El arribo de los españoles al centro del actual territorio de la República Argentina y su posterior asentamiento a fines del siglo dieciséis conllevó cambios ampliamente registrados en otras regiones americanas (e.g., Crosby Reference Crosby2003; Saldarriaga Reference Saldarriaga2018). La alimentación constituyó uno de los aspectos que fue alterado: con ello, nos referimos a plantas y animales que fueron incluidos y/o excluidos en la dieta, nuevos métodos de producción, modos de preparación y contextos de consumo de alimentos. Los cambios en la región bajo estudio se dieron, principalmente, tras la fundación de la ciudad de Córdoba de la Nueva Andalucía en 1573. Eso derivó en la posterior redistribución de los grupos nativos mediante el sistema de encomiendas y la casi inmediata repartición de tierras con el otorgamiento de mercedes (Doucet Reference Doucet and Levaggi1990; González Navarro Reference González Navarro2010; Palomeque Reference Palomeque, Martini, Zavala and Aguilar2009; Piana Reference Piana1992) a los principales españoles que habitaban la ciudad y habían participado de la conquista y colonización de este territorio considerado marginal (Bixio y Berberián 2017). Las encomiendas de indios tenían como propósito el usufructo de los tributos que los nativos debían pagar al español siempre y cuando éste residiera en la jurisdicción de Córdoba, mantuviera caballos y armas que permitieran la defensa del territorio, y por supuesto, ofreciera adoctrinamiento católico y enseñanza a los nativos (Piana Reference Piana1992). Esta situación condujo a que muchos encomenderos agruparan en un mismo espacio a grupos aborígenes procedentes de varias encomiendas a su cargo, provocando el desmembramiento de las sociedades nativas. Las mercedes de tierras, por su parte, estaban destinadas al sustento de los vecinos de la ciudad: eran espacios productivos, con huertos, viñas y arboledas, si estaban en cercanías del fuerte hispano, o con sementeras y estancia de animales si se ubicaban en sectores más alejados. El otorgamiento de las mercedes no impidió que los españoles ocuparan las tierras indígenas colindantes para su producción, como tampoco que el pago de tributos de los nativos pasara a ser un servicio personal (Castro Olañeta Reference Castro Olañeta2010; Ferrero y Nicolini Reference Ferrero and Nicolini2001; González Navarro Reference González Navarro2010; Piana Reference Piana1992; Rubio Durán Reference Rubio Durán1999).
A la llegada de los españoles al sector serrano de la actual provincia de Córdoba, los valles y planicies estaban habitados por grupos nativos. Estas sociedadesFootnote 1 se caracterizaban por su movilidad residencial: articulaban los diferentes ambientes con ofertas de recursos disímiles para así obtener las fuentes alimenticias necesarias para la subsistencia. De esta manera, combinando los entornos chaqueños como los de pampa de altura, basaron su economía en la caza de animales de diferentes portes, junto a la recolección de frutos, semillas y órganos de almacenamiento subterráneos silvestres. Asimismo, se daba la producción de recursos a baja escala con el aprovechamiento de malezas espontáneas, posiblemente efectuando prácticas de precolecta de cuidado, protección y fomento, tanto dentro de las propias parcelas de cultivo como en toda área con disturbio antrópico. El sistema de producción desarrollado evidencia la ausencia de grandes infraestructuras tales como sistemas de regadíos o muros de contención de suelo, dependiendo exclusivamente de las lluvias estivales. Esto permitió la ubicación dispersa en el paisaje serrano de las áreas productivas como mecanismo de reducción de los riesgos que este sistema a secano conlleva; de esta manera, la pérdida por plagas, granizos, heladas, etcétera, no significó un perjuicio absoluto de los recursos producidos. Los vegetales que se cultivaron fueron de diversas especies americanas (Zea mays [maíz], Phaseolus sp. [poroto o frijol], Cucurbita sp. [zapallo o calabaza], Solanum sp. [papa], Chenopodium quinoa [quinoa], Ipomea sp. / Manihot sp. [camote o batata/mandioca]). Además, es posible conjeturar la existencia de variedades para un aprovechamiento diferencial, como son el maíz temprano inmaduro, destinado, generalmente, al consumo directo, y el maíz tardío para almacenamiento a granel. Cabe resaltar que en esta descripción generalizada de los grupos que habitaban estos territorios con antelación a la llegada de los españoles pusieron en marcha prácticas variadas en torno a la alimentación: se reconocen preferencias tanto en la obtención de recursos como en sus modos de producción, lo que puede asociarse a ciertos aspectos culturales que refuerzan y reproducen la identidad de cada grupo (véase Fabra Reference Fabra2020; Fabra y González Reference Fabra and González2019; López Reference López2018; López y Recalde Reference López and Recalde2016; López et al. Reference López, Berón, Prates, Medina, Heider and Pastor2020; Recalde Reference Recalde2015, Reference Recalde2015-2016; Recalde y López Reference Recalde and Laura López2017; Saur Palmieri et al. Reference Saur Palmieri, Laura López and Trillo2022; Tavarone Reference Tavarone2019; Tavarone et al. Reference Tavarone, Colobig and Fabra2021). Una economía de este tipo (intermediate economies, sensu Fuller et al. Reference Fuller, Leilani, Carretero and Stevens2018), que incluía la caza, la recolección y la producción, puede ser contextualizada en el marco de un proceso continuo de intensificación en la adquisición de recursos. Esta situación es interpretada como signo de la puesta en marcha de estrategias de fusión y dispersión de los grupos co-residenciales junto al establecimiento de redes de intercambio de recursos a corta y larga distancia (Fabra Reference Fabra2020; Laguens Reference Laguens1999; Laguens y Bonnín Reference Laguens and Bonnín2009; Laguens et al. Reference Laguens, Bonnín, Luna, Cruz, Fernández, Ferreira and Freites2019; López Reference López2018; Medina et al. Reference Medina, Pastor and Recalde2016, Reference Medina, Laura López, Campos, Palmieri and Pastor2020; Pastor y López Reference Pastor, Laura López, Alejandra Korstanje and Quesada2011; Pastor et al. Reference Pastor, Medina, Recalde, López and Berberián2012; Tavarone et al. Reference Tavarone, Colobig and Fabra2020). Con la distribución de indígenas y de tierras, los españoles tuvieron la potestad de comenzar a cambiar el paisaje para sus propósitos económicos, como también de modificar los hábitos culturales de los nativos según la cosmovisión ibérica. Los indígenas debieron aprender nuevos métodos de cultivo, conocer las nuevas especies vegetales, procesar y cocinar nuevas recetas para los españoles, conocer y manejar nuevos animales, entre otras actividades. A esto se suma la necesidad de observar la transformación del paisaje conocido y el insuficiente tiempo para dedicarse a la propia subsistencia y la reproducción cultural (Bixio y Berberián 2017). En función de estos aportes se podría hipotetizar que, en este contexto, la introducción de granos y frutos por parte de los españoles fue rompiendo, paulatinamente, con el sistema económico mixto anterior, y se introdujeron modificaciones en la producción y el consumo de alimentos a los cuales los nativos tuvieron que adaptarse.
