1 Introducción
«Desde el feliz momento en que la valerosa nación americana tomó las armas […] uno de sus principales objetos fue extinguir tantas gabelas con que no podía adelantar su fortuna» (Hidalgo, Reference Hidalgo1810).
Por tal motivo ordenó Hidalgo cesar la recaudación de tributos en México en 1810 y, en sintonía con sus razones, estudios recientes señalan que si las independencias de Hispanoamérica tuvieron causas económicas, estuvieron relacionadas con las llamadas reformas Borbónicas, el aumento de la presión fiscal y, en especial, con la Consolidación de los Vales Reales. Con ella se endosó a sus erarios entre 1804 y 1809 la deuda contraída en distintas emisiones de esos títulos desde 1780 para financiar las guerras de la Corona española. Marichal (Reference Marichal1999) prueba que esto provocó la bancarrota del virreinato novohispano, y Wobeser (Reference von Wobeser2003) vincula el malestar que ello ocasionó con la emancipaciónFootnote 1.
Los citados estudios señalan que, además, en las causas de las independencias hubo diferencias regionales, empezando por el impacto de las reformas y la política fiscal. Investigaciones recientes confirman esa tesis, pero también que aún carecemos de trabajos suficientes para avanzar más en dichas conclusionesFootnote 2. Desde tal perspectiva el caso de Cuba es muy relevante. En la isla, periferia de Nueva España y estratégicamente clave en la navegación entre Europa y América, las reformas comenzaron antes. En 1762 Inglaterra ocupó La Habana y, tras su recuperación por España, se aplicaron medidas que liberalizaron el comercio y la trata de esclavos (mano de obra indispensable para expandir la oferta de azúcar), como había ocurrido en el Caribe inglés o francés. La historiografía señala que dicha política favoreció procesos ya iniciados y, aunque no fue su causa, los impulsó con la creación de instituciones adecuadas, exenciones fiscales, incentivos para las exportaciones, y favoreciendo la importación de esclavos, tecnología y capital (factores escasos en Cuba)Footnote 3. Así, cuando la independencia de Haití, y previamente de Estados Unidos, brindaron oportunidades para un fuerte aumento de la producción azucarera, la economía cubana estaba en condiciones de aprovecharla y la ocasión fue facilitada con nuevas reformas.
El caso de Cuba, por tanto, corrobora que en regiones de Hispanoamérica pudo haber incentivos para la no-independencia, pero probarlo requiere estudiar aspectos desconocidos de su economía. La historiografía se ha centrado en las reformas y el exitoso crecimiento agro-exportador, y apenas ha analizado otros procesos económicos importantes. Este artículo aborda uno de ellos, la Consolidación de los Vales Reales, que aunque no tuviera efectos tan dramáticos como en México, y quizás por eso se ha investigado poco, no significa que careciese de consecuencias o que no fuesen importantesFootnote 4.
Este artículo demuestra que la Consolidación no perjudicó la estructura fiscal y crediticia de Cuba y, en cambio, movilizó recursos que aliviaron los problemas que entonces sufría su Hacienda, resultado del efecto que la medida provocó en el erario mexicano. De él recibía un situado que cubría sus principales gastosFootnote 5, pero que no llegaba regularmente debido a las dificultades en la navegación que ocasionaban las guerras y a la extracción de renta del virreinato por la metrópoli para financiarlas. El estudio prueba que los fondos de la Consolidación se usaron en Cuba para compensar el déficit de situados, aunque si careció de impacto negativo fue porque las cantidades exigidas a la isla fueron moderadas y se obtuvieron de la desamortización de bienes de la Iglesia, que tenía una importancia crediticia menor que en México. La actividad productiva era financiada por las casas mercantiles, con capital procedente del comercio y de los situados, que se transferían a la economía interna a través del pago de los salarios militares, los gastos en fortificación y armamento naval y la compra de tabaco a los vegueros.
Probar esa hipótesis requiere analizar la Consolidación en Cuba en un contexto temporal mayor que el de su aplicación (1804-1809), pues su efecto fue distinto al causado en México porque el tipo de economía que se estaba configurando en la isla era también distinto y derivó en la creación de instituciones y en una praxis fiscal que posibilitó utilizar sus fondos para fines no autorizados pero usuales. En efecto, acabaron empleándose como uno más de los donativos que era común solicitar a la población para resolver el déficit de situados, lo que fue factible gracias a que éstos habían permitido que la presión tributaria fuese moderada y a que el esfuerzo exigido se compensó, quid pro quo, con incentivos a la actividad productiva y privilegios que aumentaron las cuotas de poder político de la elite criolla.
Por las razones citadas el artículo empieza con un análisis de la economía y Hacienda de Cuba desde la década de 1760, para explicar su especificidad institucional y el efecto de las reformas en relación con las oportunidades que se presentaron para expandir su oferta de azúcar. Después se explican las consecuencias de la emisión de vales reales, para luego analizar su consolidación en la isla.
Es preciso, además, reconstruir las cuentas de la Consolidación en Cuba, pues la documentación disponible permite hacerlo y prueba que los datos usados por estudios anteriores son erróneos. Un último capítulo, finalmente, presenta las conclusiones y propone algunas hipótesis sobre la relación entre el efecto que tuvo la Consolidación en la isla y su opción de mantener el vínculo colonial con España tras la independencia de su imperio continental en América.
2 Economía y fiscalidad en cuba a finales del siglo xviii e inicios del xix
La oferta azucarera de Cuba experimentaba ya un elevado crecimiento cuando inició su fase de gran expansión tras las independencias de Estados Unidos y Haití. Además, desde 1756 se había elevado el situado para mejorar sus defensas durante la Guerra de los Siete Años (gráfico 1)Footnote 6, en cuyo transcurso los ingleses ocuparon once meses La Habana. Tras recuperarla, comenzó un proceso de reformas con la creación de una Intendencia en 1765, para reorganizar la Hacienda, fiscalizar el comercio –liberalizado también ese mismo año–, favorecer el crecimiento económico de la colonia y procurar que se autofinanciaseFootnote 7.
