Las narrativas arqueológicas sobre el desarrollo histórico de las poblaciones prehispánicas del Noroeste argentino (NOA) han tendido a acentuar la existencia de periodos distinguibles por la persistencia de rasgos culturales, estrategias de subsistencia, tipos sociales o sistemas políticos, que se van sucediendo en el tiempo a través de transformaciones más o menos puntuales y dramáticas, más o menos progresivas y graduales, y que han sido categorizados en relación a postulados normativos (González Reference González1955), materialista-históricos (Núñez Regueiro Reference Núñez Regueiro1974) y de estrategias adaptativas (Raffino Reference Raffino1988). En algunos casos, la adscripción de equipos e investigadores a uno de estos bloques o a un sitio arqueológico puntual, y el carácter excepcional de ocupaciones de momentos transicionales, han tendido a reforzar las interpretaciones de los periodos como internamente homogéneos y sustancialmente diferenciados del resto. Asimismo, esta tendencia ha asegurado la reproducción de una presunción que se encuentra en el sustrato de las ideas sobre los procesos históricos del NOA: la gradualidad y constancia en el incremento de algunas variables que asociamos con la complejidad social, como la producción agrícola y su intensificación, el sedentarismo, la jerarquización, la especialización artesanal, entre otras.
Bajo la premisa anterior se han reconocido cambios estructurales, pero se han velado las tendencias que trascienden a esas transformaciones. También esto ha dificultado el análisis y la compresión de los momentos transicionales que en su mayoría se presentan como puntos de inflexión acelerados donde la causalidad, los agentes implicados y la temporalidad de los mismos permanecen indeterminados.
En contraste, aportes recientes han enfatizado que la intervención de paisajes, escenarios construidos y conjuntos artefactuales constituyen una fuerza capaz de modelar las relaciones humanas, con una trascendencia que excede a las generaciones de los constructores originales de dichos colectivos (Cortés Reference Cortés2013; Haber Reference Haber2011; Meléndez et al. Reference Meléndez, Kulemeyer, Quesada, Lupo and Korstanje2018; Orgaz et al. Reference Orgaz, Ratto and Coll2014). De esta manera, las continuidades arraigadas en la reproducción cotidiana de los principios que organizan el mundo social y que tienen su expresión en diferentes materialidades, no solamente pueden ser aprehendidas a través del estudio pormenorizado de los episodios de cambio abrupto, sino también desde la inmanencia de las prácticas afincadas en la tradición (Roddick y Hastorf Reference Roddick and Hastorf2010). Lo cotidiano constituye una ventana privilegiada para observar las dinámicas de apropiación, mantenimiento y alteración del orden social. Posibilitaría también vislumbrar cómo algunas tendencias trascienden, incluso en momentos signados por transformaciones estructurales de las relaciones humanas.
Este trabajo pretende dar cuenta de las continuidades y cambios producidos en las formas de construir y habitar lugares, fabricar, utilizar y descartar materialidades en el valle de Anfama (Tucumán, Argentina), en distintos momentos de su historia prehispánica. Para ello, se propone un enfoque centrado en el paisaje concebido como los ensamblajes de prácticas, materialidades, relaciones y sentidos en los que las personas participan (Acuto Reference Acuto2013; Robb Reference Robb2013).
El registro arqueológico relacionado a las modalidades arquitectónicas, los estilos cerámicos, las estrategias líticas y fechados radiocarbónicos evidencian la existencia de ocupaciones humanas durante un lapso que se extiende al menos desde 400 aC hasta 1500 dC. Los estudios realizados, considerando la totalidad de ocupaciones arqueológicas identificadas y sus correspondientes asignaciones cronológicas relativas y absolutas, ofrecen un contexto que permite pensar las dinámicas históricas locales y su vinculación con los procesos de espacios circundantes y con las tendencias regionales. La variabilidad del registro arqueológico pone de manifiesto pulsos de cambio con cierta intensidad, rupturas, derivas, retracciones y continuidades en los conjuntos artefactuales, entornos construidos y paisajes, los cuales implican un análisis temporal ciertamente complejo.
Proponemos un abordaje de la temporalidad que pretende dar cuenta de la variación diacrónica del registro arqueológico local y discutimos la tendencia a la formación de paisajes marcados por la dispersión de las ocupaciones como una estrategia sistemática de los colectivos habitantes de este lugar. Para tal fin, presentamos los avances empíricos e interpretativos realizados a partir de la correlación de escenarios construidos, materialidad y dataciones radiocarbónicas.
El caso de estudio de Anfama
Anfama, ubicación y antecedentes
El valle de Anfama, de unos 70 km2 de superficie, se emplaza en la vertiente oriental de las Cumbres Calchaquíes, en el departamento Tafí Viejo, en el noroeste de la provincia de Tucumán, entre los 1.300 y 2.500 m snm aproximadamente (Figura 1). Forma parte de la ecoregión de las yungas, específicamente de su piso más elevado, el bosque montano. La topografía de la cuenca es sumamente escarpada, combinando estrechas zonas de cumbres planas, quebradas profundas y sectores de fondo de cuenca donde se extienden terrenos de menores pendientes con mayor depositación de sedimentos. La serranía forma una cuenca hidrográfica encajonada entre cerros de gran altura que reciben desde su lado oriental cantidades considerables de precipitaciones (700 mm como promedio anual actual).
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Figura 1. Cuenca de Anfama con los sitios arqueológicos referidos en el texto discriminados por bloques cronológicos.
El sector de bosques húmedos y selvas meridionales del NOA fue investigado de manera esporádica hasta hace relativamente poco tiempo (Berberián y Soria Reference Berberián and Soria1972; Berberián et al. Reference Berberián, Azcárate and Caillou1977; Heredia Reference Heredia1974; Quiroga Reference Quiroga1899; Ryden Reference Ryden1936). El énfasis en los estudios de valles intermontanos y bolsones puneños relegó a las yungas a un lugar secundario en las explicaciones, considerándolas como un área de escaso desarrollo cultural, periférica y atrasada en relación con las “altas culturas andinas” (Ortiz et al. Reference Ortiz, Heit, Nieva, Zamora, Batallanos, Chapur, Alejandra Korstanje, Lazzari, Basile, Bugliani, Lema, Domingorena and Quesada2015). Sin embargo, en los últimos años se han iniciado proyectos que han generado datos e interpretaciones de primera mano, matizando y complejizando las visiones tradicionales (Caria Reference Caria2004; Corvalán Reference Corvalán2008; Ortiz et al. Reference Ortiz, Heit, Nieva, Zamora, Batallanos, Chapur, Alejandra Korstanje, Lazzari, Basile, Bugliani, Lema, Domingorena and Quesada2015).
El valle de Anfama no escapó a esta tendencia, en tanto permaneció prácticamente desconocido para la arqueología hasta tiempos recientes. Los exiguos antecedentes incluían una breve descripción realizada por Quiroga (Reference Quiroga1899), quien registró una serie de conjuntos arquitectónicos y esculturas líticas. Posteriormente, Cremonte (Reference Cremonte1996) llevó a cabo una serie de sondeos en el marco de su estudio sobre La Ciénega, identificando rasgos compartidos en las tradiciones alfareras del valle de Tafí.