Con el objetivo último de avanzar en el conocimiento sobre los cambios alimenticios y productivos acaecidos en ese momento coyuntural, este trabajo se propone indagar sobre la producción de granos durante la ocupación hispana en Guayascate, sin excluir que pudo ser destinada al comercio, forraje o ingesta, entre otros. Para ello se recurrió al análisis documental y arqueológico: la etnohistoria y la arqueología, en el marco de una perspectiva transdisciplinar amplia, habilitan la posibilidad de dialogar con los datos y así brindar un mayor corpus de información que permitiera avanzar en la temática propuesta. Los primeros resultados recuperados de las fuentes documentales ya han sido publicados; en ellos se citan todas las plantas cultivadas y silvestres que circularon en la región (Grana y López Reference Grana and Laura López2021a; López et al. Reference López, Castillón, Grana, Andreoni, Laura Ciampagna, Gobbo, Capparelli, Pochettino, Capparelli, Stampella and Andreoni2023; Trillo y López Reference Trillo and Laura López2023). En este trabajo en particular, retomamos de aquellas aportaciones las que refieren específicamente al trigo, el maíz y la cebada, pues se trata de ejemplares vegetales sobre los cuales tenemos especial interés según nuestros actuales objetivos de investigación: son especies que acusan una presencia indiscutible en el Tucumán, y queremos observar qué sucede con ellas en el sitio Guayascate. No obstante, no desestimamos la existencia de otras especies botánicas en la región cuya visibilidad y presencia conocemos y está ampliamente documentada etnohistóricamente (López et al. Reference López, Castillón, Grana, Andreoni, Laura Ciampagna, Gobbo, Capparelli, Pochettino, Capparelli, Stampella and Andreoni2023).
A nivel metodológico, los datos recuperados de la documentación consultada fueron cotejados con los resultados obtenidos del estudio arqueológico en una parcela de cultivo del sitio Pueblo Guayascate 1. Finalmente, se integró la información con datos provenientes de otro sitio de contacto hispano-indígena en la provincia (Alero Tala Huasi 1, de ocupación indígena/colonial; Pastor y Medina Reference Pastor and Medina2013) y de toda la gobernación del Tucumán (Chajarahuayco 25, en Jujuy, con ocupación indígena/colonial; El Shincal de Quimivil y El Colorado, ambos emplazados en el valle Calchaquí y de ocupación indígena; e Ibatín y Esteco I y II, en Tucumán y Salta respectivamente, ambas ciudades fundadas por los españoles), con la finalidad de generar una discusión más enriquecida sobre los hallazgos.
Área de estudio y antecedentes
La localidad de Guayascate se ubica en el Departamento Tulumba, en el norte de la provincia de Córdoba, Argentina (Figura 1). Está emplazada a 160 km hacia el norte de la actual ciudad de Córdoba. Se trata de un pequeño valle surcado por el arroyo homónimo de cauce variable, que marca elevaciones leves cuya topografía no supera los 1.000 m snm. Esta zona pertenece al distrito chaqueño serrano de la provincia fitogeográfica chaqueña, según Cabrera (Reference Cabrera and Kugler1976), y a la ecorregión del Chaco Seco, según Burkart y colaboradores (Reference Burkart, Bárbaro, Sánchez and Gómez1999). El bosque serrano en el cual está inmersa se caracteriza por el dominio climático semi-seco, donde las precipitaciones disminuyen desde el este del sistema serrano (600 mm anuales) al oeste (menos de 500 mm anuales). La temperatura media anual aumenta en sentido contrario, con valores que oscilan entre los 18,6°C al este y los 19,9°C al oeste. La fisonomía que predomina en este sistema serrano es la de bosque cerrado a semicerrado, con un 30% a 60% de cobertura arbórea. Las principales especies vegetales de esta región son el Lithraea molleoides (molle de beber), Myrcianthes cisplatensis (mato), Condalia spp. (piquillín) y Aspidosperma quebracho-blanco (quebracho blanco). Se presenta además una diversidad faunística de porte mediano y menor, con ejemplares de Mazama guazoupira (corzuelas) y Tinamidae (perdices; Bucher y Ábalos Reference Bucher, Ábalos, Vázquez, Miatello and Roqué1979; Cabido y Zak Reference Cabido and Zak1999; Giorgis et al. Reference Giorgis, Cingolani, Chiarini, Chiapella, Barboza, Espinar and Morero2011).
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Figura 1. Ubicación del paraje Guayascate, norte de la provincia de Córdoba, Argentina (Fuente: Grupo Arqueológico del Norte del Córdoba).