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GRÁFICO 1 OFERTA DE AZÚCAR, POBLACIÓN, ESCLAVOS E INGRESOS FISCALES EN CUBA (Toneladas, decenas de personas y cientos de pesos)*
Fuentes: para el azúcar y la demografía, Moreno Fraginals (Reference Moreno Fraginals1978), Pérez de la Riva (Reference Pérez de la Riva1979) y García Rodríguez (1999); para el resto, Sánchez (Reference Sánchez1977), Boletín (1881), Sagra (Reference de la Sagra1831) y Kuethe (Reference Kuethe2005).
Notas:
*Se excluye la recaudación + situado en 1784-1785, cuyo monto distorsionaría la imagen: 9.320.000 y 9.608.000 pesos.
Pese a las reformas y al inicio de un período de paz en el Caribe, la oferta cubana de azúcar ralentizó su crecimiento entre 1764 y 1777. La razón es que no se importaban esclavos suficientesFootnote 8. Además debió aumentar el contrabando debido al continuo incremento de la presión fiscal desde la creación de la Intendencia, y que permitió a la recaudación igualar en 1782 el ingreso que se obtenía entre 1767 y 1777 sumando el situado. No obstante, entonces se estabilizó (gráfico 1). El situado se había quintuplicado para financiar el apoyo español a la independencia estadounidense, y tras la paz (1783) fue posible aprovechar las ventajas que ofrecía el permiso para comerciar con países neutrales desde 1775 y que de facto fue permanenteFootnote 9, e iniciar una expansión de la oferta azucarera aún mayor. En 1789 se liberalizó la trata y en 1791 la revolución de Haití supuso el colapso del mayor exportador de dulce del orbe, y dejó a disposición de sus competidores los mercados que abastecía la colonia francesa y el tráfico de africanos que se dirigía a ella.
El gráfico 1 muestra que, como consecuencia, la población de Cuba y el número de esclavos empezaron a crecer a tasas muy elevadas y aseguraron el trabajo que antes había faltado para expandir la oferta de azúcarFootnote 10. Además ésta fue apoyada con nuevas medidas. En 1791 se eximía de arancel su exportación y en 1794 se creó un Consulado con funciones comerciales y de fomento agrícola. Su síndico, Francisco Arango, ocupó cargos de máxima responsabilidad en Cuba y España, se erigió en voz de los hacendados y simboliza el poder alcanzado por la elite criolla. En 1792 publicaba Discurso sobre la agricultura y defendía que aumentar la producción azucarera era la mejor opción para Cuba; en realidad una constatación de hechos consumados, pues de lo explicado se deduce que gobierno y agentes económicos coincidían en elloFootnote 11.
El ingreso fiscal también creció, pero en paralelo al comercio y la población, y hasta 1796 se completó con situados de 890.000 pesos promedio (cuadro 1). Ahora bien, entonces la situación cambió. A un nuevo conflicto contra Francia entre 1792 y 1795, siguió una alianza con ella y un tratado de ayuda financiera en 1803. Como muestra el gráfico 1, el situado experimentó un fuerte descenso desde 1796 y en 1801-1802 no se envió. Ahora bien, el crecimiento de la oferta azucarera cubana –y de la economía– no cesó en esos años (sólo después de 1803 mostró cierto estancamiento, gráfico 1)Footnote 12, y permitía a su erario autofinanciarse con su recaudación. En 1802 ingresó 2.900.000 pesos y el gasto sólo fue 200.000 pesos mayorFootnote 13, lo que permite estimar que era preciso colectar 3.100.000.
CUADRO 1 INGRESOS DE LA HACIENDA DE CUBA, RECAUDACIÓN Y SITUADO, 1787-1796 – 1809 (Pesos)
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Fuentes: Las mismas del gráfico 1.
Los problemas del situado estuvieron ocasionados por las guerras; por su efecto en el tráfico mercantil y su financiamiento por el erario mexicano. Entre 1799 y 1806 éste adeudaba al Tesoro cubano 11.324.224 pesos (1.617.746 anuales)Footnote 14, y aunque su recaudación había crecido en una cantidad similar, el estancamiento y la fluctuación del comercio desde 1801 (gráfico 1), a causa también de la guerra, impidieron ingresar los 3.100.00 pesos que se gastaban los años en que no llegaba situados –lo común en 1804-1809 (cuadro 2)–. Además los egresos aumentaban entonces por la necesidad de auxiliar a territorios dependientes Cuba (y de los situados) y al ejército francés de Haití refugiado en Santo Domingo, no obstante España había cedido a Francia esa colonia en la paz de Basilea (1795)Footnote 15.
CUADRO 2 PRIMERA RELACIÓN DE BIENES AFECTADOS POR LA CONSOLIDACIÓN. OBISPADO DE LA HABANA, 1805 (Pesos)Footnote *
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Fuentes: «Estado de las noticias que se han presentado a la Junta de Consolidación por diversos administradores y patronos de hermandades y obras pías, La Habana, 27/8/1805». Archivo General de Indias (AGI), Sevilla, Cuba, 1601.
Notas:
* El documento consigna 380.636, pero al sumar las partidas se detectó un error.
Al gravar sobre todo el comercio y estar las exportaciones exentas de arancel con el fin de fomentarlasFootnote 16, el erario cubano carecía de capacidad para compensar eventuales déficits. Como solución se recurrió a préstamos y donativos, lo que fue posible gracias a que la carga tributaria era moderada. El gráfico 2 muestra su valor en el ingreso estimado. Para ello se suman a la recaudación de Hacienda el resto de los impuestos: el diezmo (el tributo eclesial más importante), otras rentas religiosas y municipales, el sobrante de correos, los gastos de cobranza (que oscilaban del 11 al 25%)Footnote 17 y la Renta de Tabaco, cuya compra-venta monopolizaba la Corona y que desde 1783 tenía asignados 500.000 pesos de situado para pagar a los cultivadoresFootnote 18.
