El poblamiento de Patagonia se remonta al final del Pleistoceno, entre 19.000 y 14.000 cal aP (Dillehay et al. Reference Dillehay, Ocampo, Saavedra, Sawakuchi, Vega, Pino, Collins, Cummings, Arregui, Villagran, Hartmann, Mella, González and Dix2015; Pérez et al. Reference Pérez, Postillone, Rindel, Gobbo, González and Bernal2016), y sería el resultado de un lento y heterogéneo proceso de ocupación de los espacios disponibles que priorizó aquellos mejor posicionados, según los recursos que ofrecían para la subsistencia (Barberena et al. Reference Barberena, Prates and de Porras2015; Borrero Reference Borrero1995; Borrero et al. Reference Borrero, Prevosti and Martin2013). Esta jerarquización se tradujo en que algunos de los espacios —como el interior árido, las mesetas de altura o el interior de los bosques— permanecieron vacíos durante lapsos prolongados y sólo se habitaron como corolario de un gradual incremento poblacional que se inició hace 13.000 años y que se sostuvo a lo largo de todo el Holoceno (Pérez et al. Reference Pérez, Postillone, Rindel, Gobbo, González and Bernal2016). En el caso de los bosques localizados sobre el flanco oriental de la Cordillera de los Andes entre 40° 20′ y 43° 10′ latitud sur, la información disponible señala que la primera ocupación se registra alrededor de 12.500–12.600 cal aP en el sitio El Trébol (Hajduk et al. Reference Hajduk, Albornoz and Lezcano2006), en ese momento situado en el ecotono bosque-estepa (Whitlock et al. Reference Whitlock, Bianchi, Bartlein, Markgraf, Marlon, Walsh and McCoy2006). Esta ocupación fue interpretada por Lezcano y colaboradores (Reference Lezcano, Hajduk, Albornoz, Gutiérrez, De Nigris, Fernández, Giardina, Gil, Izeta, Neme and Yacobaccio2010) como una instancia de exploración del bosque desde la estepa y forma parte de las primeras evidencias de presencia humana obtenidas hasta el momento en una amplia región del norte de Patagonia, junto con otros sitios como Traful 1, Cuyín Manzano, Arroyo Corral y Cueva Huenul, que actualmente se ubican tanto en el ecotono bosque-estepa como en la estepa (Barberena et al. Reference Barberena, Prates and de Porras2015). Mientras que estas otras zonas fueron habitadas con más continuidad, el bosque no vuelve a registrar evidencias de ocupación humana sino hasta 6700–6400 cal aP, cuando se produce un nuevo uso de El Trébol, en este momento ubicado en un ambiente de bosque abierto (Whitlock et al. Reference Whitlock, Bianchi, Bartlein, Markgraf, Marlon, Walsh and McCoy2006). Esta ocupación sería el resultado de estancias más prolongadas por parte de poblaciones aparentemente asentadas en la estepa (Hajduk et al. Reference Hajduk, Albornoz and Lezcano2006; Lezcano et al. Reference Lezcano, Hajduk, Albornoz, Gutiérrez, De Nigris, Fernández, Giardina, Gil, Izeta, Neme and Yacobaccio2010). El bosque registra otro lapso sin ocupaciones hasta 3500–4000 cal aP, cuando se vuelven continuas y se asocian a una mayor variedad de estrategias que no sólo incluyen la explotación logística desde la estepa (Arrigoni Reference Arrigoni1997; Silveira Reference Silveira1999) sino también la ocupación permanente por parte de poblaciones con manejo de cultígenos procedentes de Chile (Lezcano et al. Reference Lezcano, Hajduk, Albornoz, Gutiérrez, De Nigris, Fernández, Giardina, Gil, Izeta, Neme and Yacobaccio2010; Pérez y Erra Reference Pérez and Erra2011) y el desarrollo de una mayor recurrencia o permanencia dentro del bosque de grupos vinculados con la estepa a través de una estrategia de alta movilidad residencial (Fernández y Carballido Calatayud Reference Fernández and Carballido Calatayud2015). Así, la ocupación del interior del bosque del centro-norte de la Patagonia argentina parecía ser un fenómeno restringido a los últimos 3.500 años, resultado del leve pero continuo aumento demográfico ya mencionado o bien del desarrollo de adaptaciones específicas. Sin embargo, el hallazgo de contextos del Holoceno temprano y medio en el sitio Población Anticura (en adelante PA), ubicado en el interior del bosque en el valle del Río Manso inferior (provincia de Río Negro, Argentina; Figura 1), permite la revisión de este modelo de poblamiento a la luz de nuevos datos. Con este objetivo, aquí se presenta el análisis de la evidencia recuperada en las ocupaciones más antiguas de PA, que se discute en términos de la historia de ocupación humana del sitio y de la tecnología, la subsistencia y las actividades desarrolladas en él. Asimismo, se evalúa la información generada en PA en relación con el proceso de poblamiento de este sector de Patagonia.