Guayascate fue mencionada por primera vez en la bibliografía histórica de la provincia por Pablo Cabrera (Reference Cabrera1917), cuando relató el camino realizado por Jerónimo Luis de Cabrera en 1573 en su recorrido hacia el sur desde la entonces capital de la gobernación, Santiago del Estero, y que culminó con la fundación de Córdoba en 1573. Los habitantes de Guayascate, posteriormente, fueron otorgados en encomienda a Francisco Sánchez entre 1574 y 1576, la cual posiblemente ante la ausencia de intervención alguna por parte de Sánchez, fue asignada a la familia García, la que, a su vez, obtuvo la merced de tierras en dicha localidad en 1585 (Grana y López Reference Grana and Laura López2021a, Reference Grana and Laura López2021b; Montes Reference Montes2008). Las tierras se mantuvieron productivas por lo menos hasta finales del siglo diecisiete, pasando de agrícolas a ganaderas según las demandas económicas de la época (Assadourián Reference Assadourián1982; Grana y López Reference Grana and Laura López2021a, Reference Grana and Laura López2021b).
Información del corpus documental
La documentación analizada está constituida por fuentes editas e inéditas del siglo diecisiete que permitieron reconstruir una imagen —muy importante, aunque preliminar— de Guayascate durante el primer siglo de ocupación española en la región (véase Grana y López Reference Grana and Laura López2021a, Reference Grana and Laura López2021b). Si bien existen vacíos temporales en los cuales no se ha podido acceder a información propiamente dicha de la localidad en estudio, los materiales con que contamos han sido suficientes para abordar los objetivos hasta el momento propuestos. De esta manera, poseemos información tanto de los frutos nativos de la región chaqueña serrana como también de aquellos endógenos y adventicios producidos en tierras de Guayascate antes y después del asentamiento español. Entre los recursos mencionados se destacan el trigo, el maíz, la cebada y el algarrobo, este último como fruto silvestre recolectado en el área circundante, mientras que los primeros fueron producidos en la localidad. En esta oportunidad, como se mencionó anteriormente, nos centraremos en el trigo y en la cebada —por ser los principales cereales euroasiáticos que circularon en la gobernación del Tucumán desde mediados del siglo dieciséis— y en el maíz, recurso propiamente americano (López et al. Reference López, Castillón, Grana, Andreoni, Laura Ciampagna, Gobbo, Capparelli, Pochettino, Capparelli, Stampella and Andreoni2023).
La tribu TriticeaeFootnote 2 (familia Poaceae) incluye 27 géneros y 501 especies, comprendiendo a cultivos importantes como el trigo (Triticum sp.) y la cebada (Hordeum vulgare). El trigo es uno de los granos de mayor consumo humano en la actualidad. Domesticado en la región del creciente fértil y el levante (Haas et al. Reference Haas, Schreiber and Mascher2019; Lev-Mirom y Distelfeld Reference Lev-Mirom and Distelfeld2023; Zhao et al. Reference Zhao, Yafei, Lipeng, Yin, Bi, Xu and Zhang2023), arribó al actual territorio argentino de la mano de los conquistadores españoles. Se estima que la especie que llegó a estas tierras fue T. aestivum, un grano con gluten cuyo procesamiento en harina permitió la elaboración de pan e incluso, fermentado, servía para la elaboración de bebidas alcohólicas (Pochettino Reference Pochettino2015). Por su parte, la cebada (Hordeum vulgare) ha sido otra de las especies domesticadas junto al trigo. Fue importante en la alimentación hasta su reemplazo por trigos duros o candeales, quedando reservada, en la actualidad, para alimentar al ganado y la producción de malta para cervezas (Pochettino Reference Pochettino2015).
En la jurisdicción de Córdoba, el trigo es mencionado desde los albores del siglo diecisiete como una especie destacada, posiblemente debido a la situación económica reinante que favorecía su comercio pues, desde la fundación de la ciudad en 1573, la región quedó ubicada en el corredor mercantil que unía el oeste (Mendoza y Santiago de Chile), el este con la salida al Atlántico (el litoral y Buenos Aires) y el norte con el Camino Real a Potosí y al Alto Perú (Assadourián Reference Assadourián1982). Si bien esta especie se menciona vinculada a una finalidad comercial (tanto el grano como su derivado en harina) no se descarta que su producción quede asociada al autoconsumo. Si bien a partir de 1620 se produjo un giro económico con un impulso hacia la ganadería (Assadourián Reference Assadourián1982; Palomeque Reference Palomeque, Martini, Zavala and Aguilar2009), el trigo continuó cultivándose.
Específicamente en la documentación consultada se registró, en un expediente de 1611, una demanda que presentan los indios Pedro Tumbaque, Rodrigo Anaca y Agustin Cama ante el Teniente de Gobernador Juan de Tejeda y Miraval; ellos reclaman su derecho a las tierras que han sido adjudicadas a los herederos de Bartolomé García. En sus folios se registran las especies mencionadas cuando Andrés de Ceballos, testigo, dice “que sabe e vido . . . que Bartolome Garcia . . . labraba y cultivaba las dichas tierras haciendo sementeras de trigo y mais con los indios” (Archivo Histórico de la Provincia de Córdoba [AHPC], Córdoba, Escribanía 1, Año 1611, Legajo 25, Expediente 4, f. 182r). De manera indirecta y avanzado el siglo diecisiete, se mencionan “diez fanegas de harina” en el testamento de Lucía Martel de los Ríos, viuda de Juan de Olariaga, quien fue encomendero de Guayascate (AHPC, Esc. 1, 1670, Leg. 133, Exp. 7, f. 99). Este dato puede estar correlacionado, de manera secundaria, con las actividades de molienda derivadas de la producción de trigo, pues hay registros documentales que acusan la presencia de un molino en actividad a inicios del siglo diecisiete: “y que tiene en el dicho sitio echos viñas molino huertas y arboleda” (AHPC, Esc. 1, 1611, Leg. 25, Exp. 4, f. 146).