Arqueología en el bosque montano
Desde el año 2014, hemos llevado a cabo investigaciones sistemáticas en el área. A partir de sucesivos convenios de colaboración con la comunidad local, se identificaron 14 áreas de concentración de evidencia arqueológica (Figura 1). Las ocupaciones arqueológicas se identificaron y caracterizaron a través de una serie de tácticas que fueron aplicadas y combinadas de manera versátil para generar una visión global de las lógicas de construcción de paisajes en la cuenca y sortear las dificultades de la baja visibilidad de los sitios (Texto Suplementario 1).
La construcción de una secuencia cronológica y la asignación temporal de cada sitio identificado es un aspecto básico para la interpretación de las dinámicas de los procesos sociales que se materializaron en un paisaje con múltiples ocupaciones. Los relevamientos y las excavaciones realizadas posibilitaron la construcción de indicadores temporales relativos y absolutos y la inserción de los casos particulares dentro de procesos sociales más amplios del NOA. Sin embargo, en esta primera aproximación que considera al tiempo en términos lineales no hemos recurrido al uso de periodificaciones con expectativas apriorísticas o generadas en otras zonas, sino que proponemos una serie de bloques cronológicos, definidos en base a los atributos de cuatro líneas de la materialidad que se asocian de manera recurrente.
Los atributos considerados fueron: (a) Asentamiento y arquitectura: características constructivas de muros (selección de bloques líticos, apariencia de los lienzos, altura, espesor y regularidad de los paramentos; Figura 2), diseños de plantas de recintos, adosamiento de recintos en unidades, distanciamiento de unidades, superficie habitable y superficie construida en cada sitio, e índice de agrupamiento por bloque en la cuenca (Tabla 1); (b) Cerámica: naturaleza de las pastas, densidad y granulometría, acabados de superficies, decoraciones y formas de las vasijas; (c) Lítico: materias primas, organización tecnológica y morfología de puntas de proyectil; (d) Rocas intervenidas: materia prima, tipología, técnica, motivos decorativos y portabilidad (Tabla Suplementaria 1). Los bloques propuestos fueron asignados a rangos cronológicos a partir de la calibración de 15 dataciones radiocarbónicas y corregidos a través de las asociaciones estratigráficas específicas observadas en los sitios multicomponentes.
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Figura 2. Muros asociados con los cuatro bloques cronológicos (B). Columnas de izquierda a derecha: Número de bloque; vista frontal de los muros; perfil frontal desde el interior; y la sección transversal. Escala, en todos los casos, equivale a 50 cm (fotos de Julián Salazar, Juan Montegú y Francisco Franco). (Color en la versión electrónica)
Tabla 1. Análisis espacial por bloques cronológicos y sitios.
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En un segundo movimiento interpretativo, el tiempo como secuencia deja lugar al tiempo como aspecto constitutivo y estructurador de la práctica (Lucas Reference Lucas2005), en el cual los bloques se desdibujan, se solapan y se atraviesan de la misma manera en que eventos constructivos, habitacionales y depositacionales de múltiples temporalidades se superponen en el paisaje. La idea de palimpsesto material (Bailey Reference Bailey2007), como ensamblajes constituidos por diversos arreglos relacionales de objetos que se superponen, mezclan y remueven, permite pensar en la temporalidad de la materia como un atributo que al ser experimentado sea difícilmente seccionado en compartimentos estancos. Por otra parte, el concepto de tradición (Roddick y Hastorf Reference Roddick and Hastorf2010), como un conjunto de saberes y disposiciones prácticas que se actualizan y modifican en la ejecución de técnicas, decisiones y elecciones, permite reflexionar sobre pervivencias y continuidades aún en situaciones estructurales cambiantes.
Materialidad y tiempo en Anfama
Bloque I (400 aC a 50 aC)
El primer milenio aC implicó en la región un lapso de marcadas transformaciones. Sin embargo, ya sea por las lógicas de construcción del paisaje propias del periodo, o por la intensidad de las ocupaciones posteriores, las evidencias arqueológicas son fragmentarias, esquivas y predominantemente se encuentran alteradas o parcialmente destruidas por eventos depositacionales posteriores (Caria Reference Caria2004; Cortés Reference Cortés2013; Martínez et al. Reference Martínez, Mauri, Mercuri, Caria and Oliszewski2013; Míguez et al. Reference Míguez, Caria, Muntaner, Baroni, Guerrero and Barazzutti2017; Scattolin Reference Scattolin, Williams, Ventura, Callegari and Yacobaccio2007).
En este sentido, la presencia en el sitio Casa Pastor (TUC-TAF-CP001) de un recinto utilizado durante este periodo es especialmente relevante para la arqueología regional, puesto que es la evidencia de arquitectura más temprana hallada hasta el momento en el sector sud Calchaquí. El rasgo constructivo consiste en un muro de piedra de 30 cm de alto, de hilada uniforme y compacta (Figuras 2:BI y 3a), quizás conformando la base de un recinto de planta circular (de unos 10 m de diámetro inferido), construido mayormente con material perecedero. La configuración arquitectónica de la estructura, cuya inversión de trabajo es baja y que requeriría de un mantenimiento recurrente, permite proponer que la misma estuvo destinada a una ocupación estacional o no permanente (Diehl Reference Diehl1997; Roth Reference Roth, Roth and McBrinn2016). La intervención del sector respondió al llamado de rescate de una familia local, cuya vivienda se encuentra por encima del recinto arqueológico, lo cual imposibilita ampliar las excavaciones.
El conjunto material recuperado se constituye de fragmentos de cerámica tosca u ordinaria, es decir, con paredes (>5,0 mm) y antiplásticos (>0,5 mm) gruesos, cocidos en atmósferas oxidantes y sin decoraciones, incluyendo también un fragmento de estatuilla zoomorfa representando a un camélido (Figura 3c), instrumentos, núcleos y desechos líticos y manos de moler (Figura 3b), que corresponden a las partes activas de molinos de mano planos. El piso ocupacional (UE151) de la estructura intervenida fue datado en 2137 ± 31 aP (AA107303, fruto de chañar —Geoffroea decorticans— carbonizado, δ13C = −22,2%).
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Figura 3. Casa Pastor: (a) muro simple de estructura de planta circular construida mayormente de materiales perecederos (escala 1 m); (b) mano de moler recuperada en la UE151, piso ocupacional de la estructura; (c) detalle de aplicación zoomorfa en cerámica ordinaria (escala 1 cm) (fotos de Julián Salazar). (Color en la versión electrónica)
La presencia de este carporresto de chañar permite inferir la importancia de actividades relacionadas a la recolección de vegetales, así como los eventos de cosecha que pueden haber implicado ciertas partidas específicas. Los instrumentos de molienda recuperados posiblemente se asocian al procesamiento de este tipo de recursos silvestres, ya que hasta la actualidad no se han observado evidencias de plantas domesticadas, ni de materialidades relacionadas a labranzas agrícolas.