Ambiente Actual y Paleoambiente
El valle del Río Manso inferior corresponde a los últimos 50 km que recorre este curso de agua dentro del territorio argentino, entre el Lago Steffen y la frontera con Chile. En este sector la Cordillera de los Andes alcanza alturas entre 2.000 y 2.500 m snm con cordones montañosos que, al no estar alineados, dan lugar a numerosos boquetes, pasos y valles glacifluviales. Se registran diferentes tipos de bosque siguiendo gradientes de altitud y precipitación (Dimitri Reference Dimitri1972; Pereyra Reference Pereyra2003). Las precipitaciones disminuyen de manera muy marcada en sentido oeste-este (de 2.500–2.000 mm a 300 mm anuales) a lo largo de una estrecha franja de aproximadamente 60 km de ancho. La vegetación dominante a lo largo de casi todo el valle del Manso inferior por debajo de los 900 m snm es el bosque mixto de Nothofagus dombeyi (coihue) y Austrocedrus chilensis (ciprés de la cordillera), con elementos de bosque más húmedo en el extremo oeste (Giaché y Bianchi Reference Giaché and Bianchi2018; Podestá et al. Reference Podestá, Bellelli, Labarca, Albornoz, Vassini and Tropea2008), en donde se registran alrededor de 1.600 mm anuales de precipitación (Red Hidrológica Nacional Reference Nacional2017). La estructura de recursos se caracteriza por una menor biomasa animal, comparada con otros ambientes de Patagonia. Las potenciales presas son dos especies de cérvidos, el huemul (Hippocamelus bisulcus) y el pudú (Pudu puda), de porte mediano y pequeño y hábitos solitarios. El carnívoro de mayor tamaño corporal es el puma (Puma concolor), seguido por el zorro colorado (Pseudalopex culpaeus) y gris (P. griseus), pequeños gatos (Leopardus geoffroyi, L. guigna) y mustélidos (Lontra provocax, Lyncodon patagonicus y Galictis cuja). Los roedores y las aves son los vertebrados más diversos y numerosos (Administración de Parques Nacionales, Sistema de Información de Biodiversidad [APN SIB] 2018; Cabrera y Willink Reference Cabrera and Willink1973). En algunos lagos y en los ríos hay peces autóctonos, siendo los de mayor porte el pejerrey (Odontesthes hatcheri) y la perca (Percichthys trucha; Ortubay et al. Reference Ortubay, Semenas, Úbeda, Quaggiotto and Viozzi1994).
La presencia de bosque en el área se registra desde la transición entre Pleistoceno y Holoceno (Giaché y Bianchi Reference Giaché and Bianchi2018; Iglesias et al. Reference Iglesias, Whitlock, Bianchi, Villarosa and Outes2012). Los testigos sedimentarios extraídos de la laguna Huala-Hue (HH) y del Laguito del Morro (LAMO; Figura 1) se inician alrededor de 13.500 cal aP y llegan hasta el presente. Estos testigos indican que el actual gradiente de precipitaciones se ha desplazado durante el Holoceno y las diferentes señales paleoecológicas que se infieren para el área muestran el reemplazo en el tiempo de distintos tipos de bosque. Entre 13.500 y 11.150 cal aP se registra en Huala-Hue un bosque abierto ubicado muy cerca o en el ecotono bosque-estepa, con una alta frecuencia de incendios que sugiere condiciones secas para ese lapso (Iglesias et al. Reference Iglesias, Whitlock, Bianchi, Villarosa and Outes2012). En contraste, entre 13.200 y 10.600 cal aP, en Laguito del Morro, ubicado hacia el oeste en el gradiente de precipitación, se infiere la presencia de un bosque húmedo de Nothofagus de sotobosque diverso con elementos de la selva lluviosa valdiviana (Giaché y Bianchi Reference Giaché and Bianchi2018). Para el Holoceno temprano y medio, en Huala-Hue (11.150–4900 cal aP) se establece un matorral dominado por Rhamnaceae, Nothofagus (presumiblemente N. antarctica) y bajas proporciones de taxones de la estepa. La presencia de este matorral refleja condiciones más húmedas que en momentos previos. Esta tendencia local se expresa regionalmente en el desplazamiento del bosque hacia el este y, en la vertiente oriental de los Andes, en la expansión de especies del bosque valdiviano y en el aumento del nivel de los lagos (Iglesias et al. Reference Iglesias, Whitlock, Bianchi, Villarosa and Outes2012). En Laguito del Morro, desde 10.600 cal aP se da una disminución de las especies valdivianas; hacia 8300 cal aP decrece significativamente la diversidad de especies del sotobosque, sugiriendo la presencia de un bosque de Nothofagus con dosel más cerrado (Giaché y Bianchi Reference Giaché and Bianchi2018). En Huala-Hue también hay evidencias de un bosque cerrado de Nothofagus entre 4900 y 3860 cal aP. Hacia el fin de ese lapso en ambos registros se observa la instalación de condiciones de bosque similares a las actuales.
Métodos de Análisis
La metodología empleada en el estudio geoarqueológico, de los procesos de formación del registro y de los materiales recuperados en estratigrafía se detallan en el Texto Suplementario 1. El sitio se excavó por niveles artificiales de 10 cm a excepción del inicial que hacia el talud alcanzó hasta 30 cm de espesor. Las evidencias se registraron en planta, el sedimento fue tamizado con mallas de 2 mm y el contenido de las estructuras de combustión se flotó utilizando filtros de 1 y 0,5 mm de malla. El material analizado comprende el lítico tallado (incluyendo la geoquímica de la obsidiana), los litos modificados por el uso, los materiales colorantes, los restos óseos de animales (incluyendo los artefactos óseos) y los restos malacológicos.
Secuencia Estratigráfica, Unidades de Análisis y Cronología
El sitio PA está emplazado en un alero de piroclastitas terciarias de aproximadamente 37 m de extensión y 8 m de ancho máximo entre la pared rocosa y el inicio del talud. Presenta pinturas rupestres que han sido asignadas al tramo final del Holoceno (Podestá et al. Reference Podestá, Bellelli, Labarca, Albornoz, Vassini and Tropea2008). Se trabajó en dos sectores contiguos denominados Norte y Sur (Figura 2). En este último se excavaron 7,5 m2, superficie que, debido al aumento de bloques de gran tamaño derrumbados hacia el perfil norte, fue disminuyendo hasta 1,75 m2 en la base de la excavación. La profundidad máxima alcanzada fue de 3,8 m y los materiales arqueológicos se registran hasta 2,65 m de profundidad. Entre los 3,4 y 3,8 m el sedimento fue removido con un barreno hasta que las rocas subyacentes impidieron continuar.