Para finales del siglo diecisiete el trigo es mencionado en los autos de la Visita de Luxán de Vargas con importante visibilidad; a ello se suma la presencia de cebada, lo que se puede corroborar en el siguiente extracto en el que hay una especie de recuento de las semillas:
El capitan Juan Lopez de Fuenteseca rexidor y protector general de los naturales . . . del pueblo de Guayascate . . . digo . . . porque la obligazion que tiene cada yndio de tassa conforme a la hordenanza 97 ademas de los çinco pesos de tributo en plata o, en especie que a de pagar de que a de sembrar en sus propias tierras, chacras, de comunidad, a razon de quatro almudes de trigo, dos de zeuada, y un quartillo de maíz [Bixio 2009:181, f. 28r].
Otros pasajes de la visita corroboran la misma idea; así, Joseph Labastra (testigo) responde a la pregunta de si reciben doctrina y oyen misa diciendo que “dicho pueblo a tenido capilla que es la que esta en frente de la ramada [testado: que] es que esta el dicho señor Visitador que al presente se halla caida por la humedad que reciuio del riego que se dio al trigo que sembro hasta la mesma capilla el dicho encomendero” (Bixio 2009:159, f. 7v). La mención de cebada puede ser referenciada como el cultivo específico para forraje dada la situación económica reinante (Grana y López Reference Grana and Laura López2021b), cuyo aporte a la alimentación animal ha sido registrado ampliamente en estudios etnobotánicos (Pochettino Reference Pochettino2015).
Por su parte, el maíz (Zea mays, tribu Maydeae, familia Poaceae), como cultivo americano, tiene su propia historia en la región de estudio. Registrado ampliamente en toda la gobernación del Tucumán, antes y después de la llegada de los españoles (López et al. Reference López, Castillón, Grana, Andreoni, Laura Ciampagna, Gobbo, Capparelli, Pochettino, Capparelli, Stampella and Andreoni2023), los habitantes que poblaron el actual territorio cordobés produjeron y consumieron maíz desde aproximadamente 400 dC (López Reference López2018). Si bien este cultivo no constituyó la base de sustento alimenticio para las sociedades del centro del actual territorio argentino, sí formó parte de una economía que se complementaba con la caza y la recolección de frutos silvestres (Laguens et al. Reference Laguens, Fabra, Santos and Demarchi2009; Tavarone et al. Reference Tavarone, Colobig and Fabra2020).
En la documentación hispana de nuestra región de estudio, la mención al maíz y su cultivo data desde inicios del siglo diecisiete e indica cierta continuidad en su práctica de producción y consumo, aunque sin seguridad de que se hubieran implementado los mismos métodos de cultivo. Esto se debe a que la evidencia de la producción de granos en la zona proviene de algunos testimonios como el de los ya citados Pedro Tumbaque, Rodrigo Anaca y Agustin Cama, nativos pertenecientes al repartimiento de Guayascate de la encomienda de Juan Torreblanca, quienes declaran que “las dichas tierras son nuestras y nos pertenecen y como tales siempre las avemos tenido y poseido quieta y pacificamente sembrandolas y cultivandolas y teniendo nuestras casas y viviendo en las mismas dichas casas y sementeras dellas” (AHPC, Esc. 1, 1611, Leg. 25, Exp. 4, f. 149v). Si bien no hay datos directos sobre el maíz, sí se habla de siembra y cultivo, lo cual permite inferir la circulación de granos y la continuidad de prácticas indígenas asociadas al trabajo de la tierra. Con el arribo de los españoles y el otorgamiento de la encomienda y la merced en Guayascate, ya se menciona que “las sementeras que hazen los indios es con bueyes” (AHPC, Esc. 1, 1611, Leg. 25, Exp. 4, f. 183v), dato que indica un cambio tecnológico en los modos de siembra.
Datos arqueológicos
El primer registro arqueobotánico en Guayascate proviene del análisis de microrrestos (silicofitolitos y granos de almidón) que dieron cuenta del consumo de maíz junto a otras especies silvestres (Neltuma sp. [algarrobo] y Trithrinax campestris [palma caranday]; López Reference López2020). La evidencia fue recuperada de fragmentos cerámicos con rasgos de producción indígena; sin embargo, no podemos asegurar que sea exclusivamente del período previo al contacto o del colonial, ya que proviene de material recolectado por un aficionado y depositado en el museo Gunisacate de la localidad Las Peñas, sin un contexto de obtención y conservación claramente definido. No obstante, la importancia de esta evidencia radica en el conocimiento que ofrece sobre qué plantas circularon en la región durante el tardío y/o colonial temprano y su eventual consumo por parte de las sociedades nativas.
Materiales, métodos y resultados
Para avanzar sobre el objetivo propuesto, destacamos que se realizaron estudios arqueológicos en el sitio Pueblo Guayascate 1 (en adelante, PG1; Figura 2), emplazado en el actual poblado San Agustín, abarcando 18 ha. Las prospecciones realizadas dieron cuenta de la presencia de fragmentos cerámicos y desechos líticos de factura indígena; también hay rasgos de evidencia colonial que corresponden a los posibles cimientos de piedra de la antigua capilla (ubicada cerca de la actual capilla edificada en 1993), y a las piedras que conformaron el molino hidráulico cuya ubicación colonial fue a orillas del arroyo homónimo, según señalan los actuales habitantes del poblado. Todo ello ha permitido conjeturar que este sitio es un potencial de investigación en el estudio del contacto hispano-indígena.