Complementariamente, la UE934, correspondiente al relleno inferior de un pozo cavado en la roca madre, bajo el piso de un recinto residencial del sitio Mortero Quebrado (MQ, U4, R45; Figura 3), fue datada en 2390 ± 80 aP (LP-3688, madera carbonizada, δ13C = −24‰). Esta datación pondría la ocupación de esta estructura entre 761 y 347 cal aC, aunque probablemente bajo modalidades que no son fácilmente observables, ya que los eventos constructivos más intensos se evidencian a partir de 50 cal dC y se describen en el próximo bloque.
Bloque II (50 aC a 800 dC)
En los inicios del primer milenio dC se observa el aumento de unidades residenciales constituidas por estructuras de planta circular, con mayor solidez constructiva y equipos domésticos orientados al procesamiento de productos agrícolas. Los sitios correspondientes a este periodo están formados por una o varias unidades residenciales, conformadas un gran patio circular al cual se adosan múltiples recintos menores. Esta morfología constructiva es similar a la que se observa a lo largo del primer milenio de la era cristiana en Tafí, La Ciénega y áreas aledañas (Berberián y Nielsen Reference Berberián, Nielsen and Berberián1988; Cremonte Reference Cremonte1996; Oliszewski Reference Oliszewski2017; Salazar Reference Salazar2011; Sampietro y Vattuone Reference Sampietro and Vattuone2005, entre otros). Sin embargo, en Anfama presentan la particularidad de que para su construcción se aprovechan grandes lajas disponibles localmente que, colocadas de manera vertical, generan lienzos muy regulares (Figura 2:BII). La techumbre, construida con materiales perecederos, habría estado apoyada en estructuras basadas en postes, cuyas huellas se observan en el punto central de algunos recintos adosados y en zonas próximas a los muros de los amplios patios, donde se habrían establecido galerías. Estas unidades residenciales involucran una considerable inversión de trabajo, no sólo en la selección de los bloques de grandes y delgadas lajas, y la prolija y uniforme confección de paramentos, sino también en algunos rasgos internos, como pozos cavados en la roca madre, que conservan evidencia de múltiples actividades.
La cerámica se corresponde estilísticamente con ocupaciones contemporáneas del área sud Calchaquí (Cremonte Reference Cremonte1996; Heredia Reference Heredia1974; Scattolin Reference Scattolin2006, Reference Scattolin, Williams, Ventura, Callegari and Yacobaccio2007): formas simples confeccionadas en pastas gruesas y finas, mayormente cochuradas en atmósferas oxidantes u oxidantes incompletas, aunque existen en mínimas proporciones las reductoras, y con escasas decoraciones (aplicaciones modeladas, baños de color rojo, e incisiones lineales y punteadas).
Los conjuntos líticos se corresponden con estrategias tecnológicas expeditivas, predominando el uso de materias primas locales (i.e., cuarzo, cuarcita, pizarra, metamórficas), núcleos de tecnología amorfa, e instrumentos con escasa inversión de trabajo. Se registra a partir de este bloque la presencia, en bajos porcentajes, de obsidianas en forma de puntas de proyectil triangulares con y sin pedúnculo, filos naturales y desechos de talla. Estudios de procedencia por medio de XRF indican que este material alóctono es preponderantemente de Ona-Las Cuevas (ubicada unos 240 km en línea recta hacia el noroeste de Anfama), siendo posible la participación de otras fuentes (Montegú Reference Montegú2018). Son frecuentes también artefactos ovoidales pulidos con marcas de percusión en sus extremos, asociables a piedras de honda.
Respecto a los instrumentos de molienda, se observa un gran número y variedad de diseños, así como de materias primas aprovechadas, presentándose en proporciones predominantes los molinos de mano cóncavos y plano-cóncavos, los cuales se utilizaron mayoritariamente para la molienda de maíz (Zea mays), según se determinó a partir de análisis de microrrestos. Además, los estudios de adherencias en cerámicas utilitarias y el análisis de macrorrestos vegetales demostraron el consumo de zapallo (Cucurbita sp.), poroto (Phaseolus vulgaris y Lupinus mutabilis), y tubérculos (Oxalis tuberosa).
Las evidencias recabadas en estos sitios permiten proponer una economía basada en prácticas productivas, principalmente referidas al desarrollo de actividades agrícolas. Esta idea se sustenta tanto en la presencia de vegetales domésticos como de instrumental orientado a su procesamiento. A esto se suman los canchones detectados en el sitio La Larga, aunque las condiciones físicas y pedológicas de Anfama no requieren necesariamente de la construcción de estructuras para el desarrollo de la agricultura. Respecto al aprovisionamiento de recursos animales, creemos que hubo una combinación de prácticas de manejo de camélidos (hipótesis basada en indicadores indirectos, como la alusión a estos animales mediante figuras de cerámica y tallas líticas) y caza de animales silvestres.
Las unidades residenciales se presentan de manera aislada o en concentraciones dispersas (distanciadas medias entre 72 y 135 m) y factores de ocupación del suelo (FOS) muy bajos, menores a 3%. Algunos espacios domésticos han sido singularizados, a través de bloques líticos graníticos y esquistosos decorados con motivos antropomorfos (mascariformes y fálicos), zoomorfos y abstractos (Tabla Suplementaria 1). En este bloque temporal se incluyen las ocupaciones registradas en cinco sitios: Mortero Quebrado, El Sunchal, La Larga, Loma Bola y Aliso Redondo.
Mortero Quebrado, TUC-TAF-MQ001 (2.300 m snm)
Este asentamiento se ubica en un sector de cumbre, a través del cual se distribuyen siete unidades arquitectónicas a lo largo de más de 500 m. Las mismas están compuestas por estructuras de piedra que oscilan entre tres y ocho recintos circulares cada una, entre 2 y 5 m de diámetro aproximadamente, con un espacio central de mayores dimensiones, superiores a los 10 m de diámetro (Figura 4), con una distancia media observada de 135 m.
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Figura 4. Mortero Quebrado: (a) planimetría general del sitio; (b) planimetría de Unidad MQ-U2; (c) roca grabada identificada en el piso ocupacional del R45 de la unidad MQ-U4 (escala 10 cm) (foto y ilustración de Julián Salazar y Rocío Molar). (Color en la versión electrónica)
Las excavaciones allí realizadas (un total de 73 m2 distribuidos en tres unidades: U2, U4 y U5) permitieron constatar el carácter residencial de las estructuras, a través de un amplio y diverso conjunto de material constituido por cerámicas utilitarias, manos de moler, molinos planos pequeños, material vegetal carbonizado, alisadores, yunques líticos, concreciones arcillosas termoalteradas y puntas de proyectil de obsidiana. A su vez, se registran también rasgos internos como fogones en cubeta y pozos cavados en la roca madre. El análisis del conjunto cerámico muestra vasijas aptas para el almacenaje, cocción, consumo y servicio de alimentos, predominando grupos ordinarios, y escasos fragmentos decorados. Los artefactos líticos se asocian a acciones de cortar, raspar, desbastar y perforar, siendo adscribibles a tareas de procesamiento de alimentos y producción de otras tecnofacturas.