Entre el punto de mayor profundidad y la superficie actual se definieron cuatro unidades estratigráficas (A, B, C, y D; Figura 3), cuya conformación se detalla en el Texto Suplementario 1. La más antigua es la Unidad A, que se dispone aproximadamente entre la base de la excavación y el Nivel 25. Sus características sugieren que fue acumulada en el fondo de un antiguo lago. La parte superior de la Unidad A está datada en 13.683 cal aP (Tabla 1) a partir de un fragmento óseo de género y especie indeterminados hallado en el Nivel 26. Esta es la única unidad que no registra actividad humana. La Unidad B abarca entre los niveles 24 y 20/21 y corresponde a un redepósito de la Unidad A, resultado del cavado de fogones desde la Unidad B que removió sedimento de la Unidad A y de la actividad de carnívoros que utilizaron el sitio como madriguera. La Unidad C se dispone entre los niveles 20/19 y 17/16 y posee lentes de carbones y ceniza que le imprimen una cierta estratificación interna; sin embargo, la matriz situada entre estos lentes es masiva. La Unidad D se dispone por encima y llega hasta la superficie. La parte basal de esta unidad se corresponde con el Nivel 15, que está datado en el Holoceno medio (ver más abajo). Los niveles 14 a cero no son objeto de esta presentación ya que están datados en el Holoceno tardío (Fernández et al. Reference Fernández, Carballido Calatayud, Bellelli, Podestá, Zangrando, Barberena, Gil, Neme, Giardina, Luna, Otaola, Paulides, Salgán and Tivoli2013).
Nota: Las calibraciones fueron realizadas con el programa Calib 7.0.4 (Stuiver et al. Reference Stuiver, Reimer and Reimer2014). Corrección hemisferio sur con Shcal13.14c (Hogg et al. Reference Hogg, Hua, Blackwell, Niu, Buck, Guilderson, Heaton, Palmer, Reimer, Reimer, Turney and Zimmerman2013). Códigos de laboratorio: LP = Laboratorio de Tritio y Radiocarbono, CONICET- Universidad Nacional de La Plata; AA = NSF-AMS Arizona Laboratory, University of Arizona.
La falta de evidencias sedimentarias que indiquen hiatos y el modo continuo en que se presenta el material arqueológico dentro de los niveles estudiados en este trabajo (15 a 25) llevó a definir las unidades de análisis a partir de la distribución estratigráfica de los fechados radiocarbónicos (Tabla 1). La unidad asignada al Holoceno temprano es la más antigua y corresponde al lapso entre 9160 y 8024Footnote 1 cal aP. Esta unidad fue definida sobre la base de seis fechados sobre carbón vegetal procedentes de estructuras de combustión y comprende las evidencias recuperadas en los niveles 19 a 25 (Tabla 1). La unidad del Holoceno medio abarca los niveles 15 a 18 y su cronología deriva de una única estructura de combustión que se dispone entre los niveles 15 y 16 y que fue datada en 5414 cal aP (Tabla 1). Los niveles 17 y 18 no poseen material que pueda asociarse de manera no ambigua con la actividad humana, ya que no se registraron fogones y los huesos carecen de modificaciones antrópicas. Además, los restos óseos exhiben numerosos indicios de haber sido acumulados por carnívoros (ver más adelante).
La resolución espacial de estas unidades puede defenderse aun cuando se comprobó la migración tiempo-transgresiva de algunos materiales en el bloque asignado al Holoceno medio, resultado de la actividad de animales fosoriales, presumiblemente roedores. Una galería comienza en el Nivel 14, en la zona más cercana a la pared del alero, discurre en dirección suroeste bordeando grandes rocas caídas y, con pendiente hacia el talud, atraviesa varios niveles hasta llegar al 18. Los materiales recuperados dentro de esta estructura son pocos (dos pigmentos, un fragmento óseo indeterminado y algunos huesos de roedores), lo que refleja bajos niveles de migración vertical de arriba hacia abajo dentro de las galerías. Por fuera de ellas, en el Nivel 16 se registró un metacarpo derecho humano perteneciente a un individuo cuya mano casi completa fue recuperada en posición anatómica en el Nivel 12, asignado al Holoceno tardío (Fernández y Rizzo Reference Fernández and Rizzo2016). Estos movimientos de materiales son esperables en contextos bajo reparo rocoso, los que suelen concentrar la actividad de diversos organismos y procesos que afectan en algún grado la resolución de los depósitos arqueológicos.
Holoceno temprano
En los niveles asignados a este lapso se hallaron cuatro instrumentos líticos tallados, cuyos detalles se brindan en la Tabla 2. Son de pequeñas dimensiones, no presentan evidencias de adelgazamiento o retoques bifaciales y ninguno posee más de un filo o punta activos (Figura 4a–d). También se recuperaron dos núcleos pequeños, uno de roca silícea y otro de roca no determinada debido a su severa alteración térmica (Figura 4e–f), y 266 desechos de talla, principalmente lascas angulares, de arista y planas, de las cuales muy pocas presentan corteza (ver detalles en el Texto Suplementario 1). Estos desechos corresponden a una gran variedad de rocas en bajas cantidades, algunas de las cuales no se encuentran en los instrumentos ni en los núcleos (Tabla Suplementaria 1). Son de tamaño muy reducido (ver gráfico en Texto Suplementario 1) y los pocos desechos de tamaño mediano y mediano-grande son de basalto y andesita. Estas rocas, consideradas locales porque pueden hallarse fácilmente en las playas del río Manso, representan en conjunto el 21% de los desechos (Tabla Suplementaria 1). El resto de las materias primas son consideradas alóctonas, debido a que no se han hallado sus fuentes primarias o secundarias, aún cuando no se excluye el hallazgo aislado o fortuito de alguna de ellas (Carballido Calatayud y Pereyra Reference Carballido Calatayud and Pereyra2012). Entre las materias primas no locales se incluye un 12% de obsidiana (Tabla Suplementaria 1). Un desecho de esta roca recuperado en el Nivel 23 (9160 cal aP) proviene de la fuente de Meseta de Somuncurá 1, ubicada a más de 350 km lineales de PA (Bellelli et al. Reference Bellelli, Calatayud and Stern2018).