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Figura 2. Sitio Pueblo Guayascate 1 y el sector PG1-2. Áreas registradas: (1) posicionamiento del antiguo molino colonial; (2) capilla San Agustín de Guayascate; (3) estructura arquitectónica de piedra colonial; (4) parcela de cultivo arqueológica y actual. Fuente imagen satelital: Google Earth Pro 2019, versión gratuita. (Color en la versión electrónica)
Para conocer sobre la producción de alimentos, nuestros estudios se centraron en un sector de este sitio (el sector 2; en adelante, PG1-2; Figura 2) que ofrece las posibilidades de indagación de cereales euroasiáticos. Este sector es uno de los pocos que pudo ser estudiado en función de dos factores: por un lado, porque se respetaron las sensibilidades y derechos de las comunidades presentes en el espacio y, por otro, porque nos fueron otorgados los permisos en la Oficina de Patrimonio Provincial. El espacio es a cielo abierto, en el margen derecho del cauce del arroyo Guayascate, sin aterrazamientos, y abarca un total de aproximadamente 2 ha. En superficie se registraron desechos líticos y fragmentos cerámicos: el 96% presenta características indígenas y el 4% rasgos europeos similares a mayólica o loza blanca (López Reference López2021). En el ángulo sureste del sector se identificó una estructura edilicia ubicada a más de 100 m del arroyo y cercana a un pequeño cerro. Se observaron piedras canteadas en dos posibles hileras de 1,5 m de ancho total, que dan cuenta de una estructura de forma rectangular de aproximadamente 6 m de ancho y 15 m de largo. Hay signos de derrumbe y piedras faltantes. Al interior de esta formación se realizó un sondeo de 10 m2 en su ángulo noroeste, lo que permitió recuperar fauna europea y fragmentos cerámicos de características nativas y coloniales. También se pudo localizar el piso de ocupación a 70 cm de profundidad, conformado por tierra apisonada con sectores termoalterados y fragmentos cerámicos de afinidad indígena en posición primaria (López Reference López2021). Para sostener su filiación colonial nos basamos en el reconocimiento de una estructura edilicia ajena al sistema de asentamiento propio de las comunidades del tardío serrano (Pastor et al. Reference Pastor, Medina, Recalde, López and Berberián2012), como también en la presencia de cerámica santiagueña Suntituyoc —reconocida por ser material presente en momentos de contacto hispano-indígena—, en los restos arqueofaunísticos europeos (Bos Taurus [bóvido] y Equus sp. [équido]) y en la cerámica de filiación colonial (Mayólica española), datos recuperados en estratigrafía (López Reference López2021). La asociación de estas dimensiones habilita las conjeturas propuestas.
Colindante a esta estructura, hay un amplio sector que, dado su actual funcionamiento como parcela agrícola, podría haber tenido la misma funcionalidad en el pasado. Allí se registró material cerámico en superficie y según sus niveles de concentración se determinaron dos sectores para establecer dos sondeos de 0,5 m2 cada uno y separados por unos 25 m (Sondeo 1 y Sondeo 2). La excavación siguió capas artificiales de 10 cm y continuó hasta los 60 cm, cuando el estrato cambió de textura, pasando de ser fino, con material orgánico y pocos clastos, a más arenoso y con clastos de diversos tamaños. El material registrado fue muy escaso (total n = 7): se contabilizaron fragmentos cerámicos de características indígenas (40%) y desechos líticos (60%). Esto permitió consolidar la hipótesis de que la zona podría corresponder a un área de producción de alimentos del tardío y/o colonial, pues existen características similares a las de las parcelas de cultivo del tardío del sector serrano cordobés (e.g., pocas dimensiones del terreno, cercanía al curso de agua permanente, ausencia de estructuras superficiales, escaso material arqueológico superficial, condiciones de suelo aptas para el cultivo; Pastor y López Reference Pastor, Laura López, Alejandra Korstanje and Quesada2011). Esto es acorde con lo deducido de la documentación hispana sobre la ausencia de infraestructura en las parcelas de cultivo implementadas por el encomendero de Guayascate.
Se procedió a la extracción de muestras sedimentarias de los perfiles de ambos sondeos cada 5 cm para evaluar y controlar las posibles traslaciones verticales de los microrrestos. Las muestras sedimentarias del Sondeo 1 fueron procesadas (extracción de silicofitolitos) en el Royal Belgian Institute of Natural Science (RBINS), siguiendo el protocolo estándar establecido por el Dr. Chevalier (Chevalier y Bousquet 2010). Este procedimiento consiste en la concentración de silicofitolitos con eliminación de carbonatos y materia orgánica, rotura de los enlaces metálicos, eliminación de coloides orgánicos, defloculación y eliminación de limos, para su posterior montado en aceite de inmersión y sellado. Las observaciones se realizaron bajo microscopio estereoscópico a 400 magnificaciones. Los microrrestos fueron descritos y clasificados siguiendo el International Code for Phytolith Nomenclature (ICPN) 2.0 (International Committee for Phytolith Taxonomy 2019). Además, se identificaron mediante muestras de referencia comparativas del RBINS y bibliografía referente.
Los resultados obtenidos han demostrado la existencia de dos componentes con presencia de cultígenos: el Componente 1 es el más superficial (0-30 cm) y el Componente 2 es el más profundo (40-55 cm), con un hiato de escaso a nulo registro de taxa domesticada entre los 30 y 40 cm (Tabla 1). El Componente 1 se puede considerar como un palimpsesto en el registro arqueobotánico debido a que actualmente es una parcela en la que se suele cultivar y dejar en barbecho. El paso del arado manual (que actualmente se sigue usando) remueve el suelo en una profundidad de hasta 20 cm. Por su parte, el Componente 2 puede ser considerado del tardío/colonial.
Tabla 1. Recuento de silicofitolitos presentes en el sedimento analizado, correspondientes a los dos componentes registrados: Componente 1 actual; Componente 2 colonial/tardío.
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En ambos componentes, los silicofitolitos fueron identificados como afines a Zea mays L. (maíz), Triticeae (posible trigo y/o cebada) y Poaceae (gramíneas) en general (Figuras 3 y 4). En el Componente 1, el maíz puede referir a aquel que ha sido cultivado en el pasado reciente (mediados del siglo veinte), según datos recabados por entrevistas etnobotánicas en la localidad, mientras que el posible trigo puede corresponder al mencionado por el actual cultivador de la parcela (Marcelo Hector Funes, comunicación personal 2020), quien dijo que varias veces produjo dicha especie, aunque ahora se dedica sólo a Medicago sativa (alfalfa) para la alimentación de animales. En el Componente 2, los microrrestos silíceos de maíz y Triticeae corresponderían a cultígenos presentes durante el tardío y colonial temprano. Con esta evidencia estamos ofreciendo el primer registro de especies euroasiáticas que se produjeron en la región, como también en la actual provincia cordobesa, luego del asentamiento español, y cuyo único registro hasta el momento eran los documentos escritos durante la colonia (Grana y López Reference Grana and Laura López2021a).