Las viviendas de este sitio se emplazan en espacios levemente elevados sobre el terreno circundante, lo que genera que todas ellas sean intervisibles con las estructuras vecinas. Además, algunas fueron destacadas por la presencia de rocas intervenidas a través de la formatización, talla en bulto, grabado y/o pulido, en superficie y en excavación, con distintos tipos de decoraciones, en ciertos casos en etapas de manufactura e incluso fracturadas (Tabla Suplementaria 1).
Hasta el momento se han realizado cuatro dataciones radiocarbónicas correspondientes a este bloque: (1) en el piso ocupacional (UE106) del R34, recinto lateral de la unidad MQ-U2, 1725 ± 20 aP (AA107302, madera carbonizada, δ13C = −24,9‰); (2) en el piso ocupacional (UE152) del R33, recinto central de la unidad MQ-U2, 1580 ± 60 aP (LP3684, madera carbonizada, δ13C = −24‰); (3) en un rasgo interno (UE618) del patio central de la unidad MQ-U5, 1855 ± 29 aP (D-AMS 024746, madera carbonizada); (4) en el piso ocupacional de R3 (UE631), recinto lateral de la unidad MQ-U5, 1649 ± 30 (D-AMS 024745, madera carbonizada). Estas dataciones marcan la ocupación más intensa del sitio entre 50 y 600 cal dC.
El Sunchal, TUC-TAF-ES001 (1.800 m snm)
Este asentamiento se ubica en la zona de fondo del valle y presenta en superficie numerosas evidencias de ocupaciones prehispánicas y subactuales, cuya interpretación se dificulta por intensos procesos de depositación y múltiples eventos de construcción, abandono, destrucción parcial y reocupación.
Se realizaron excavaciones (en total 81 m2) en un espacio donde se concentraban evidencias superficiales y una depresión circular de unos 10 m de diámetro. A partir de estas intervenciones, se detectó al menos una ocupación asignable al bloque temporal II: un recinto de planta circular definido por un muro simple de lajas clavadas verticalmente, asociado a otro de mayores dimensiones que probablemente correspondía al patio central de una unidad residencial. Estas estructuras sufrieron una alteración sustancial después de su abandono, lo cual implicó la remoción de la mitad de la superficie del recinto circular.
Los materiales identificados en el piso ocupacional de este espacio residencial son asignables a conjuntos domésticos. Entre ellos destacan fragmentos cerámicos toscos correspondientes a ollas y cántaros y, en menor proporción, finos asignables a vajilla de servicio como pucos y vasos. Se resalta la presencia de artefactos de molienda, especialmente de bases de molino de mano planas y plano-cóncavas de grandes dimensiones, y de manos cuyas características morfotecnológicas son acordes a esas bases. El conjunto lítico presenta filos naturales con rastros complementarios, muescas, raspadores, perforadores y percutores de cuarzo y cuarcita, además de preformas y puntas de proyectil de obsidiana y cuarzo. En asociación estratigráfica también se recuperaron dos rocas intervenidas, entre ellas una representación fálica y una pieza rectangular tabular de pequeñas dimensiones con grabados hemiesféricos en una de sus superficies. Estos pueden relacionarse a otras tres piezas similares que se localizaron descontextualizadas en las inmediaciones del sitio.
Se han realizado cinco fechados en estratos correspondientes a este componente en el sitio: (1) en el piso ocupacional (UE009) del recinto circular, 1993 ± 25 aP (D-AMS 028234, madera carbonizada); (2) en un depósito interpretado como basurero extramuros (UE012), 1744 ± 27 aP (AA105495, grano de maíz carbonizado, δ13C = −22,8%); (3) en un depósito asociado a la base del muro del patio (UE057), 1671 ± 22 aP (D-AMS 028232, madera carbonizada); (4) en un depósito interpretado como un piso ocupacional extramuros (UE023) 1557 ± 25 aP (D-AMS 024743, madera carbonizada); (5) en la superficie de un pozo con evidencias de termoalteración (UE028), 1253 ± 31 aP (D-AMS 024744, madera carbonizada). Las dataciones definen cronológicamente a esta fase de ocupación entre 20 y 850 cal dC.
La Larga, TUC-TAF-LLa001 (1.950-2.100 m snm)
En una zona de cumbre que se extiende por 2 km de este a oeste, se presentan 14 unidades distribuidas de manera dispersa, con una distancia media observada de 72 m. La visibilidad de las estructuras en superficie resultó óptima debido a la escasez de vegetación, en tanto su conservación es buena. La mayoría de las unidades registradas corresponden a estructuras de planta circular o subcircular, con patios de 10 a 15 m de diámetro aproximadamente, y recintos de menor tamaño adosados a los mismos. Entre las distintas unidades se observa la presencia de grandes recintos aislados, cuya morfología es compatible con la de canchones de cultivo y/o corrales. Se realizaron cuatro sondeos aleatorios de 1 × 1 m, tres dentro de recintos laterales, y uno en un patio central. En estas intervenciones se recuperó una gran cantidad de cerámica doméstica en buen estado de conservación y asignable estilísticamente al primer milenio, entre ella los restos de un cuerpo de vasija antropomorfa modelada, con gruesas incisiones perpendiculares entrelazadas a modo de un textil, escasos instrumentos líticos y abundante material carbonizado.
Loma Bola, TUC-TAF-LoB001 (2.100 m snm)
En un faldeo se emplazan 16 unidades de planta circular y subcircular. Son en su mayoría complejas, siguiendo los mismos patrones constructivos que en los sitios Mortero Quebrado y La Larga, con una distancia media observada de 99 m. En ocasiones estas se mezclan con unidades aisladas, posiblemente corrales y/o canchones de cultivo. La visibilidad de las estructuras no es buena debido a la cobertura vegetal, siendo las más visibles aquellas que se encuentran atravesadas por los senderos actuales.
Aliso Redondo-Las Cañaditas, TUC-TAF-AlR001 (1.900 m snm)
En una zona de cumbre de 1 km de largo, paralela hacia el sur a La Larga, se registraron ocho unidades, cuatro con evidencias asignables a este periodo. Las mismas se distribuyen en el paisaje de manera dispersa con una distancia media observada de 110 m. En superficie se registró una gran roca erguida, con numerosas cavidades hemiesféricas alineadas, asociada a un muro residencial. Este espacio habría sido reocupado en momentos posteriores, que aquí definimos dentro del Bloque IV.
Las Pavitas, TUC-TAF-LPa001 (1.730 m snm)
En una terraza del río Anfama, se relevaron dos conjuntos de estructuras circulares con muros de rocas de gran porte. En sectores perimetrales se disponen algunos muros lineales de piedra, que contienen el terreno y presentan un bajo grado de conservación. Allí se realizaron dos sondeos exploratorios donde se recuperaron artefactos de molienda móviles y materiales líticos tallados. La cerámica es mayormente tosca, pero también se presentan tiestos con engobes rojos y una aplicación modelada de un rostro, estilísticamente asignable al primer milenio.