Nota: Estado: F = fragmentado; E = entero.
Se hallaron 51 fragmentos de material colorante de pequeñas dimensiones (menor de 5 mm) que se concentran en el Nivel 23. Predomina el rojo en diferentes tonalidades, seguido por el amarillo y distintos tonos de marrón; también hay un fragmento de color rosa. El análisis por espectroscopía Raman de un pigmento de color rojo (10R 4/8 red; Munsell Soil Color Charts 1988) recuperado en el Nivel 21 dio como resultado que su composición mineralógica corresponde a hematita pura o casi pura (Rousaki et al. Reference Rousaki, Bellelli, Calatayud, Aldazábal, Custo, Moens, Vandenabeele and Vázquez2015).
El conjunto zooarqueológico del Holoceno temprano está compuesto por 112 especímenes correspondientes a vertebrados de más de 5 kg de peso vivo, los que representan menos del 8% de los restos óseos y dentarios recuperados (ver Texto Suplementario 1 y Tabla Suplementaria 2). Entre estos, predominan los restos de huemul (Hippocamelus bisulcus), seguido en importancia por zorro (Lycalopex sp.) y pudú (Pudu puda). También se registran escasos restos de aves y un hueso de Camelidae (Tabla Suplementaria 2). Más de la mitad de los especímenes presentan daños vinculados con la actividad de los carnívoros, daños cuya morfología sugiere que el sitio funcionó como madriguera o letrina. El huemul exhibe evidencias compatibles con el procesamiento final, orientado a la extracción de la carne y la grasa medular, y el consumo humano de las carcasas in situ. Los restos de zorro poseen abundantes evidencias de haber sido carroñeados por carnívoros. Además, unos pocos especímenes de huesos largos presentan huellas de corte. De allí que la principal hipótesis es que esta especie fue aprovechada fundamentalmente como materia prima para la confección de artefactos (Fernández Reference Fernández2018). Ejemplifica esta posibilidad un artefacto confeccionado sobre la porción proximal de una tibia de Canidae, muy probablemente de zorro (Figura 5a). Esta pieza integra el conjunto de artefactos óseos recuperados en el Holoceno temprano (Tabla Suplementaria 3), que comprende además tres puntas, una realizada sobre la diáfisis proximal de una tibia de un vertebrado pequeño (Figura 5b) y otras dos sobre vertebrado de tamaño mediano-grande (Figura 5c–d) y un bisel realizado sobre un fragmento de diáfisis proximal de tibia de ungulado, del rango de tamaño del guanaco (Lama guanicoe) o del huemul (Figura 5e; ver detalles en el Texto Suplementario 1). Una de las puntas presenta numerosos surcos rodeando la circunferencia de la punta, huellas que podrían ser el resultado de un movimiento rotatorio (Figura 5c). Otra punta posee, sobre ambas caras, pequeñas depresiones circulares de tamaño regular que se disponen siguiendo un zigzag y que conforman un patrón de tipo geométrico (Figura 5d). Cerca del ápice los círculos están desgastados, indicando que el uso afectó la decoración de la pieza. El bisel posee numerosas incisiones semejantes a huellas de corte de longitud, orientación y profundidad variable en los bordes del canal medular y en el extremo (Figura 5e).
El conjunto malacológico se compone de un pendiente y 12 fragmentos pequeños (menor de 3 cm). El pendiente fue hallado en el Nivel 23, está fracturado y fue elaborado sobre una valva de Diplodon chilensis (Figura Suplementaria 1a), un bivalvo dulceacuícola que actualmente tiene distribución local en el área. Como única modificación antrópica se observa una perforación de contorno irregular y 2 mm de diámetro realizada cerca del umbo (Leonardt Reference Leonardt2016). Los fragmentos de valva no poseen huellas atribuibles al trabajo humano y sólo uno se identificó como una valva izquierda de Diplodon sp. (Leonardt Reference Leonardt2016).
Holoceno medio
El conjunto lítico tallado del Holoceno medio está compuesto por seis instrumentos, detallados en la Tabla 2. Son de tamaño levemente más grande que los del Holoceno temprano aunque ninguno supera los 3,6 cm de longitud (Figura 6a–f). Solo uno posee más de un filo o punta (Figura 6c). Los desechos de talla (N = 94) poseen características similares a los del lapso previo: predominio de las lascas angulares, de arista y planas, baja proporción de lascas con corteza, tamaño reducido (Texto Suplementario 1) y la representación de una amplia variedad de rocas en bajas cantidades, la mayoría de origen no local. Comparado con el Holoceno temprano, el basalto está menos representado y no se registra obsidiana (Tabla Suplementaria 1).
También se recuperaron cuatro litos de granito modificados por uso con restos de pigmento rojo (Tabla Suplementaria 4 y Figura Suplementaria 2). Una muestra del material adherido a una de las piezas fue analizada con la técnica de fluorescencia de rayos X y se determinó la presencia de carbón y hematita (Graciela Custo, comunicación personal 2013). El hallazgo de estos cuatro guijarros en un sector de menos de 1 m2 y de 10 cm de espesor permite suponer que quizás formaron parte de un mismo evento de depositación vinculado con la preparación de mezclas pigmentarias. Los pigmentos de este lapso son 18 fragmentos pequeños (menores de 5 mm), procedentes principalmente del Nivel 15. Predominan los distintos tonos de rojo mientras que el marrón y el amarillo se dan en muy baja frecuencia. El análisis por espectroscopía Raman de un pigmento de color marrón rojizo (2.5YR 4/4 reddish brown; Munsell Soil Color Charts 1988) indica que se trata de hematita con trazas de cuarzo (Rousaki et al. Reference Rousaki, Bellelli, Calatayud, Aldazábal, Custo, Moens, Vandenabeele and Vázquez2015).