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GRÁFICO 2 RENTA NOMINAL Y SITUADO PER CAPITA Y CARGA FISCAL, 1761-1820 (Renta en cientos de pesos, situado en pesos y carga fiscal en porcentajes)*
Fuentes: Para la renta Santamaría (Reference Santamaría2006); para el resto las mismas del gráfico 1, Amores (Reference Amores1999), Sagra (Reference de la Sagra1831) y Kuethe (Reference Kuethe2005).
Notas:
*Se excluye el situado en 1780-1785 (11,4 y 15,4) para no distorsionar la imagen.
La baja presión fiscal fue posible gracias a los situados que, como crecieron en tiempos de guerra, compensaron las dificultades que ésta causaba al comercio y convirtieron a Cuba en una receptora neta de capital en un período en que era preciso no interrumpir las inversiones para expandir la oferta de azúcar o café. Kuethe (Reference Kuethe2005) cree que ello explica su fidelidad durante las independencias hispanoamericanas, pero el argumento es débil, pues entonces hacía años que apenas llegaban situados y el último se recibió en 1809. Sin embargo hubo otras razones, como que se mantuviese libre la trata y, de facto, el comercio con neutrales, se exonerase de diezmo a los cafetales y nuevos ingenios en 1804, o se ratificase la exención de aranceles a las principales exportaciones en 1805. A ello se añadía la cuota de poder logrado por la elite criolla mediante el Consulado (dotado de facultades jurisdiccionales y recaudatorias), los Cabildos (que decidían la mercedación de tierras), las milicias que completaban el ejército insular (cuyos oficiales eran cubanos), o las Sociedades Económicas, instituciones a las que se consultaban comúnmente las políticas. Contribuyó, además, la designación de un capitán general, el marqués de Someruelos, al que se permitió un mandato largo (1799-1812) y que es considerado un exponente de la praxis “acato pero no cumplo”, seguida por muchas autoridades coloniales cuando parecía contraproducente aplicar órdenes de la metrópoliFootnote 19. Y contribuyó también el correcto desempeño de las instituciones que debían garantizar el contrapeso de poderes.
Ese marco institucional dio lugar a un modus operandi, quid pro quo, que también explica por qué la Consolidación tuvo un efecto diferente en México y Cuba. Las elites cubanas donaron el capital que se les solicitó para paliar déficits eventuales del erario porque así evitaron que aumentasen los impuestos ordinarios. A cambio recibieron cuotas de poder, exenciones fiscales, intereses por sus donativos y beneficios indirectos, pues el gasto que fue preciso compensar, el del situado, se dedicaba a costear el Ejército, criollo en su mayoríaFootnote 20, a obras públicas-militares y armamento naval para guarecer las costas y su comercio, que generaban demanda interna, y a comprar el tabaco local. Así en 1780-1787 ingresaron por donaciones 20.000 pesos/año; en 1792, una cifra que no se ha podido precisar, aportada al fondo de constitución del Banco de San CarlosFootnote 21. Entre 1793 y 1795, para atender necesidades más internas, se recaudaron 40.000 pesos anuales; y en 1802 el Consulado adelantó 250.000 hasta que llegase el situadoFootnote 22.
El cuadro 1 muestra cómo los donativos completaron los ingresos fiscales hasta 1802 lo suficiente para afrontar los gastos. En 1803 llegaron 1.686.000 pesos de situado, pero en 1804 sólo 184.000 y en 1805-1806 no se recibió. El erario sólo dispuso así de 2.294.000 pesos en 1804 y precisó un donativo mayor que los anteriores, cuyo monto y empleo confirman lo que estamos señalando. Se pidieron 1.053.737 pesos, 341.165 para comprar tabaco y 396.773, más otros 10.139 donados por la Iglesia, para gasto corriente. Los 315.799 restantes se destinaron a territorios dependientes de Cuba, que tampoco recibían situados. En 1805 el Consulado donó 36.000 pesos más, y en 1805-1807 otros 45.555 en unión al Obispado y a varias ciudadesFootnote 23.
En esa situación se hallaba la Hacienda de Cuba cuando llegó la orden de aplicar la Consolidación (1805). Y ha sido preciso analizarla, pues enseguida demostraremos que sus fondos se emplearon como uno más de los donativos solicitados con antelación para aliviar el déficit de situados, aunque debemos reiterar que si no tuvo otras consecuencias fue también porque se exigió un capital moderado, no afectó a la actividad productiva y procedió de la incautación de bienes en manos muertas, eclesiásticos, y distintos de los que sufragaron el donativo de 1804-1805 (funcionarios, nobles, prelados, agricultores y comerciantesFootnote 24).
3 Los vales reales, los problemas financieros de españa y la solución Americana
Analizar la Consolidación de los Vales Reales en Cuba requiere explicar brevemente el proceso que la provocó. Fueron esos vales emisiones de deuda vendida con comisión del 10% e interés del 4%. Circularon mediante endoso en el documento de recibo, cuyo poseedor podía redimir en la fecha de vencimiento. La población quedaba obligada a aceptarlos, pudiendo utilizarlos para pagar impuestos y en cualquier transacción, salvo para retribuir salarios, por lo que equivalían a moneda fiduciaria con poder liberatorio parcialFootnote 25.