Bloque III (800 dC a 1000 dC)
Los últimos siglos del primer milenio de la Era marcan en la región ciertas transformaciones que trastocan la vida aldeana como se había venido reproduciendo hasta el momento. Los abandonos de numerosos sitios —por ejemplo, El Pedregal (valle de La Ciénega) o La Bolsa 1 (valle de Tafí) hacia 800 dC (Cremonte Reference Cremonte1996; Salazar Reference Salazar2011)— marcan el fin del uso de una configuración arquitectónica replicada a lo largo de casi un milenio. La información sobre ocupaciones sincrónicas en sectores vecinos es aún escasa, hallándose sitios que presentan ocupación anterior y posterior como Morro del Fraile (Nastri et al. Reference Nastri, Schaefers and Moritán2010), y otros que comenzarían a ser poblados en el mismo lapso como Morro de Las Espinillas (Scattolin Reference Scattolin, Williams, Ventura, Callegari and Yacobaccio2007), El Remate (Aschero y Ribotta Reference Aschero, Ribotta, Arenas, Manasse and Noli2007) y El Colorado (Palamarczuk Reference Palamarczuk2016).
En Anfama observamos la presencia de novedades en las técnicas constructivas y de algunas innovaciones en los estilos alfareros. Principalmente se abandona la forma de construir y estructurar el espacio residencial, vinculando recintos circulares a patios centrales amplios, y aparecen estructuras simples, de planta subrectangular y muros informales (Figura 2:BIII). Los conjuntos cerámicos incorporan grupos ordinarios marleados (acabado de superficie realizado con un instrumento tipo peine, posiblemente un marlo), que se presentan sobre todo en vasijas ápodas de gran tamaño, y algunos tipos cerámicos con antiplásticos más finos o sin agregado intencional de desgrasantes en la vajilla de servicio, entre ellos negros pulidos, sin que se observen mayores variaciones de conjunto en otros indicadores como atmósferas de cocción, pintura o policromía (Franco Reference Franco2019).
La tecnología lítica del bloque no muestra diferencias con respecto al anterior, predominando los recursos locales (sobre todo cuarzo y cuarcita) y diseños expeditivos. La presencia de obsidiana es menor cuantitativamente y esta asociada a desechos de talla y a una sola punta de proyectil. Se desconoce específicamente la fuente de estas obsidianas, aunque macroscópicamente son compatibles con Ona-Las Cuevas y otras fuentes menores del NOA.
El Sunchal, TUC-TAF-ES001 (1.800 m snm)
El sitio El Sunchal presenta una ocupación que implicó la destrucción parcial de las estructuras residenciales previas del Bloque II. Por encima de estas se superpuso un recinto de planta subrectangular, determinado por un muro bajo y simple, constituido por bloques heterogéneos, que no definen un lienzo regular, sino por el contrario, dan apariencia de un amontonamiento de rocas sobre las cuales sujetar otros materiales, probablemente perecederos (Figura 5).
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Figura 5. El Sunchal: (a) planimetría del área de excavación más amplia del sitio, con los rasgos constructivos identificados y su asignación a bloques cronológicos; (b) estructura correspondiente al Bloque III, capturada por drone; (c) cerámica ordinaria marleada, grupo tecnológico del Bloque III y siguientes, hasta 1500 dC (fotos de Julián Salazar). (Color en la versión electrónica)
En el piso ocupacional (UE066) se recuperó un conjunto doméstico constituido por abundantes restos cerámicos y líticos, incluyendo fragmentos de vasijas de tamaños variados, tubos de pipa, estatuillas zoomorfas, cuchillos, raspadores, alisadores y una punta de proyectil triangular apedunculada de obsidiana. La alfarería identificada presenta una relativa continuidad morfoestilística en relación con la observada para el Bloque II, pero también se observan algunas innovaciones importantes. La principal a nivel macroscópico es la presencia de grupos alisados por marleado. Se recuperaron dos grandes cántaros con elevado grado de integridad, uno de ellos marleado dispuesto sobre un pozo bajo el nivel ocupacional, así como numerosos fragmentos correspondientes a una decena de vasijas con estas características. También se identificó la presencia de morfologías novedosas como pucos con bordes entrantes, estatuillas zoomorfas y asas en forma de herradura. A nivel microscópico, la caracterización de cortes delgados permitió observar pastas finas sin agregado intencional de antiplásticos, mayor variabilidad en las inclusiones identificadas y la ampliación en los modos de hacer alfareros en relación con momentos precedentes (Franco Reference Franco2019).
Se han realizado dos fechados en estratos correspondientes a este componente en el sitio: (1) en un estrato de relleno (UE037) por encima del piso ocupacional, 1136 ± 21 aP (D-AMS 028233, madera carbonizada); y (2) en el piso ocupacional (UE066), 1138 ± 23 aP (D-AMS 028235, madera carbonizada). Las dataciones definen cronológicamente a esta fase de ocupación entre 890 y 1015 cal dC.
Bloque IV (1400 dC a 1500 dC)
Los siglos catorce y quince dC constituyen en la periodificación del NOA el último tramo del período Intermedio tardío, y posiblemente el advenimiento de la presencia incaica en la región. La implementación de diferentes estrategias permitió reconocer tres ocupaciones en Anfama: Casa Rudi, La Laguna y Aliso Redondo-Las Cañaditas.
Se trata de asentamientos residenciales, de carácter discreto y de fácil acceso, sin estructuras defensivas (Vázquez Fiorani Reference Vázquez Fiorani2019). Las tres ocupaciones se caracterizan por su baja densidad ocupacional y su patrón disperso sobre el espacio (FOS inferiores al 10% y distancias medias observadas entre unidades constructivas de 41 m y 70 m). Es notable la tendencia a la reocupación de los mismos espacios habitados en el milenio anterior. Si bien en este momento las prácticas agrícolas están fuertemente afianzadas en la región, no se han detectado aún evidencias directas de las mismas. El pastoreo de camélidos, por su parte, se constata en el registro arqueofaunístico, con la pervivencia de prácticas extractivas.
En el registro lítico se observa una continuidad en las estrategias expeditivas para la obtención de filos y puntas, y el predominio del uso de recursos locales: cuarzo, cuarcita y rocas metamórficas. También se continúa registrando la presencia de obsidiana como único recurso no local en forma de desechos de talla y una punta de proyectil (macroscópicamente compatibles con Ona-Las Cuevas y otras fuentes menores del NOA). En las puntas de proyectil se observan cambios morfológicos, limitándose exclusivamente a puntas triangulares pequeñas apedunculadas de base escotada.
Casa Rudi, TUC-TAF-CR001 (1.650 m snm)
El sitio Casa Rudi se emplaza en una terraza de fondo de cuenca, en una zona de pendientes suaves y poco pronunciadas. En el mismo se pudieron delimitar tres grandes áreas de actividad humana prehispánica que incluyen espacios residenciales y de molienda.