El conjunto zooarqueológico comprende 168 especímenes de vertebrados de más de 5 kg de peso vivo, los que representan el 37% de los restos óseos y dentarios recuperados en este lapso. La especie más representada es el zorro, seguida por el pudú y el huemul (Tabla Suplementaria 2). También se halló una falange de puma (Puma concolor) con daños de carnívoro y un hueso de ave. La historia tafonómica es casi idéntica a la del conjunto óseo del Holoceno temprano: se observa elevada incidencia de carnívoros y aprovechamiento humano de huemul. Las diferencias radican en las evidencias de consumo de pudú (aprovechamiento de la carne y quizá de los huesos para la confección de instrumentos) y el aprovechamiento cárnico del zorro (Fernández Reference Fernández2018).
Los artefactos óseos consisten en dos puntas y dos fragmentos mesiales (Tabla Suplementaria 3 y Figura 7a–c). Estos últimos remontan entre sí y forman parte de un instrumento cuya forma final es desconocida. Los fragmentos mesiales presentan bordes subparalelos, están quemados y poseen huellas sobre los bordes externos y en el borde del canal medular que a simple vista no pueden atribuirse a confección o uso (Figura 7c).
El conjunto malacológico está integrado por un pendiente recuperado en el Nivel 15 (Figura Suplementaria 1b) y 53 fragmentos pequeños (menores de 3 cm). El pendiente está completo y fue elaborado sobre una valva del género Nacella sp., gasterópodo de origen marino que tiene distribución atlántica y pacífica (Forcelli Reference Forcelli2000). Como única modificación antrópica posee un orificio de 2 mm de diámetro localizado en el ápice (Leonardt Reference Leonardt2016). Los fragmentos no presentan huellas atribuibles al trabajo humano y al igual que en el Holoceno temprano, el único taxón identificado entre los fragmentos es Diplodon sp., representado por trozos de una valva derecha.
Discusión
Los resultados alcanzados en PA pueden ser discutidos a partir de la historia de ocupación del sitio, de las características de la tecnología, de la subsistencia y de las actividades desarrolladas en él, además de los aportes a la comprensión del poblamiento temprano del bosque del centro-norte de Patagonia. En relación con la primera de las escalas de análisis mencionadas, la información sedimentaria y cronológica y el estudio de los procesos de formación del registro sugieren que el inicio de la ocupación humana de PA se dio por encima de la Unidad A, que corresponde a un depósito de fondo de lago. No es posible precisar cuándo se produjo el retiro de las aguas del lago ni tampoco si los cazadores-recolectores ocuparon este espacio inmediatamente después de que estuvo disponible. El fechado asociado a la Unidad A (aproximadamente 13.700 cal aP) se obtuvo del único resto orgánico recuperado en ella. Se trata de un hueso que pudo haberse depositado de manera contemporánea a los sedimentos, cuando el alero estaba cubierto por un cuerpo de agua. Otra posibilidad es que se haya depositado más tarde sobre la superficie emergida y luego haber migrado hasta la parte superior de la Unidad A. La presencia humana se registra exclusivamente a partir de la Unidad B (9160–8024 cal aP) y coincide con otros indicios de actividad biológica (acumulaciones óseas producidas por carnívoros). Las evidencias de mascado sobre conjuntos residuales de la actividad humana sugieren la contemporaneidad entre los cazadores y los carroñeros. En la Unidad B también hay numerosos indicios de conjuntos escatológicos y de descomposición de egagrópilas que indican períodos en los que PA fue usado exclusivamente por los predadores no humanos (Fernández Reference Fernández2018). Tanto las actividades de los cazadores como las de estos animales contribuyeron a la acumulación y perturbación de los sedimentos, incluyendo la redepositación de la Unidad A. Esta discontinuidad en las ocupaciones humanas también se observa en la Unidad C y en la base de la Unidad D (fechada en 5414 cal aP). En ellas se registran galerías de animales fosoriales, otro agente de modificación de los depósitos. En el marco de esta historia depositacional compleja, esperable en contextos de esta antigüedad, se conservaron evidencias suficientes como para caracterizar el modo de uso humano de PA.
En relación con la tecnología, es posible plantear similitudes entre las ocupaciones del Holoceno temprano y medio. En ambos casos las muestras de los conjuntos artefactuales son pequeñas e incluyen instrumentos líticos tallados, artefactos realizados sobre hueso y pendientes de valva. Además, en el Holoceno medio hay litos modificados por el uso que podrían estar relacionados con la preparación de colorantes. En los conjuntos líticos tallados de ambos lapsos predominan las materias primas presumiblemente no locales y los instrumentos están agotados y casi todos sin posibilidad de mantenimiento o reciclado, correspondiendo a conjuntos descartados al final de su vida útil. La ausencia de bifacialidad y la presencia casi exclusiva de la talla por retoques y microrretoques marginales sugieren una baja inversión de energía en su confección. Entre los desechos de talla, la escasez de corteza y el predominio de las lascas internas reflejan las últimas etapas de la secuencia de producción de artefactos. La mayor variedad de materias primas presentes entre los desechos de talla de ambos lapsos sugiere que la mayoría de los instrumentos confeccionados o mantenidos en el sitio no fueron descartados en el sector excavado de PA. Otros contextos del bosque del centro-norte de Patagonia con cronologías del Holoceno temprano también presentan escasos artefactos líticos formatizados y ausencia de bifacialidad (Hajduk et al. Reference Hajduk, Albornoz, Lezcano, Austral and Tamagnini2009; Jackson y García Reference Jackson and García2005). Para el Holoceno medio, los contextos de Marifilo 1 poseen características similares a los del Holoceno temprano mientras que en El Trébol, a diferencia de PA y Marifilo 1, se registran puntas de proyectil apedunculadas y una mayor cantidad y variedad de instrumentos. En este último sitio, en los niveles del Holoceno temprano la roca predominante es la disponible en las paredes del alero (Jackson y García Reference Jackson and García2005) mientras que en El Trébol, tanto en el Holoceno temprano como en el medio, las materias primas utilizadas son locales lejanas (10–40 km) y no locales (más de 40 km; Hajduk et al. Reference Hajduk, Albornoz, Lezcano, Austral and Tamagnini2009:958).