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Figura 3. Gráfico de presencia de plantas en el sedimento de PG1-2. Porcentaje de presencia según profundidad (cm) de estrato. (Color en la versión electrónica)
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Figura 4. Silicofitolitos de cultígenos recuperados en el componente tardío/colonial: (a-d) afines a Triticeae; (e-h) afines a Zea mays. (Color en la versión electrónica)
Discusión y consideraciones finales
En este trabajo se ofrece la primera evidencia de Triticeae para un sitio de la jurisdicción de Córdoba del Tucumán en tiempos coloniales. Los datos surgidos de las fuentes documentales analizadas, fechadas en 1611, 1670 y 1692, con claras referencias al trigo y la cebada, fueron correlacionados con los hallazgos arqueobotánicos de silicofitolitos de Triticeae, ambos presentados más arriba. Esta reciprocidad entre datos permite sostener que estos granos (trigo y/o cebada) circulaban en la región y han tenido diferentes formas de apropiación. Hasta el momento sólo se contaba con la información proveniente de la documentación hispana, en la que se detalla que el encomendero de Guayascate proveyó a los nativos de los granos para su siembra junto a los implementos necesarios para ello (e.g., aperos y bueyes; Grana y López Reference Grana and Laura López2021a). Es importante mencionar que, desde la fundación de Córdoba en 1573, esta región fue productora de trigo y se elaboraban sus derivados (harina), lo que explicaría la presencia del molino en Guayascate, tal como consta en los registros citados.
Esta evidencia de cultivo euroasiático fue recuperada junto al maíz, uno de los cultígenos empleados por los nativos desde el surgimiento de la producción de alimentos en la región hacia 400 dC aproximadamente. En virtud de estos aportes, es posible conjeturar que la presencia de maíz indicaría que la parcela colonial habría estado dispuesta sobre la parcela prehispánica, aunque hay que tener recaudos al respecto. En las parcelas del tardío se realizaba el policultivo, consistente principalmente, en la trilogía maíz, poroto/frijol y zapallo, tal como lo refleja el sitio Arroyo Tala Cañada 1 (Córdoba; Pastor y López Reference Pastor, Laura López, Alejandra Korstanje and Quesada2011). En PG1-2, sólo se evidenció hasta el momento maíz, por lo cual surgen dos hipótesis: (a) la primera referida a un maíz cultivado sólo en niveles del tardío, y (b) relacionada al maíz como segundo cultivo en la parcela colonial.
Respecto de (a), asumimos que el maíz proveniente de este nivel podría haberse mezclado en la parcela tras el comienzo del laboreo por orden española para la siembra del trigo. No planteamos la producción conjunta de ambas especies porque los datos bibliográficos evidencian que las parcelas ibéricas se centraban en el monocultivo (Miret i Mestre Reference Miret i Mestre2004). Asimismo, observamos que no hubo modificaciones de la parcela con el fin de generar infraestructuras como canales de riego. De esta manera, se puede hipotetizar que, según la visión española sobre el ambiente cordobés, las condiciones eran favorables para la producción agrícola. Sumado a ello, hay que tener en cuenta la información ofrecida por los nativos acerca de que se trataba de tierras productivas a secano (sistema implementado desde hacía siglos), motivo suficiente para pensar en su continuidad. Así, y tal como ocurría en las edades Media y Moderna en la península Ibérica (Miret i Mestre Reference Miret i Mestre2004), se propició el cultivo a secano, muchas veces con roza y quema, sin necesidad de modificaciones como se refleja en otras regiones americanas como Guadalajara (México actual), donde el ambiente poco propicio para el trigo conllevó el desarrollo de una gran infraestructura agrícola (de León Meza Reference de León Meza2016). Un caso similar al aquí presentado ha sido registrado en el sitio Chajarahuayco 25 en la región puneña, actual provincia de Jujuy, que también fue parte de la gobernación del Tucumán (Angiorama et al. Reference Angiorama, Coronel and Pigoni2018). Allí, los autores registraron una estructura agrícola poco común de la región sur de Pozuelos, datada en el siglo quince y que consiste en andenes conectados a una red de riego para poder proveer de agua a los cultivos. Se evidenció su uso tanto a nivel del tardío como colonial. En la primera etapa se registraron microrrestos afines a maíz, mientras que en la segunda etapa se halló maíz y Triticeae, lo cual puede ser índice de la reapropiación y readecuación de los cultivos a la tierra. Si bien los autores no plantean el porqué de la asociación maíz-Triticeae, dejan entrever que el maíz podría corresponder a momentos del tardío. Incluso, en este sitio, los españoles optaron por emplear el sistema de producción tal cual existía, sin modificación alguna de la parcela, propiciando allí el cultivo deseado.