La primera emisión se usó para financiar la guerra contra Inglaterra durante la independencia de Estados Unidos. En 1780 se cursaron 9.000.000 de pesos y, como se colocaron fácilmente, en 1781 otros 5.000.000, aunque sin respaldo financiero suficiente, lo que provocó una devaluación del 14%. Con el fin de frenarla y retirar parte de los títulos se creó el Banco de San Carlos en 1782, pero la escasez de fondos, a causa de las guerras y su efecto en el comercio, obligó a una nueva emisión, y en 1788 circulaban 23.000.000 de pesos en vales y su servicio representaba 896.000 anualesFootnote 26. La situación empeoró cuando una nueva guerra precisó emitir otros 64.000.000 en 1794-1795. La devaluación fue entonces del 22% y erosionó la confianza en la solvencia del Estado y en los propios vales, y requirió medidas urgentes. El Banco de San Carlos creó un fondo que debía servirles de aval, y para dotarlo, el 19 de septiembre de 1798, el decreto de Consolidación de los Vales Reales estipuló la expropiación de bienes de instituciones educativas, de salud y benéficas, públicas y religiosas, fundaciones eclesiásticas, hermandades y cofradías, y ordenó que su producto y el del capital que tuviesen prestado a terceros se ingresara en la Caja de ConsolidaciónFootnote 27.
La Consolidación, pues, fue un préstamo forzoso que el Estado pagaría con un 5% de interésFootnote 28. Afectaba sólo a la España peninsular y a bienes religiosos, algo habitual, pues la Iglesia había sido fuente usual de recursos del reino, y durante las crisis fiscales del siglo XVIII aumentó su aportación. Varios de sus ingresos ordinarios pasaron a Hacienda y se le exigieron donativos extraordinarios y tributos sobre sus bienes raíces. Dichos bienes fueron los más afectados por la Consolidación, para cuya ejecución se creó una junta suprema, que gozó de jurisdicción superior a cualquier otra instancia y se encargó del ingreso y contabilidad de los fondos recaudados. Para incentivar la aplicación de la norma se primó a los miembros de esa junta y de las subalternas con un 0,5% del capital que recaudasenFootnote 29.
Otra guerra obligó en 1799 a expedir 53.109.300 pesos más, que enseguida se devaluaron un 40%, provocaron la bancarrota del erario y obligaron en 1800 a convertir en deuda pública todos los vales emitidos. Pero la situación seguiría empeorando. En 1803 España firmó con Napoleón un tratado por el que se mantenía neutral en el conflicto anglo-francés a cambio de 2.695.763 pesos, y 673.932 más cada mes, lo que precisó contratar un crédito en 1804 con el banquero Gabriel Ouvrand por la suma debida a Francia y 40.000.000 para dotar de liquidez a la Caja de ConsolidaciónFootnote 30. Afrontarlo requería medidas extraordinarias y la primera fue extender la Consolidación de los Vales Reales a América. Ouvrand presentó el proyecto, aunque antes, en 1802, y conforme a la pragmática de 1800, se había ordenado colectar una anualidad de los oficios, beneficios y vacantes eclesiales en IndiasFootnote 31, antecedente de la decisión tomada en 1804 por el ministro de Hacienda, Miguel Cayetano Soler, de aplicar completa la Consolidación en ultramar, tras estimar que la plata que llegaba de allí por vía habitual no alcanzaba para pagar la deuda a Francia. Si no se había hecho antes fue a sabiendas de que provocaría rechazo y debilitaría la Iglesia americana, institución vital para el control social, con menos patrimonio inmobiliario que en España, pero que disponía de mucho capital en capellanías y obras pías, que se destinaba a conceder crédito a particulares. Actuar sobre él, por tanto, afectaría a los deudores del clero y al sistema crediticio-financieroFootnote 32.
Aun sabiendo las consecuencias, la urgencia financiera era tal que en agosto de 1804, antes de publicarse la extensión a América de la Consolidación y su instrucción (28 de noviembre y 26 de diciembre) se cursaron libranzas contra sus erarios por 32.071.516 pesos, y se mandó decomisar un noveno del diezmo para pagar los intereses. El de Cuba recibió 105 libranzas en noviembre de 1805 por valor de 700.000 pesos. Exactamente 21.260.715 (el 68%) se endosaron al de MéxicoFootnote 33, donde tuvo el efecto temido. El virrey José Iturrigaray cumplió la orden con denuedo. No en vano fue nombrado por Manuel Godoy en 1803 con encargo de enviar a España todos los recursos posiblesFootnote 34. Pero la magnitud del daño se debió a la dependencia que su sistema crediticio tenía de la Iglesia, por lo que la rápida extracción de capital de ella y la obligación de que sus deudores le devolviesen inmediatamente los préstamos fueron desastrosas. Los afectados no pudieron obtener fondos para hacerlo, pues la mayor fuente de crédito colonial eran los censos y obras pías. La medida perjudicó a un amplio espectro social de mercaderes, mineros, hacendados, pueblos de indios (sus cajas también fueron enajenadas), que perdieron sus medios de sustento, y a los clérigos (muchos eran retribuidos con el producto de las capellanías). Los ingresos de las instituciones sanitarias y benéficas se redujeron al incumplirse el compromiso de pagar intereses por el capital incautado, y junto con la expropiación de las obras pías que las dotaban, dejó desprotegidos a un sinfín de huérfanos, viudas y necesitadosFootnote 35.
Los afectados escribieron al rey quejándose de las imposiciones y de la obligación de redimirlas directamente, e Iturrigaray vio en las alegaciones ánimo de conspirar y tomó medidas ejemplares. Cesó o procesó a multitud de personas, como Miguel Domínguez, corregidor de Querétaro, o Manuel Abad y Queipo, obispo de Valladolid, cuyos escritos serían esgrimidos durante la independencia. Así mantuvo controlada la situación mientras duró la Consolidación, aunque el movimiento opositor siguió actuando soterradamente y cuando se inició la independencia nutrió las filas insurgentesFootnote 36.