El hallazgo de pigmentos y de los litos modificados por uso con manchas de pintura muestra que el empleo de colorantes se remonta mucho más atrás en el tiempo que el inicio de las actividades pictóricas rupestres en el sitio, que se estima habría sido alrededor de 1.200 años atrás (Fernández et al. Reference Fernández, Carballido Calatayud, Bellelli, Podestá, Zangrando, Barberena, Gil, Neme, Giardina, Luna, Otaola, Paulides, Salgán and Tivoli2013). Si bien no es posible inferir sobre qué superficies fueron aplicados, la presencia de pigmentos a lo largo de toda la secuencia de ocupación de PA revela la importancia que en todo momento tuvieron los materiales colorantes.
Los artefactos óseos de ambos lapsos son numéricamente equiparables con otras tecnologías, lo que sugiere que tuvieron una importancia similar en el equipamiento de los grupos humanos, situación ya señalada para otros contextos de Patagonia de antigüedad similar (Scheinsohn Reference Scheinsohn, Legrand-Pineau, Sidéra, Buc, David and Scheinsohn2010). Otro aspecto llamativo es la variabilidad observada en estos conjuntos de pocas piezas (cinco del Holoceno temprano y tres del Holoceno medio). Si bien la categoría morfológica más representada son las puntas, hay variedad de tamaños (grandes y pequeñas), de soportes (que incluyen vertebrados de distinto porte, como un cánido del tamaño del zorro y ungulados como el huemul o el guanaco) y de potenciales usos (penetración rotativa, ¿por impacto?, por presión). El desarrollo de estudios sobre los patrones de desgaste permitirá corroborar si la variación se corresponde con diferentes funciones de los artefactos o se relaciona con otros factores. Cabe destacar que en otros contextos de bosque y de ecotono bosque-estepa, como Marifilo 1, El Trébol, Chenque Haichol y Traful 1 hay registros similares en cuanto a la variabilidad de formas y taxones empleados (Crivelli Montero et al. Reference Crivelli Montero, Curzio and Silveira1993; Fernández Reference Fernández1990; García Pérez Reference García Pérez2006; Hajduk et al. Reference Hajduk, Albornoz, Lezcano, Austral and Tamagnini2009).
En PA, los dos pendientes son los únicos restos malacológicos que pueden asociarse de manera no ambigua con la presencia humana. El más antiguo está elaborado sobre un molusco de agua dulce de disponibilidad local (Diplodon chilensis), especie también representada por un fragmento de valva. El pendiente recuperado en el Holoceno medio está elaborado sobre Nacella sp., de origen marino. En otros contextos cercanos se observan evidencias similares de esta relación con el litoral marino. En las ocupaciones del Holoceno medio de El Trébol se hallaron 26 pendientes automorfos sobre Homalopoma cunninghami, especie bioceánica aunque en el Atlántico su distribución es más acotada ya que por el sur sólo llega hasta el Estrecho de Magallanes y las Islas Malvinas (Linse Reference Linse1999). En este mismo sitio, también se halló un colgante sobre valva de Diplodon sp. (Hajduk et al. Reference Hajduk, Albornoz, Lezcano, Austral and Tamagnini2009). En Cueva Traful 1, en el actual ecotono bosque-estepa, en contextos de ca. 7800–7300 años aP se recuperó un fragmento de valva de Choromytilus chorus con los bordes dentados o festoneados (Crivelli Montero et al. Reference Crivelli Montero, Curzio and Silveira1993). La distribución de esta especie es similar a la de Homalopoma.
El estudio detallado de los procesos y actores intervinientes en la acumulación y transformación de las arqueofaunas permitió recrear algunos aspectos de la subsistencia, revelando la complejidad de las trayectorias tafonómicas en el sitio. Aun cuando los conjuntos óseos reflejan principalmente la acción de los carnívoros, el tipo y posición anatómica de las huellas de procesamiento (marcas de corte y percusión) permiten plantear el consumo de carne y médula de huemul en ambos lapsos, el posible aprovechamiento de los huesos de zorro para confeccionar instrumentos en el Holoceno temprano y medio y, en este último lapso, el consumo cárnico del zorro y del pudú (Fernández Reference Fernández2018). En los dos momentos el huemul proveyó la mayor parte de los recursos de subsistencia. Sumado a la escasa —zorro y pudú— o nula —aves, peces y otros animales de pequeño porte disponibles en el bosque— contribución de otros animales, esto indica la selección de una presa determinada, en este caso la de más rinde. En la medida en que el enfoque tafonómico en el análisis de los conjuntos zooarqueológicos se generalice, podrán hacerse comparaciones con contextos óseos de antigüedad similar provenientes de otros sectores del bosque del centro-norte de Patagonia.
En relación con las posibles actividades llevadas a cabo en PA, el conjunto de las evidencias sugiere un rango similar de tareas para ambos bloques temporales, las que comprenden la talla de artefactos líticos, el procesamiento y consumo de alimentos de origen animal, el empleo (y quizá confección) de instrumentos óseos en tareas que aún resta precisar y el uso de sustancias colorantes, así como su probable preparación en el Holoceno medio. Esta gama de actividades es concordante con la esperada en contextos residenciales, producto de grupos de pequeño tamaño que realizaron estancias cortas dentro del alero, tal como sugieren la baja frecuencia de elementos descartados y la alternancia ocupacional con otros predadores.
