capital humano. Una investigación reciente llevada a cabo por Dinda (Reference Dinda2008) formaliza esta incorporación del capital social a un modelo de crecimiento de un sector a través del mecanismo del capital humano sugerido por Coleman (Reference Coleman1988).
Siguiendo la exploración de las diferentes vías de influencia del capital social sobre la economía, sus efectos sobre el grado de desarrollo financiero no han pasado desapercibidos. Un estudio de caso sobre Italia llevado a cabo por Guiso, Sapienza y Zigales (Reference Guiso, Sapienza and Zingales2004) explota una base de datos microeconómicos sobre las empresas y hogares italianos y ha demostrado empíricamente que
«en areas del país con altos niveles de confianza social, los hogares invierten menos en efectivo y más en acciones, usan más los cheques, tienen mayor acceso al crédito institucional y hacen menos uso del crédito informal. (…) Las empresas también tienen más acceso al crédito y son más susceptibles de tener accionistas múltiples».
Sus datos empíricos también sugieren que la confianza parece ser menos importante en áreas con sistemas legales menos fuertes y población con mayor nivel educativo. De este modo, el capital social parece tener alta probabilidad de ser de vital importancia para el éxito financiero de los países en vías de desarrollo.
Por último, otra vía alternativa de transmisión del capital social al crecimiento económico es a través de la confianza y los vínculos que llevan a potenciar el comercio entre regiones. Se ha estudiado el efecto de las redes sociales sobre los patrones de comercio entre regiones. En concreto, se ha calculado este posible efecto para las regiones francesas. El hecho es que las regiones que tienen vínculos migratorios comercian más entre sí (hasta el doble); y las redes de negocios que unen unas regiones de Francia con otras pueden llegar a incrementar el comercio entre las regiones hasta el cuádruple, según los resultados de los investigadores franceses Combes, Lafourcade y Mayer (Reference Combes, Lafourcade and Mayer2005).
5 Reflexiones Finales
La sociedad siempre se ha preocupado por el desarrollo económico. La cuestión central de este ensayo gira en torno a la idea de que las diferentes formas en que los agentes interactúan en diferentes partes del mundo deben haber influenciado el percuso económico. El civismo, la confianza, el voluntariado constituyen un stock de capital y contribuyen a generar valor añadido a través del comportamiento cooperativo. Esta idea se ha encapsulado bajo el término acuñado como «capital social». Se ha generado una literatura económica alrededor de este tema, tomando como base el impacto inicial sobre la ciencia política y la sociología.
La investigación en materia de capital social ha progresado notablemente en las dos últimas décadas, a pesar de que es un tema que no está exento de dificultades de conceptualización y cuantificación. La literatura económica ha contribuido a mejorar la voluntad y la inquietud por la medición del capital social, así como para resaltar su importancia. La mayoría han sido estudios empíricos, de los cuales de ha derivado un mayor conocimiento de la relación entre el desarrollo social y el económico.
El capital social es relevante para la economía, desde diferentes perspectivas: En primer lugar, constituye la base de la confianza tanto en los agentes económicos como en las instituciones que enmarcan la actividad económica. El capital social puede facilitar los intercambios económicos; por un lado, mejorando la coordinación y, por otro, aminorando los costes de supervisión. En segundo lugar, y como consecuencia de lo anterior, se ha demostrado que las cifras de crecimiento a largo plazo son mejores en buenas condiciones de capital social, tal y como se ha expuesto anteriormente. Finalmente, también existen estudios que apuntan a que las redes sociales facilitan los intercambios económicos entre regiones. En suma, se ha demostrado que el capital social está positivamente relacionado con el crecimiento económico a largo plazo, los flujos de comercio y la confianza en el sistema financiero.
En conclusión, el valor del capital social no debe ser ignorado por la investigación económica. Como se ha detallado más arriba, existen investigaciones recientes que van en las direcciones sugeridas, así que podemos concluir que se está avanzando en la dirección correcta. Sin embargo, todavía queda mucho camino por recorrer. Las direcciones de investigación futura sugeridas en este artículo son dos: el entendimiento de los mecanismos microeconómicos subyacentes a través de experimentos de laboratorio, experimentos naturales y modelización teórica de los fenómenos observados; y la propia medición del capital social, a través de encuestas e indicadores en general. Estas dos vías de investigación son fundamentales para asentar las bases del conocimiento en materia de capital social y economía.