La historiografía sobre la Consolidación en América no es abundante, pero si de gran calidad. El trabajo de Lierh (1994) reconstruye sus cuentas y muestra su relación con las independencias y con la deuda que heredaron por su causa los países emancipados de España. Marichal (Reference Marichal1999) señala que su efecto fue especialmente grave en México debido a que siguió a un proceso anterior de extracción de renta por la metrópoli, que hacia 1800 excedía ya su capacidad fiscal. Dice también que su mejor institucionalización y celo en su aplicación permitieron una recaudación mayor de lo que su economía representaba en el imperio y destaca la disparidad entre su renta, los tributos que se le exigieron y la incapacidad de su población para decidir su monto y destino. Las conclusiones de tales autores sobre el impacto social de la medida ya se han comentado, y también las de Wobeser (Reference von Wobeser2003, Reference Wobeser2005) que, como Lavrín (Reference Lavrín1973), enfatiza la merma en la riqueza colonial que causó la insolvencia del erario para pagar los intereses del capital enajenado. El caso de Cuba, finalmente, sólo cuenta con un estudio de Balboa (Reference Balboa2006), que analiza únicamente los bienes incautados en 1805 y reitera el error Liehr y Marichal en la cifra que se recaudó por la Consolidación y su destino, pues fue mucho mayor que los 350.000 pesos estimados por ambos autores y no se enviaron a EspañaFootnote 37. Además, según se ha ido mostrando, lo interesante en la isla es que, debido a la idiosincrasia de su economía, instituciones y praxis fiscal, la Consolidación fue un proceso muy distinto al observado en México.
4 La consolidación en cuba. problemas de procedimiento más que resistencias
En junio de 1805 llegó a Cuba la orden de aplicar la Consolidación, en agosto la de ingresar en su caja el noveno del diezmo y en septiembre se creó la junta encargada. La integraban el obispo Juan José Díaz de Espada, el intendente Rafael Gómez Roubaud, y el capitán general Someruelos como presidente, sustituyendo al regidor de la Audiencia, que estaba en Puerto Príncipe, a 570 km de La Habana. El diputado designado, Juan de Dios Martínez Campos, se hallaba en España y su hermano Nicolás lo reemplazó en su ausencia, aunque mantuvo siempre el cargoFootnote 38. Su función era llevar la contabilidad y presentarla ante la referida junta superior y las subalternas, las oficinas de Hacienda, escribanos públicos y curas. Debía también instruir a los albaceas, formar cada año un estado del movimiento de capitales y contratar alarifes para tasar los bienes, a los que se pagaron 300 pesos en 1805. Lo auxiliaban tres tenientes y, aunque trabajaban de 7.00 a 12.30 y de 15.00 al anochecer, no daban abastoFootnote 39.
Se exigió al gobernador remitir con puntualidad las sumas recaudadas, pero también que lo hiciese únicamente en navíos de registro que viajasen directamente a España, no en barcos neutrales, estadounidenses, procedimiento empleado para evitar que fuesen apresados por la flota inglesa. Con tal orden el conde de Montarco, presidente de la Junta Suprema de Consolidación y del Consejo de Castilla, y padrastro de Someruelos, ofrecía la posibilidad de demorar los envíosFootnote 40.
En agosto de 1805 se formó una relación de los bienes afectados de incautación (cuadro 2). La evidencia indica que todos fueron expropiados, aunque algunos se consideraron de dudosa enajenaciónFootnote 41, y que se completaron luego con los de otras 13 instituciones. Consignaba 380.579 pesos, más 8.500 por imponer o en acciones y varias heredades de valor no estimado. Se sabe que la mayoría se ingresaron entre julio y octubre y que en abril de 1806 lo hacía el producto de los que quedaban por rematar. Sumaba 246.599 pesos: 148.762 en La Habana, más 81.873 que se pagarían en plazos o libranzas, y 16.064 en SantiagoFootnote 42.
La Junta de La Habana debía crear otras subalternas en varios municipios. Al ser los bienes afectados religiosos y Santiago sede arzobispal, la suya, establecida en agosto de 1805, tuvo rango superior en su diócesis, pero la mitad este de Cuba estaba poco poblada y desarrollada, por lo que recaudó mucho menos que la habaneraFootnote 43. Además hubo dificultades para transferir el dinero a la caja matriz, por lo que se acordó cursas libranzas desde ella contra las demás y que las redimiesen luego los diputados locales. En 1808 Carlos Porro había entregado 2.000 pesos a la caja capitalina, librados por Campos contra su teniente en Puerto Príncipe. Como éste había depositado los fondos en la Tesorería de Hacienda, Porro acudió a ella para cobrar. Allí se le informó de que el dinero se había gastado según las necesidades y sólo quedaban 49 pesos. Campos mostró inquietud por la desconfianza que esto podía causar y exigió que se tomasen medidas para que el hecho no volviera a repetirse y se abonase sin demora el citado pagaréFootnote 44.
El caso Porro fue uno de los muchos problemas procedimentales que tuvo la Consolidación en Cuba debido a la peculiaridad de su Hacienda. Juan José de La Hoz, contador de Ejército, señalaba que desde el día en que recibió el primer ingreso surgieron dificultades por no haberse adaptado las reglas recaudatorias a la Intendencia insular, distinta del resto de las americanas, cuyas cajas operaban mancomunadamente. En agosto de 1805, su tesorero preguntó cómo acusar recibo de 300 pesos procedentes de Bejucal (cuadro 2), pues el formulario disponible era el previsto para dichas cajas mancomunadas. Con el fin de no demorar los ingresos extendió uno provisorio, a expensas de que Campos le aclarase el procedimientoFootnote 45.