En relación con (b), se considera que el maíz pudo haber sido cultivado junto a los cereales euroasiáticos. Esta hipótesis surge debido a que el encomendero proveía las semillas para la producción; entre ellas, el maíz que era destinado principalmente a la alimentación de los indígenas encomendados. Esto explicaría el porqué de la única referencia al maíz sin mención a ninguna otra especie americana: “A la quinta pregunta dixo que diez y ocho años a esta parte . . . porque su amo no les diese bueyes y . . . no sembrarian jamas un grano de mais y lo que siembran es para sus amos y sus amos los sustentan a ellos” (AHPC, Esc. 1, 1611, Leg. 25, Exp. 4, f. 182). Entre otros aspectos, hay que considerar que, si los españoles implementaron el monocultivo en las parcelas americanas con sistema de rotación anual, es posible que el maíz también fuera cultivado de igual manera, lo que podría indicarnos que se siguió un calendario agrícola que favorecía la alternancia de los cultivos de verano (maíz) con los cultivos de invierno (Triticeae). No obstante, cabe la posibilidad de que el cultivo de invierno haya sido sembrado junto al maíz, utilizando una variedad de trigo que pudiera adaptarse al nuevo ambiente. Esta situación ha sido registrada ampliamente en Europa por Tereso (Reference Tereso and Castillo2021), quien da cuenta, mediante la evidencia arqueobotánica de asociación entre cultígenos y malezas, que muchas Triticeae han sido adaptadas para cultivo de verano. Una de ellas es el trigo pan (T. aestivum), que puede haber sido el trigo cultivado en esta región. Actualmente, en el país se cultivan tanto trigo de invierno como de primavera y, si bien se logran calidades diferentes de harina tras la molienda de los granos, ambas son funcionales a la elaboración de pan (Caballero y Abbate 2013; Molfese y Astiz Reference Molfese and Astiz2017).
El trigo, por su parte, habría sido reducido a harina en el molino propio desde inicios del siglo diecisiete. A los datos de su presencia (AHPC, Esc. 1, 1670, Leg. 133, Exp. 7, f. 99v), se adiciona la referencia sobre el pan; información que es indirecta debido a que no se explicita su manufactura. Por este motivo, no podemos asegurar si con “pan” se hace referencia a la masa de harina de trigo cocida, la que era consumida por los españoles, o si se trata del genérico de “alimento”:
El capitan don Leandro Ponze de Leon vesino encomendero de los yndios del pueblo de Guaiascate . . . digo que hallandome al presente con una sementera de trigo considerable y totalmente falto de jente para recojerlo . . . y se deue especialmente atender que no se malogren dichas sementeras de trigo para este año proximo venidero por lo que el presente se a padesido de hambre que aun a faltado el pan a las personas de mayor posibilidad y totalmente a los conbentos de las monjas de uno y otro monasterio [Bixio 2009:179, f. 27r].
Más allá de poder asegurar o no el procesamiento de trigo en harina, su evidencia es una certeza para el sitio estudiado que, puesta en diálogo con otros hallazgos en el Tucumán colonial, constituyen un anclaje de información importante sobre las especies que circulaban en la jurisdicción y, más ampliamente, en la gobernación. De hecho, Lorandi (Reference Lorandi1988) y Lorandi y Hoyos (Reference Lorandi, de Hoyos and de Querejazu1995) reconocen la evidencia documental de la incorporación de trigo y cebada por parte de los aborígenes del Calchaquí; y según los datos arqueológicos podríamos pensar que se puede haber dado de manera voluntaria ya que eran sociedades fuera del dominio colonial. Los sitios El Shincal de Quimivil y El Colorado, ambos emplazados en los valles Calchaquíes (Castillón Reference Castillón2022; López et al. Reference López, Castillón, Grana, Andreoni, Laura Ciampagna, Gobbo, Capparelli, Pochettino, Capparelli, Stampella and Andreoni2023), corresponden al momento histórico de contiendas de los pueblos Calchaquíes como resistencia al dominio español. Estas luchas se desarrollaron por más de 100 años (1535-1665), hasta que los españoles lograron dominar a estos pueblos e incorporarlos al sistema colonial (Boixadós Reference Boixadós2011; Castellanos Reference Castellanos2021; Lorandi Reference Lorandi1988; Palomeque Reference Palomeque, Martini, Zavala and Aguilar2009). El contexto arqueológico de ambos sitios es diferente. Por un lado, el sitio El Colorado ocupa una extensión de 60 ha, con múltiples estructuras residenciales, de producción de alimentos y espacios de uso ritual (Petrucci et al. Reference Petrucci, Lema, Pochettino, Palamarczuk, Spano and Tarragó2018). En uno de sus recintos habitacionales, los autores (Petrucci et al. Reference Petrucci, Lema, Pochettino, Palamarczuk, Spano and Tarragó2018) recuperaron evidencia de trigo y cebada en un contexto de consumo doméstico, dando cuenta así de su posible incorporación para la alimentación. Por otro lado, el sitio El Shincal de Quimivil fue un centro administrativo inca que jugó un rol importante en relación con el tráfico de bienes en toda la región (Capparelli Reference Capparelli, Raffino, Iácona, Moralejo, Gobbo and Guillermina Couso2015). De todas sus estructuras de carácter doméstico, productivo o ritual, sólo se registraron especies europeas en el Ushno (plataforma ceremonial; Capparelli et al. Reference Capparelli, Lema, Giovannetti and Raffino2005). Los autores interpretaron la utilización de estos granos (trigo y cebada) como ofrendas dentro de una ceremonia ritual tipo capacocha.
En ambos casos, se puede arriesgar que los indígenas decidieron incorporar estas plantas euroasiáticas sin la imposición del poder colonial, aunque sólo pareciera que la ingesta pudo darse en el caso de El Colorado, mientras que en El Shincal la utilización ritual de los granos pudo haber implicado algún sentido de lucha en el contexto histórico ya mencionado.
Otras situaciones en las que se evidencia la manipulación de restos euroasiáticos por parte de los indígenas son las correspondientes a las primeras fundaciones de ciudades en la región: Ibatín y Esteco I y II (Castillón Reference Castillón2022; Castillón et al. Reference Castillón, Laura López, Igareta and Capparelli2024). En el sitio Ibatín (actual San Miguel de Tucumán) se evidenció la producción de Triticeae en virtud del hallazgo de silicofitolitos de estos, como parte del componente vegetal incorporado para la fabricación de adobes; también se registró un carporresto carbonizado de Triticum aestivum/durum en un mortero de barro empleado en los cimientos de una estructura (Castillón et al. Reference Castillón, Laura López, Igareta and Capparelli2024). Por su parte, Esteco I y II (conocido como Nuestra Señora de Talavera) evidencian el consumo doméstico de trigo (Triticum aestivum/durum y Triticum sp.) y cebada (Hordeum vulgare, Hordeum vulgare subsp. vulgare var. hexastichum y Hordeum vulgare subsp. vulgare var. nudum), entre otros granos. Este hallazgo está relacionado con la alimentación de los colonizadores, dado que en este centro urbano existió una alta concentración de población europea (Castillón Reference Castillón2022). En ambos casos podemos suponer que tanto la fabricación de adobes como la elaboración de comidas pudieron ser realizadas por los indígenas bajo encomienda española; sin embargo, no hay indicios claros que permitan suponer —especialmente para Esteco I y II— su ingesta por parte de los aborígenes.