Este sitio se encuentra en un lugar de fácil acceso, sin restricciones para su circulación, vinculado al curso de agua principal de la cuenca. Las intervenciones, de 16 m2, permitieron establecer que la ocupación constituía una instalación residencial, en donde se llevaron a cabo actividades relacionadas con el procesamiento y consumo de alimentos. En el conjunto cerámico predominan las formas pequeñas abiertas y cerradas (por ejemplo, pucos) de estilos decorados, y las grandes ollas ordinarias con características tecnomorfológicas y marcas de hollín. No se observa una distinción entre el uso de piezas decoradas y ordinarias. En esta línea, no existe una separación entre los ámbitos de uso de la cerámica santamariana y los objetos no decorados, como las ollas y los pucos ordinarios y ordinarios alisados por marleado. Además, la observación de fracturas frescas de estos materiales permitió determinar que no existía una diferenciación marcada en las técnicas y manufactura de ambos estilos (santamariano y ordinario alisado marleado). La incorporación de parámetros iconográficos regionales, vinculados a la cerámica santamariana, convive con elecciones técnicas “no visibles” de larga data en la región asociadas a procesos de manufactura. Ambas se conjugan en las actividades diarias, en tareas domésticas.
Por otro lado, los materiales líticos tallados en su mayoría son desechos de talla en etapas medias y finales de su formatización, lo cual sugiere que en el sitio también se estaban realizando actividades de fabricación y mantenimiento de instrumentos. En lo que refiere a las materias primas, se aprovechó principalmente el cuarzo, la cuarcita y rocas metamórficas, cuyo aprovisionamiento sería local. En menor medida, se registraron obsidianas, como único recurso no local. En el conjunto se recuperaron tres puntas de proyectil apedunculadas pequeñas de limbo triangular y base escotada, dos de cuarzo y una de obsidiana.
Es probable que los filos líticos hayan sido utilizados para desbastar o hayan estado implicados en el trozamiento de los restos faunísticos que también se recuperaron en el contexto. En esta línea, los especímenes arqueofaunísticos identificados (evidencia prácticamente nula en ocupaciones previas) con huellas de corte fueron predominantemente Lama sp. y Artiodactyla indet. y sus partes anatómicas principalmente corresponden a los miembros (metapodio, fémur, tibia y radio), lo cual indica que los individuos ya ingresaban al recinto trozados (Vázquez Fiorani Reference Vázquez Fiorani2019).
A diferencia de los conjuntos de instrumentos de molienda registrados en contextos del primer milenio, las manos de moler recuperadas corresponden mayoritariamente a manos de mortero. Esto sugiere que los instrumentos activos eran utilizados en las grandes superficies de molienda próximas y guardadas en el espacio residencial.
Se han realizado dos fechados en estratos correspondientes a este sitio: (1) en la superficie extramuros con evidencias de termoalteración (UE010), 465 ± 20 aP (D-AMS 022988, madera carbonizada); (2) en un relleno, asociado a una concentración de fragmentos cerámicos santamarianos en sector extramuros (UE502), 460 ± 20 aP (D-AMS 022989, fruto de chañar —G. decorticans— carbonizado).
La Laguna, TUC-TAF-LLg001 (1.900 m snm). Se emplaza a lo largo del filo homónimo siguiendo la dirección noroeste–sudeste y está compuesto por una serie de estructuras rectangulares asociadas a muros de contención. Se halla en un sector neurálgico del camino que conecta el valle de Anfama con el de Tafí a través de La Ciénega, además de poseer una vista estratégica de las terrazas fluviales de la cuenca. Se identificaron cuatro unidades arquitectónicas, dos compuestas y dos simples, asociadas a posibles muros de contención. No posee arquitectura defensiva ni restricciones para su circulación, además de encontrarse ligado a un curso de agua cercano. Las estructuras de planta ortogonal de La Laguna están constituidas por grandes muros dobles, lo cual evidencia alta inversión de trabajo en su manufactura (Figuras 2:BIV y Figura 6). El conjunto cerámico recuperado estaba integrado exclusivamente por materiales de filiación tardía (santamariano, famabalasto negro grabado y ordinario alisado por marleado). En lo que refiere al conjunto lítico se evidencia el predominio de materias primas locales como el cuarzo y la cuarcita. Del conjunto se destaca la presencia de una punta de proyectil triangular pequeña apedunculada de base escotada en roca metamórfica y un núcleo globular pequeño altamente conservado de sílice.
Aliso Redondo-Las Cañaditas, TUC-TAF-AlR001 (1.900 m snm)
Este sitio, ya descrito dentro del Bloque II, muestra evidencias de ocupaciones correspondientes a la primera mitad del segundo milenio de la Era. Siete de los ocho conjuntos presentan arquitectura ortogonal y muros rectos, en ocasiones alterando los recintos circulares subyacentes. En una de las unidades, la E165, el recinto circular fue cortado mediante la superposición de un nuevo muro simple de planta rectangular. En los dos sondeos realizados, se recuperó un conjunto de material discreto, compuesto principalmente por cerámica santamariana y ordinaria alisada por marleado, así como algunos desechos y artefactos líticos (una mano de moler y un núcleo de cuarcita). Por las características de la materialidad en las capas inferiores, donde desaparecen totalmente los estilos adscritos usualmente al período, y aumenta la proporción de alfarería sin decoración, muy similar a la del primer milenio dC, se propone que la ocupación tardía se habría emplazado por encima del asentamiento temprano, como también se vislumbra a partir de la modificación arquitectónica del recinto.
Las lógicas sociales del paisaje, más allá de la secuencia
Los resultados reseñados posibilitan generar una serie de reflexiones sobre la variabilidad del registro arqueológico prehispánico de Anfama. Las ocupaciones relevadas corresponden a poblaciones humanas que habitaron con intensidad variable la región desde unos siglos aC hasta momentos coetáneos a la llegada de los incas. La intensidad de estas ocupaciones no fue estable, sino que evidencia algunos pulsos en los cuales el registro incrementa su visibilidad y otros en los cuales se reduce. Podemos observar que, entre las 15 dataciones realizadas, dos corresponden al Bloque I, nueve al II, dos al III y dos al IV (Figura 7 y Tabla 2). Si bien esta cuantificación surge de una muestra arbitraria, podría extenderse a otros indicadores, especialmente a sitios en superficie, que muestran tendencias análogas: de las 57 unidades constructivas consideradas, el 3,5% presenta evidencias del Bloque I, el 71,92% del II, el 1,75% del III y el 26,31% del IV (Tabla 1). Siete de esas unidades (el 12%) han sido ocupadas en más de un bloque, producto de la destrucción parcial, modificación o superposición de estructuras previas.