Finalmente, en otra escala de la discusión sobre la importancia de Población Anticura, el sitio completa un vacío de conocimiento sobre la ocupación y el uso temprano del interior del bosque del centro-norte de la Patagonia argentina. Hasta el momento, la ocupación del interior del bosque comprendido entre latitudes de ca. 40° 20′ S y 43° 10′ S se remontaba a los últimos 3.500 años (Arrigoni Reference Arrigoni1997; Fernández et al. Reference Fernández, Carballido Calatayud, Bellelli, Podestá, Zangrando, Barberena, Gil, Neme, Giardina, Luna, Otaola, Paulides, Salgán and Tivoli2013; Hajduk y Albornoz Reference Hajduk and Albornoz1999; Pérez Reference Pérez2010; Silveira Reference Silveira and Otero1996, Reference Silveira1999). A lo largo de un eje norte-sur de aproximadamente 300 km, la información sobre ocupaciones tempranas provenía de sitios ubicados en áreas ecotonales o próximas al ecotono bosque-estepa, como Traful 1 o El Trébol (Crivelli Montero et al. Reference Crivelli Montero, Curzio and Silveira1993; Hajduk et al. Reference Hajduk, Albornoz and Lezcano2006). Estas ocupaciones se interpretaron como producto de sociedades que residían en la estepa, quienes bajo una estrategia de complementariedad ambiental habrían aprovechado recursos del bosque desde la transición entre Pleistoceno y Holoceno (Lezcano et al. Reference Lezcano, Hajduk, Albornoz, Gutiérrez, De Nigris, Fernández, Giardina, Gil, Izeta, Neme and Yacobaccio2010). Bajo este esquema, la posición ecotonal de los sitios resultaría óptima para la explotación conjunta de los recursos específicos que provee cada uno de los ambientes. A la vez, esta visión resultaba coherente con la propuesta de un poblamiento patagónico entendido como un proceso de ocupación de los espacios jerarquizados de acuerdo con los recursos que ofrecían para la subsistencia (Barberena et al. Reference Barberena, Prates and de Porras2015; Borrero Reference Borrero1995; Borrero et al. Reference Borrero, Prevosti and Martin2013).
Los niveles más antiguos de PA brindan elementos para repensar algunos aspectos de estas interpretaciones. En primer lugar, su cronología retrotrae la presencia humana en el interior del bosque al Holoceno temprano. Se trata de ocupaciones discontinuas y de baja intensidad que se dieron a lo largo de aproximadamente un milenio, que testimonian el uso desde tiempos remotos de un ambiente que no estuvo entre los mejor posicionados para la vida humana desde el punto de vista de los recursos que ofrecía. El uso temprano del interior del bosque en estas latitudes resulta menos sorprendente si se considera el sitio de Monte Verde, ubicado al oriente de los Andes, que testimonia la ocupación del bosque lluvioso alrededor de 14.500 cal aP (Dillehay et al. Reference Dillehay, Ocampo, Saavedra, Sawakuchi, Vega, Pino, Collins, Cummings, Arregui, Villagran, Hartmann, Mella, González and Dix2015). La ocupación del interior del bosque se repite en PA en el Holoceno medio, con características similares a la más temprana, tales como la alternancia entre humanos y carnívoros y una baja señal arqueológica. A diferencia del Holoceno temprano, la única datación disponible impide determinar si también hubo recurrencia en las ocupaciones del Holoceno medio.
La complementariedad ambiental es otra de las ideas que permiten discutir los niveles tempranos de PA. Esta no sería razón suficiente para justificar la ocupación de un sitio al interior del bosque, ya que para obtener los productos específicos que ofrece este ambiente —básicamente plantas alimenticias, medicinales y maderas— no es necesario adentrarse demasiado en él. No obstante, esto no implica sugerir que se trata de grupos propios de este bioma, tal como se planteó para momentos más tardíos (Lezcano et al. Reference Lezcano, Hajduk, Albornoz, Gutiérrez, De Nigris, Fernández, Giardina, Gil, Izeta, Neme and Yacobaccio2010; Pérez Reference Pérez2010). Ciertamente, algunos elementos recuperados en las ocupaciones del Holoceno temprano y medio (predominio de rocas no locales, incluyendo obsidiana procedente de Somuncura —350 km al este—, un fragmento óseo de Camelidae, un pendiente sobre valva marina) apuntan a otros ambientes (estepa, costa). Estos datos son interpretados como evidencia de que PA estaba integrado a vías de circulación que vinculaban diferentes espacios. Dicha propuesta se basa en las características del valle del Manso inferior, que permite atravesar la Cordillera de los Andes y alcanzar el litoral del Pacífico en una distancia de aproximadamente 60 km lineales. Además, desplazándose a través de una serie de valles unos 40 km hacia el sur, es posible llegar a un paso (la Cuesta del Ternero) que permite franquear el cordón Serrucho Norte (2.000 m snm) y acceder a la estepa, ubicada unos 30–35 km al este. La asociación de PA con estas vías naturales de circulación posibilita el desplazamiento en sentido norte-sur y este-oeste, tanto a través del bosque como hacia otros ambientes. En términos de la evidencia arqueológica, la procedencia de algunos materiales indica claramente la circulación hacia y desde la estepa, mientras que aún no puede precisarse con qué litoral marino (del Pacífico, Atlántico o ambos) habrían interactuado los ocupantes del sitio.