El contador propuso seguir el procedimiento usado en las demás operaciones fiscales para evitar duplicidades. Él cursaría los ingresos, giraría libranzas cuando fuera preciso extraer dinero y firmaría los recibos. Roubaud aceptó la solución, pero el diputado y el obispo no, y la decisión quedó en manos del presidente de la Junta de Consolidación. Los problemas procedimentales se complicaban así con la disputa por el control de los fondos y Someruelos rechazó dejarlos en manos de la Contaduría, aunque sin ofrecer alternativa. Entregó llaves de la Caja de Consolidación a los oficiales encargados de las otras arcas de Hacienda, pero sólo permitió disponer de sus causales al diputado y al contador de la Consolidación y previa información a él y al intendente de cualquier movimiento dinerario. A pesar de ello y de la normativa general, De la Hoz logró ocupar el lugar que creía corresponderle, sustituyendo a Roubaud en la Junta de ConsolidaciónFootnote 46.
El proceder de Roubaud aseguraba el correcto contrapeso de poderes. Informaba a Madrid de que su Intendencia era distinta del resto de las americanas y denunciaba que el capitán general presidía la Junta de Consolidación en sustitución del regidor de la Audiencia, cuando el cargo competía al intendente según la instrucción de 1804, igual que el de comisionado regio, para el que Someruelos nombró a su asesor José Ilincheta. Denunciaba también que la Tesorería de Ejército no pudiese disponer del caudal de la Caja de Consolidación, aunque así lo preveía esa ley al no disponer Cuba de oficiales adecuados, o que el gobernador, y delegado de Hacienda en Santiago, se comunicase directamente con dicha junta y no con el intendente. Opinaba Roubaud, en fin, que al detentar cargos que no le incumbían, Someruelos estaba provocando conflictos y dificultaba cumplir las órdenes, que su método era «el poder supremo» y no le importaba enfrentarse a otras institucionesFootnote 47.
La extracción de fondos de la Consolidación presentó idénticos problemas, aunque también evidencia que hubo desacuerdos sobre su control, pero no sobre su uso. Un nuevo contador, Juan José Sobrado, inquirió en 1806 cómo contabilizar 4.000 pesos transferidos a Hacienda en calidad de reintegros. Se le respondió que guardase igual celo que con los ingresos y el diputado esperó tener entonces noticia exacta del movimiento de caudales. Sin embargo no fue así, pues el flujo continuo a que obligó la falta de situados impidió un cómputo normalizadoFootnote 48. Otra solicitud del contador muestra, además, que no hubo voracidad recaudatoria ni intención de lucro en las autoridades. Alegó que, como oficial real, tenía derecho a un 0,25% de los ingresos de la Consolidación, que además había cobrado su antecesor, pero se le denegó la peticiónFootnote 49.
La documentación sobre la Consolidación en Cuba evidencia también que causó más problemas de procedimiento que rechazo. Los afectados mostraron poca resistencia. Como en México, la Iglesia quizás pensó que el 5% de interés ofrecido por Hacienda era más seguro que los préstamos y alquileres a particulares, y con razón, pues en efecto cobró. Además, el capital enajenado que, según se verá, ascendió a 1.164.000 pesos en tres años, sin contar el noveno del diezmo (cuadro 3), era relativamente pequeño. Sabemos que la dotación de las capellanías sólo en La Habana, excluyendo las vinculadas a conventos y parroquias mayores, sumaba 2.606.587 pesos en 1807Footnote 50. Con esos datos y los del cuadro 2, y suponiendo que las imposiciones se erogaron en proporción a la riqueza de las instituciones religiosas, se puede estimar que el 50% recayeron en capellanías y el resto, a partes iguales, en obras pías y otros vínculos, que el capital eclesiástico por tales conceptos superaba 12.500.000 pesos, y que lo extraído por la Consolidación sólo fue un 3%. Sin duda esas razones y la voluntad de colaborar con el gobierno, ayudan a entender la poca resistencia de la Iglesia, que sus instituciones entregasen sin demora los bienes incautados, que sólo 13 de las 38 embargadas notificasen a Hacienda sus bienes con retraso, que únicamente en cuatro casos se discutiese la enajenación, o que el obispo Espada dejase escritos acerca de todos los asuntos a los que se enfrentó en su episcopado menos de la Consolidación(cuadro 2)Footnote 51.
CUADRO 3 RECONSTRUCCIÓN DE LAS CUENTAS DE LA CONSOLIDACIÓN, CUBA, 1805-1809 (Pesos)
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Fuentes: Elaboración propia con los datos y procedimiento detallados en el texto.
La resistencia de los particulares no fue mayor que la eclesiástica. Sin duda contribuye a explicarlo que convertir en dinero los bienes incautados no fue un problema grave en Cuba. No obstante, algunos afectados desoyeron los requerimientos de la Junta de Consolidación alegando diversas excusas y ayudados por varios funcionarios y jueces de testamentaría, que dejaron oficios sin responder, a veces por estar personalmente involucrados. Por ejemplo Someruelos era informado de que en Santa Clara no se habían verificado las imposiciones ni creado caja en 1807, pues el magistrado responsable «quiso impartir disimulo y favor a los obligados», o de que en Trinidad, en 1808, no se había entregado a Hacienda una capellanía que un testamento dotara con 1.000 pesos en 1804. El juez encargado era el alcalde segundo y alegó que el albacea, y regidor de la villa, Juan Armenteros, tenía asegurada su herencia en un ingenio de su hermano, que el rédito de esa suma se pagaba puntualmente y el vínculo no podía expropiarse por no haberse instituido canónicamente. Someruelos, además, calificaba de asombrosa la inacción de los alcaldes de Matanzas respecto a otra capellanía, dotada en 1778, y aún no formalizada so pretexto de que faltaban fondos para dietas y derechos. Ordenó que se procediese y se enviase su producto a la Caja de Consolidación, pero con la excusa de que no se había hallado el testamento el asunto fue devuelto a La Habana. Un ejemplo más del mismo tipo fue el requerimiento de Campos en 1808 para que la Caja de Santiago remitiese 15.202 pesos que adeudaba a la matriz, a lo que su teniente local contestó que carecía de dinero, pues «los afectados […] no habían entregado sus imposiciones»Footnote 52.