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Figura 6. La Laguna: (a) planimetría general del sitio; (b) vista de la excavación del R116 (escala 2 m); (c) fragmentos de puco Famabalasto negro grabado recuperado en la excavación de R116 (fotos de Julián Salazar y Agustina Vázquez Fiorani). (Color en la versión electrónica)
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Figura 7. Dataciones radiocarbónicas de Anfama: (arriba) calibración general de todos los fechados incluidos en el texto (Bronk Ramsey Reference Bronk Ramsey2017; Hogg et al. Reference Hogg, Hua, Blackwell, Niu, Buck, Guilderson, Heaton, Palmer, Reimer, Weimer, Turney and Zimmerman2013); (abajo) solapamiento (función plot stacks de OxCal) de los fechados que muestran la intensidad y los hiatos de la señal arqueológica.
Tabla 2. Calibraciones de 15 fechados de Anfama.
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Nota: Realizadas en OxCal v4.3.2 (Bronk Ramsey Reference Bronk Ramsey2017), curva de calibración SHCal13 (Hogg et al. Reference Hogg, Hua, Blackwell, Niu, Buck, Guilderson, Heaton, Palmer, Reimer, Weimer, Turney and Zimmerman2013).
Dichos pulsos podrían asociarse con diversas modalidades de configurar y habitar paisajes diferenciados: una que respondería a ocupaciones estacionales, no permanentes o menos intensivas (Bloques I y III) con construcciones informales y de menor inversión de trabajo (Figuras 2:BI, 2:BIII, 3 y 5), y otra que parece responder a patrones de mayor recurrencia e intensidad de uso de los mismos lugares (Bloques II y IV) con construcciones de morfologías similares en múltiples sectores del valle y de mayor grado de formalidad (Figuras 2:BII, 2:BIV, 4 y 6), con pisos ocupacionales más densos. Esta variación en los modos de construir y habitar pone en tensión las lecturas en las cuales el sedentarismo se incrementa gradualmente, a la par del aumento demográfico y otros fenómenos como la jerarquización, la desigualdad o la intensificación.
El Bloque I, caracterizado por una elevada movilidad, casi no ofrece evidencias. Eventuales estratos y rasgos arquitectónicos, soterrados bajo ocupaciones más recientes, permiten hipotetizar una baja intensidad o continuidad en el uso puntual de ciertos espacios que ofrecen evidencias fragmentarias. La observación de las características arquitectónicas también permite pensar en sitios con poca inversión de trabajo, lo cual es un indicador de alta movilidad (Diehl Reference Diehl1997; Roth Reference Roth, Roth and McBrinn2016).
El Bloque II, por su parte, muestra el mayor grado de ocupación de áreas habitables en la cuenca, coincidente con la expansión de asentamientos aldeanos en la región (Oliszewski Reference Oliszewski2017; Scattolin Reference Scattolin, Williams, Ventura, Callegari and Yacobaccio2007). La tendencia al agrupamiento se intensifica: numerosos sitios formados por varias unidades arquitectónicas, aunque distanciadas, aumentan. La constante aparición en los mismos de esculturas líticas con formas fálicas, antropo o zoomorfas (Tabla Suplementaria 1), similares a los menhires-huanca observados en el valle de Tafí (García Azcárate Reference García Azcárate1996), puede entenderse como la evidencia de la emergencia de marcadores territoriales, mediadores materiales de las tensiones propias de un espacio con cierta cantidad de población (Aschero Reference Aschero, Nielsen, Rivolta, Seldes, Vázquez and Mercolli2007).
En el Bloque III se evidencian ocupaciones que retoman lugares y alteran estructuras anteriores, construyendo recintos sub-rectangulares, aislados y casi imperceptibles en el paisaje (Figura 5). La infrecuencia del registro de estas ocupaciones, la informalidad de las construcciones y la reducida inversión de trabajo en su configuración permitirían pensar en poblaciones menos permanentes que habitaban múltiples paisajes en circuitos estacionales. El contexto regional signado por la inestabilidad social y política había movilizado el surgimiento de estrategias de construcción del paisaje y modalidades tecnológicas novedosas.
Las evidencias que proceden del Bloque IV, especialmente en Casa Rudi y La Laguna, muestran nuevamente construcciones más sólidas, áreas de actividad más formales, intervenciones más amplias y visibles en el paisaje, lo cual evidencia a su vez la redundancia de las ocupaciones en las mismas locaciones. Las tendencias esperadas para la primera mitad del segundo milenio dC, registradas en los valles intermontanos (aglomeración poblacional en asentamientos defensivos, instalación de infraestructura productiva intensiva, y emergencia de estructuras políticas complejas, ya sean jefaturas o sistemas corporativos) no se observan claramente en el registro arqueológico.
Sin embargo, más allá de la variación dinámica en estas modalidades de configuración de los escenarios habitados e intensidad de las ocupaciones, el elemento que se constituye como una constante en el paisaje es la preponderancia de lo doméstico (Haber Reference Haber2011). La mayor parte de la materialidad identificada refiere a lógicas de apropiación de lugares y estrategias tecnológicas que remiten a dicha escala. Independientemente de los cambios observados, como la tendencia al agrupamiento en los Bloques II y IV, o el incremento o reducción de la cantidad de ocupaciones correspondientes a cada periodo, las instalaciones residenciales se mantienen como los elementos más visibles en el paisaje y conservan un marcado distanciamiento (entre 72 y 135 m de distancia media observada entre unidades constructivas) que genera entornos de experiencias cerrados hacia el interior de cada vivienda. La lógica de construcción de los asentamientos, sin embargo, no impide la conformación de proximidades que pueden ser visuales y que construyen lazos que exceden a lo doméstico, tal como se ha planteado para la vertiente oriental del Ancasti (Quesada et al. Reference Quesada, Gastaldi and Granizo2012).
Dicha modalidad contrasta con lo observado en áreas más occidentales como los valles de Tafí, La Ciénega, Yocavil y/o El Cajón, donde se presenta un mayor grado de nucleamiento poblacional en algunos momentos del primer milenio (Oliszewski Reference Oliszewski2017; Salazar Reference Salazar2011; Scattolin Reference Scattolin, Williams, Ventura, Callegari and Yacobaccio2007) y especialmente en el segundo (Tarragó Reference Tarragó and Tarragó2000). La dispersión se constituyó como una estrategia de asentamiento y uso del espacio persistente, privilegiando la intervisibilidad por sobre la continuidad y contigüidad física, lógica que se reitera también hacia el este de las estribaciones orientales de cumbres Calchaquíes (Caria Reference Caria2004; Caria y Míguez Reference Caria and Míguez2009; Heredia Reference Heredia1974; Ryden Reference Ryden1936, entre otros).
Las escarpadas cumbres del valle habrían impedido los aglutinamientos arquitectónicos y, por ende, favorecido el aprovechamiento de los pequeños espacios de escasa pendiente disponibles en los distintos filos de los cerros y los fondos de cuenca por parte de grupos domésticos de número reducido. Por otro lado, dicha estabilidad que no se condice con las transformaciones esperadas en las secuencias regionales, también se observa en otros casos de estudio, como en Tebenquiche (Haber Reference Haber2011) o Fiambalá (Orgaz et al. Reference Orgaz, Ratto and Coll2014), donde las lógicas de construcción y reproducción del paisaje se mantuvieron hasta entrado el siglo trece.