La conexión con otros ambientes de los sitios emplazados en el bosque parece remontarse a fines del Pleistoceno, según ha sido propuesto en Monte Verde, al punto de considerar a la ocupación MV-II de este sitio como una forma temprana de la complementariedad ecológica andina (Dillehay Reference Dillehay2004:164). Sin aventurarse a este extremo, los niveles tempranos de PA aportan a la hipótesis que propone que en el Holoceno temprano existieron redes de interacción de largo alcance en Pampa y Patagonia (Bayón y Flegenheimer Reference Bayón, Flegenheimer, Curtoni and Endere2003; Flegenheimer et al. Reference Flegenheimer, Miotti, Mazzia, Graf, Ketron and Waters2013; Miotti y Terranova Reference Miotti and Terranova2015). Es así que, en un escenario de baja demografía y con recursos suficientes para ese tamaño de población, puede proponerse que las ocupaciones del interior del bosque serían un epifenómeno de la necesidad de conectar poblaciones pequeñas y dispersas a través de redes con un alcance geográfico amplio.
Por último, un interrogante por el momento sin respuesta, pero que merece la pena plantearse, es si las ocupaciones tempranas de PA representan el primer contacto humano con el interior del bosque al oriente de los Andes. El empleo de recursos locales y la redundancia en el uso de PA durante el Holoceno temprano sugieren que estas poblaciones poseían un conocimiento suficientemente detallado del ambiente de bosque, el necesario para adentrarse en él, orientarse y mantenerse a lo largo de travesías de cierta duración. Este conocimiento no parece compatible con la idea de grupos que están explorando por primera vez la zona, lo que estaría sugiriendo que las primeras ocupaciones del interior del bosque son más antiguas que las de PA.
Conclusiones
Población Anticura, ubicado en el bosque de la vertiente oriental de los Andes, es uno de los pocos sitios del centro-norte de Patagonia con cronología del Holoceno temprano y medio. Permite completar un panorama que hoy se revela como inicial, ya que hasta el momento la complementariedad con la estepa era la principal explicación de las primeras incursiones en el bosque. La posición de PA al interior del bosque abre nuevas posibilidades ya que testimonia la existencia de tempranas redes de circulación, en concordancia con lo propuesto para el Holoceno temprano de Pampa y Patagonia. Estas redes integraban poblaciones en una escala espacial amplia, lo cual es esperable en condiciones de baja densidad poblacional. El tránsito por el bosque implicó conocer el medio en términos de su topografía y sus recursos, lo que posibilitó estancias de cierta duración en el interior de este ambiente. El grado de conocimiento del bosque sugiere que las ocupaciones humanas de PA no representan el primer contacto con este bioma. Esto último invita a redoblar esfuerzos para localizar evidencias tempranas, implementando estrategias que permitan resolver los problemas característicos de la investigación arqueológica en los bosques —fundamentalmente, la baja visibilidad y las altas tasas de sedimentación.
Agradecimientos
Agradecemos a Ana Forlano por la confección de las figuras y a Mercedes Maison y Gimena Conforti, del Área Geomática del INAPL, por la confección de la Figura 1. A Vivian Scheinsohn y María Martha Bianchi por sus valiosos comentarios a una versión preliminar del trabajo y a esta última y a Yamila Giaché por su ayuda con la interpretación de la información paleoambiental. Agradecemos también a los tres evaluadores anónimos que contribuyeron con sus aportes a mejorar el manuscrito. Asimismo, estamos en deuda con el resto de los integrantes del equipo de investigación y con los estudiantes que participaron en la excavación y análisis de los materiales. Nuestra mayor gratitud es para los pobladores de El Manso, quienes apoyaron de diversas maneras el trabajo arqueológico y nos brindaron su calidez y conocimientos. Estos trabajos fueron financiados por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (PICT 04-9976, 06-26332 y 2012-0471), el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (PIP 119/1998, 232/2010 y 365/2014), la Universidad de Buenos Aires (UBACyT U603/2001-2003) y el INAPL (Ministerio de Cultura de la Nación). Los permisos de trabajo fueron otorgados por la Secretaría de Cultura de la Provincia de Río Negro (n.° 62 [2007–2009], n.° 2167 [2009–2011], y n.° 1656 [2012–2013]).
Declaración de disponibilidad de datos
Las colecciones arqueológicas analizadas por los autores para este trabajo se encuentran en depósito transitorio en el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano y permanecerán allí hasta que se finalice su estudio, luego de lo cual serán devueltas a la Provincia de Río Negro.
Materiales Suplementarios
Para acceder a los materiales suplementarios que acompañan este artículo visitar https://doi.org/10.1017/laq.2019.13
Figura Suplementaria 1. Pendientes automorfos del Holoceno temprano (a) y medio (b).
Figura Suplementaria 2. Litos modificados por uso del Holoceno medio. Los recuadros contienen las imágenes tratadas por el programa Dstretch-ImageJ (Harman 2008), lo que permite apreciar mejor la extensión de los restos adheridos de pigmento: (a) con realce digital D-Stretch_lre; (b) con realce digital D-Stretch_lds; (c y d) con realce digital D-Stretch_lab.
Tabla Suplementaria 1. Frecuencia de las Materias Primas Representadas en los Desechos de Talla Lítica Recuperados en los Niveles del Holoceno Temprano y Medio del Sitio Población Anticura.
Tabla Suplementaria 2. Composición Taxonómica, Cantidad y Proporción de Indeterminados y Número Total de Restos Óseos y Dentarios Recuperados en Ambos Bloques Temporales del Sitio Población Anticura.
Tabla Suplementaria 3. Artefactos Óseos Recuperados en los Niveles del Holoceno Medio y Temprano del Sitio Población Anticura.
Tabla Suplementaria 4. Litos Modificados por Uso del Holoceno Medio.
Texto Suplementario 1. Detalles sobre la metodología; caracterización geoarqueológica de las unidades estratigráficas y detalles sobre el análisis de los desechos de talla lítica, los litos modificados por uso y los artefactos óseos.