La fortaleza del hallazgo presentado en este artículo, surgido del cruce de datos etnohistóricos y arquebotánicos, descansa en el hecho de que constituye un dato revelador para la zona estudiada. De hecho, el Alero Tala Huasi 1 (valle de Punilla), único sitio con ocupación indígena y colonial cordobesa estudiado arqueobotánicamente, no permitió aún mostrar su presencia (Pastor y Medina Reference Pastor and Medina2013).
Vale insistir en la existencia de una mención en la visita de Lujan de Vargas sobre el consumo de trigo por parte de los indígenas encomendados: “y aun distribuidas sus raziones en cada semana las mas vezes dejan de comer el trigo ô mays por reduzirlo a chicha que de ello hazen para sus embriagueces” (Bixio 2009:176, f. 24r). No obstante, no contamos con otras referencias más concretas que induzcan a considerar el consumo de trigo por parte de los indígenas (e.g., microrrestos botánicos en fragmentos cerámicos, artefactos líticos de molienda, tártaro dental), esto es, no podemos asegurar que la mera disponibilidad conlleve su elección para la elaboración de sus propios alimentos.
Otro aspecto destacable que ponemos sobre la mesa de discusión sobre el hallazgo presentado tiene que ver con el hecho de que, en caso de que los microrrestos correspondieran a cebada, responderían a fines de consumo alimenticio animal según datos bibliográficos. Esto se debe a que con posterioridad al primer decenio del siglo diecisiete, la producción triguera decayó, derivándose hacia la ganadería con reorientación a la comercialización hacia Potosí (Palomeque Reference Palomeque, Martini, Zavala and Aguilar2009). Esta situación podría explicar la incorporación más tardía de la siembra de cebada en Guayascate porque uno de sus usos habituales ha sido el forraje (Pochettino Reference Pochettino2015). Efectivamente, las tierras de Guayascate fueron empleadas para la cría e invernada de yeguas según la documentación registrada (Grana y López Reference Grana and Laura López2021b), y por ende pudo cultivarse cebada para complementar la alimentación animal.
Finalmente, la evidencia aquí presentada da inicio a una mayor indagación sobre la producción, circulación y modos de consumo de especies, entendidas en su sentido amplio como todo destino final más allá de la ingesta, en el tardío y colonial en la región central de Argentina. Los granos euroasiáticos circularon en la región y acusan, en líneas generales, dos formas de manipulación: o bien fueron producidos por los indígenas a requerimiento de los españoles, o bien fueron ingeridos por los indígenas a requerimiento de los españoles. Los datos que presentamos a lo largo del trabajo apuntan, con más claridad, a la primera de las opciones, aunque aún son escasos los registros de producción de los principales productos europeos y/o también los referidos a la importación de especies desde/hacia otras regiones americanas (e.g., Chile).
En este trabajo damos a conocer la primera evidencia de producción de Triticeae en la región central de Argentina, la cual se suma a los hallazgos en Jujuy y Tucumán: esto permite tener una visión de conjunto acerca del sistema productivo desarrollado en una región particular de gran Tucumán. Este aporte constituye un primer puente de interpretación sobre una dinámica que va más allá de la incorporación de datos sobre recursos y dieta: se trata de sentar las bases de un diálogo interdisciplinar que pone una socio-región bajo lupa, con el fin de pensar en el ejercicio del poder colonial y los efectos de los intercambios entre nativos y españoles. De este modo, asumimos que estos “espacios sociales donde culturas dispares se encuentran, chocan y lidian una con otra, frecuentemente en relaciones de dominación y subordinación altamente asimétricas” (Ortiz Reference Ortiz1940:4), contribuyen a la comprensión del pasado atravesado por fricciones y también por negociaciones. El análisis de registros arqueológicos y documentales para Guayascate ofrece en este sentido un principio de interpretación para un proceso como el de contacto de culturas, sus rupturas y continuidades, que trasciende las fronteras geográficas y la escala de valoración propuesta, temas hacia los cuales se orienta nuestra investigación venidera. Incluso, cotejados estos datos con indagaciones para el resto de la América colonial que pudieran surgir a corto plazo, permitirían ofrecer un panorama de conjunto sobre un fenómeno como es el de la apropiación de la tierra que —puesto en clave diacrónica— no deja entrever sino los espacios de fricción que se instalaron después de la conquista. Finalmente, esto también permite pensar en los cambios culturales que se produjeron en torno a la alimentación en comunidades nativas.
Agradecimientos
Queremos agradecer a los revisores por sus comentarios y a todas aquellas personas que de diferentes maneras colaboraron con este trabajo.
Declaración de financiamiento
No existen intereses financieros ni afiliaciones con esta publicación. Este proyecto fue financiado por ANPCyT PICT 2015-2014 y Programa Incentivos UNLP Ref. s/n° bajo la dirección de la Dra. A. Capparelli, y por el Synthesys Plus Grant, Project – H2020 Research Infrastructures Programme otorgado a la Dra. M. Laura López.
Declaración de disponibilidad de datos
Las muestras sedimentarias analizadas en este trabajo se encuentran en el Repositorio del Laboratorio 129 de Arqueobotánica, bajo la sigla PG1-2 sedimento M1 (y números sucesivos), de la División Arqueología, FCNyM, Universidad Nacional de La Plata, La Plata, Argentina.
Declaración de conflicto de intereses
Los autores declaran que no hay ningún conflicto de intereses.