Roddick y Hastorf (Reference Roddick and Hastorf2010) analizaron los cambios y continuidades en la materialidad registrados en la península de Taraco, Bolivia, durante 2.000 años, a través de la idea de memoria social tanto en los procesos de inscripción e incorporación, como en instancias en que los límites de estas dos categorías dicotómicas se borran, especialmente aquellas donde la materialidad juega roles activos. Las prácticas discursivas y no discursivas que posibilitaron la reproducción de modos de hacer permiten explicar la dinámica social de las tendencias históricas del Formativo en la cuenca del Titicaca, definidas por largos momentos de estabilidad, puntuados por instantes de cambio y reconfiguración, tal como podemos observar en nuestro caso. La tradición, reconceptualizada desde esta perspectiva, ofrece un marco flexible que no opone cambios a continuidades, ya que las estructuras sociales sólo existen y se actualizan en la práctica. Sin embargo, la explicación de ciertas trascendencias aún requiere de elementos de mayor alcance que encontramos en los palimpsestos (Bailey Reference Bailey2007; Lucas Reference Lucas2005).
La perduración de la estrategia de paisajes habitados de manera dispersa pero continua puede originarse en la recurrencia en el uso de determinados puntos para las instalaciones, la cual incluso implica el reordenamiento o la destrucción de estructuras previas para emplazar las nuevas estructuras. En El Sunchal, un recinto circular de lajas clavas habitado a inicios del milenio fue desmontado en buena proporción, junto con un piso ocupacional. Por encima se le construyeron, al menos, dos estructuras sucesivas (Figura 5a), en las cuales se integraron materiales constructivos previos, entre ellos una escultura fálica. En el sitio Casa Rudi la ocupación del Bloque IV, con materiales de estilo Santamariano, se impuso a un componente cuyos artefactos corresponden claramente al primer milenio. En Aliso Redondo, asentamiento aún no excavado en área, distintas estructuras muestran la superposición de eventos constructivos con composiciones de lienzos muy distintos, así como superposiciones de materiales correspondientes a estilos asociados a los Bloques II y IV.
Estos ejemplos de recurrencias y redundancias para ocupar, modificar y reocupar lugares pueden deberse a la escasez de ámbitos habitables, fundamentalmente planos y con acceso próximo a fuentes de agua, en una cuenca muy accidentada. También sería compatible con una multiplicidad y dispersión de espacios cultivables, pero en baja escala y con largos periodos de barbecho. Si bien no hemos registrado estructuras arqueológicas relacionadas a la producción, la agricultura campesina actual en Anfama muestra que se puede cultivar exitosamente maíz en parcelas con pendientes bastante pronunciadas sin la necesidad de infraestructura constructiva.
Sin embargo, algunos sitios, intensamente ocupados en un bloque determinado, como Mortero Quebrado, muestran un verdadero abandono, sin reocupaciones posteriores. Densos estratos de relleno eólico, que no ofrecen material cultural, cubren pisos habitacionales singulares en tres de las siete unidades residenciales intervenidas. Los muros de lajas se encuentran perfectamente erguidos, sin eventos de destrucción, alteración o reconstrucción.
Las elecciones de instalar y erigir una casa y construir el entorno de una instalación doméstica, más allá de los condicionantes ecológicos a los que pudiera responder, evidencian la pervivencia de memorias espacializadas, quizás generadas por grupos y en tiempos muy distantes, pautas y lógicas de construcción y uso del paisaje cultural que se remiten a instalaciones previas, pero se despliegan y persisten en la materia.
Conclusiones
Los análisis presentados muestran que las comunidades de Anfama construyeron a lo largo del tiempo paisajes definidos por la escala de apropiación doméstica y que la reproducción de esa escala se mantuvo como característica que trascendió a los sucesivos periodos o fases que tradicionalmente ha utilizado la arqueología para entender los procesos macro-regionales de cambio. Los palimpsestos materiales descritos permiten observar como ciertos elementos (por ejemplo, recursos, pisos ocupacionales, bloques rocosos, esculturas) fueron apropiados, transformados y reocupados. Durante más de un milenio, la cuenca de Anfama habría estado salpicada de viviendas (más o menos visibles, más o menos estables), parcelas de cultivo (sin demasiada inversión en infraestructura) y huertos en cercanías a las unidades residenciales, las cuales habrían caracterizado a un ámbito social y político marcado por la descentralización de la toma de decisiones y la heterogeneidad de colectivos involucrados.
El crecimiento y retracción de la señal arqueológica, la variación de la inversión de trabajo y estabilidad de estructuras residenciales y la diversidad de conformación de los equipos domésticos a través de los cuatro bloques cronológicos propuestos, muestra tendencias que se oponen a la gradualidad frecuentemente esperada en procesos de evolución social. Este elemento subraya la necesidad de explorar arqueológicamente distintas líneas de evidencias en escalas temporales amplias, sin asumir dinámicas preconcebidas en los enfoques teóricos que sustentan a las investigaciones.
La naturaleza de los cambios observados en distintos indicadores sugiere la integración de las comunidades locales en procesos y relaciones de mayor escala, tanto regional como macro-regional. Sin embargo, también alertan sobre la apropiación y readecuación de esas estructuras, relaciones y coyunturas bajo lógicas locales, definidas tanto por tradiciones históricas como por las memorias materiales inscriptas en un paisaje historizado que ha definido en parte a sus múltiples habitantes y que aún continúa haciéndolo en la actualidad.
Agradecimientos
Agradecemos a la Comunidad Indígena Diaguita de Anfama, que es la dueña legítima de las tierras de la cuenca de Anfama y con quien se acordó la realización de los trabajos de campo. A Dana Carrasco, Stefanía Chiavassa Arias, Ignacio Espeche, Lucía Justiniano, Kevin Carricart y Franco Colque, por su colaboración en todos los trabajos de campo y gabinete. A los revisores anónimos y a Calogero Santoro, editor de LAQ, por la ardua revisión del manuscrito, la cual lo mejoró sustancialmente. El proyecto fue financiado por SECyT-UNC (Res SECyT 411/18), SPU, CONICET (PIP_11220170100434CO), FONCyT (|PICT-2016. 1738), Koeki Zaidan, Hojin Toyota Zaidan, Toyota Foundation (TYTID: D16-R-0718) y National Geographic Society (W464-16). La dirección de Patrimonio Cultural del ente cultural de la Provincia de Tucumán otorgó el permiso de trabajo entre octubre de 2014 y septiembre de 2020.
Declaración de disponibilidad
Los datos utilizados en este trabajo están accesibles en el repositorio del equipo, disponible en https://www.aacademica.org/eascc
Material suplementario
Para acceder al material suplementario que acompaña este artículo, visitar https://doi.org/10.1017/laq.2021.36.
Tabla Suplementaria 1. Tabla general descriptiva de rocas intervenidas localizadas en la Cuenca de Anfama.
Texto Suplementario 1. Arqueología en el bosque montano.