La diferencia más importante entre Cuba y México respecto a la oposición a la Consolidación, sin embargo, fue la actitud de las autoridades. Someruelos aplicó la norma con menos celo que Iturrigaray y apoyó a los afectados cuando la Junta de Diezmos y el Consulado acordaron elevar quejas al reyFootnote 53. Así evitó el problema político que sufrió el virrey, además de no tener que lidiar con las consecuencias económicas que tuvo en México, pues ya se ha señalado que el sistema crediticio insular dependía más del capital comercial que de la Iglesia. Entre 1791 y 1808, aquél aportó 15.000.000 de los 17.000.000 de pesos en que se estima la inversión que requirió la expansión de la oferta azucarera, acopiados en los negocios del tabaco, la trata y el tráfico portuario, favorecidos por reformas liberalizadoras y exenciones fiscales, aunque por los préstamos se podía pagar hasta un 20% de interésFootnote 54.
5 Empleo en cuba de los fondos de la consolidación
Pese a estar prohibido, el dinero de la Consolidación se usó en Cuba como dispusieron sus autoridades. En febrero de 1806, Juan María Villavicencio, comandante de Marina, pidió un préstamo de sus fondos y Someruelos le entregó 40.000 pesos y socorrió con otros 40.000 al ejército de Florida. Así, en abril sólo quedaban en 43.558 pesos en caja y nada se había remitido a España. Se excusaba el incumplimiento de la ley y uso indebido de los caudales en la penuria de la Hacienda causada por el déficit de situadosFootnote 55.
La penuria del erario provocó disputas entre las autoridades por los fondos de la Consolidación. En 1806 Someruelos mandó ingresar en su caja, donde quedaban bajo su control, 5.000 pesos donados por Sancti Spiritus y el Arzobispado para armamento naval. Roubaud le recordó que estaba prohibido, exigió la publicación de orden expresa para cursar la necesaria autorización, y aún así avisó que secundaría a su contador si elevaba queja a Madrid. El gobernador decidió entonces notificar su versión al ministro de Hacienda, para justificar su proceder y trasladar la discusión a si la Intendencia podía o no disponer de los fondos de la Consolidación.
Se preguntaba Someruelos si los oficiales de Hacienda podían cuestionar las órdenes del presidente de la Junta de Consolidación, y la estrategia parecía dirigida a defenderse por haber empleado los fondos con fines no permitidos, pues no lo negó, sino que alegó haberlo hecho a instancias del intendente y «en casos muy apurados», al no tener con qué pagar al Ejército y armar un navío para escoltar el situado desde México. Y el alegato era cierto, pues la documentación evidencia que Roubaud estaba procediendo igual. En diciembre de 1806 solicitaba pagar a las tropas con el dinero de la Consolidación y reponerlo con futuras rentas aduaneras. Campos y Someruelos le respondían que no se justificaba la urgencia y que utilizase los 270.000 pesos que había entonces en las Aduanas, pero el apremio debía ser real, pues en febrero de 1807 el diputado notificó que la Caja de Consolidación disponía de 32.894 pesos, tras el ingreso de 20.491 devengados por el noveno del diezmo, y en abril entregó al intendente 31.073. Mantener el Ejército requería grandes sumas, la plata de México no llegaba y se culpaba al virrey del «miserable estado» del erario y, por ende, de impedir el envió a España de los adeudos de la ConsolidaciónFootnote 56.
En España también se estaba usando el dinero de la Consolidación para fines no debidos: financiar al Ejército o las obligaciones derivadas de la alianza con NapoleónFootnote 57. Sólo así se explica un pago del Tesoro cubano a favor de Francia en 1806 no descontado de los 700.000 pesos endosados en 1805 cuando se saldó esa deuda. En octubre llegó a La Habana Castet Le Bolbene, comisionado por Louis Ferrand, gobernador de Santo Domingo, con un pagaré de 200.000 pesos cursado en noviembre de 1805 por el Consejo Real, para auxiliar al ejército francés refugiado allí tras su derrota en Haití. Ya se ha explicado que no era la primera vez que se le remitían socorros desde Cuba.
La Junta de Consolidación se mostró dilatoria, pues carecía de fondos, y ofreció pagar en doblones de 17 pesos. Castet alegó que el cambio usual eran 15Footnote 58 y su letra exigía cobrar en pesos fuertes. Someruelos calificó de «infundada y contraria a la real orden» esa actitud y la intención de enviar el dinero a París, desamparando al ejército de Ferrand. El francés replicó que estaba autorizado por el contralmirante al mando del navío Foudroyant, surto en La Habana antes de retornar a Europa tras participar en la campaña atlántica de las guerras napoleónicas, pero el capitán general no reconoció tal autoridadFootnote 59.
Castet debió transigir y sólo recibió 50.000 pesos. El resto del dinero quedó en espera de que lo reclamase Ferrand, quien en enero de 1807 solicitó 89.499 pesos, y se abonaron en doblones de 17Footnote 60. El gobierno español conoció el asunto en agosto, cuando el francés le exigió 8.764 pesos pagados de menos, consideró justa la demanda y ordenó pagar el dinero y que en el futuro no se repitiesen casos similares. Además criticó que no hubiese fondos en la Caja de Consolidación de Cuba para librar la letra de Castet por haberlos usado con fines no debidosFootnote 61.
La oposición de Someruelos a que Castet enviase el dinero a París confirma que se trataba de un pago distinto a la deuda asignada a Cuba por la Consolidación, que sí debía abonarse a favor de la Hacienda francesa. Y, en efecto, cuando se exigió saldarla, se reclamó al Tesoro insular el total de los 700.000 pesos endosados en 1805 y no se pusieron reparos a su transferencia al erario parisino.
En mayo de 1808, la Intendencia completó los fondos de la Consolidación con 495.192 pesos para saldar la deuda endosada en 1805, aunque la transfería al erario mexicano a cuenta de los situados que debía a CubaFootnote 62. Por las memorias de Vicent Nolte sabemos cuánto y cómo se pagó. Nolte llegó a La Habana como comisionado de Merrs, Hope & Co., banco holandés implicado junto al inglés Baring Brothers en la operación que Ouvrand propuso a Napoleón para evitar que la flota británica apresase los barcos que trasladaban los caudales de la deuda española cargada sobre el Tesoro novohispanoFootnote 63.
Escribe Nolte (Reference Nolte1854, pp. 107-122) que en Cuba se le notificó que no había fondos suficientes para pagar la deuda y que el importe se abonaría en doblones de 18 pesos, que en Estados Unidos cambiaban a 15. Consideró que entonces debía recibir 840.000 pesos, no 700.000, y a cambio del arreglo aceptó como prima que la suma final excediese en un 15% esa cantidad; es decir 988.235 pesos, resultado de acrecentar los 700.000 iniciales con un plus del 35% abonado por el erario mexicano y que el cubano aumentaría en otro 15%; esto es, con 43.253 pesos. Finalmente, recibió un pagaré por 2.625.000 francos, producto de cambiar a 3,75 dólares la divisa francesa, cuantía que incrementaba en 376.923 pesos la original, el 35%, como se prometió. Nolte abandonó Cuba con 39.200 pesos había disponibles en cajaFootnote 64.
La Consolidación concluyó al considerarse imposible seguir aplicándola tras la invasión francesa de España. En abril de 1808 se suprimió la junta encargada de ejecutarla. Iturrigaray recibió la orden en junio, pero sólo abrogó la obligatoriedad de cumplirla. Lavrín (Reference Lavrín1973, pp. 44-49) vincula esa decisión a que entonces planeaba dirigir un gobierno autónomo en Nueva España mientras Fernando VII no recuperase el tronoFootnote 65, ya que la derogación no fue definitiva hasta el 8 de octubre, tras un golpe de Estado que en septiembre depuso al virrey. En enero de 1809 se publicó la ley de cese de confiscación de bienes. A México llegó el 7 de abril y hasta marzo siguieron remitiéndose fondos a España, pese a que se había prohibido hacerlo sin autorización. La medida no afectaba al pago de intereses, aunque ya se ha visto que éstos no se habían saldado con regularidad, y luego del alzamiento de Hidalgo no fue factible seguir satisfaciéndolos, por lo que después de 1813 se dispuso que dejasen de pagarseFootnote 66.
En Cuba la orden de 1809 se recibió en mayo. En julio Someruelos suspendió las reuniones de la Junta de Consolidación y sólo volvió a convocarla en agosto para derogar la aplicación de la norma y liquidar temas pendientes. Por regla general se acordó condonar las deudasFootnote 67, otra evidencia de las pocas aspiraciones recaudatorias de las autoridades, aunque también de que no debía quedar mucho por cobrar, pues en caso contrario quienes habían cumplido sus obligaciones seguramente se hubiesen quejado de trato discriminatorio.
6 Las cuentas de la consolidación de los vales reales en cuba
Aunque no se han hallado los libros de asiento (quizás nunca se completaron), la información parcial permite reconstruir las cuentas de la Consolidación en Cuba (cuadro 3). Respecto a los ingresos, había constancia documental del depósito de 389.079 pesos entre julio y octubre de 1805Footnote 68 y 246.599 en abril de 1806, aunque 81.773 se pagarían a plazo o libranzas, así como de algunos giros desde las cajas subalternas a la matriz. La de Santiago le envió 15.000 pesos entre mayo de 1807 y mayo de 1808. Se sabe también que 13.998 y 15.202 pesos reclamados en julio y diciembre de 1808 no se pudieron cobrar. En Puerto Príncipe se recaudaron 7.496 pesos, pero a La Habana sólo se transfirieron 1.800 y los 2.000 librados por PorroFootnote 69. La suma de esas cantidades, 687.374 pesos, es similar a los 700.000 endosados al erario cubano por la Consolidación.
El noveno del diezmo generó 179.916 pesos en La Habana (43.558 en 1805, 43.276 en 1806, 41.920 en 1807 y 42.918 en 1808) y 8.244 en SantiagoFootnote 70, que debían usarse para pagar los intereses del capital enajenado, igual que otros 3.441 transferidos por la Caja de Ejército a la de Consolidación por idéntico concepto y el impuesto sobre sucesiones. El documento que acompañó a esa transferencia informa también de que hasta mayo de 1808 los réditos habían representado 82.047 pesosFootnote 71, de modo que lo recaudado para satisfacerlos, 183.357 pesos, generó un superávit. Estimarlo requiere sustraer de la resta de ambas cifras, 104.100 pesos, la cantidad que siguió sufragándose por intereses hasta el fin de la Consolidación en enero de 1809. Se tiene constancia de que después de mayo de 1808 no volvió a ingresar dinero alguno por confiscacionesFootnote 72, así que tras descontar el 5% anual aplicable al depositado anteriormente por los meses junio-diciembre de 1808, dicho superávit se redujo a 79.257 pesos.
El último ingreso computable son los 495.192 pesos con que la Intendencia repuso en 1808 los fondos de la Consolidación y que con las cantidades anteriores suman 1.343.860. El dato es fidedigno, pues la documentación informa de todas las entradas en caja. Para formar una cuenta anual (cuadro 3), sin embargo, es preciso realizar algunas estimaciones y prorratear aquellos ingresos de los que se sólo se tenía constancia cuando se depositaron en la caja matriz entre los meses en que fueron efectivamente recaudados. Esto es necesario para conocer el monto de los intereses cada añoFootnote 73, pero no en total, cifra que está documentada hasta mayo de 1808 (82.047 pesos) y es posible estimar con exactitud hasta diciembre. Ya que se sabe que entonces se había satisfecho el pago de todas las imposiciones y que su rédito era del 5%, se puede calcular que en el período que duró la Consolidación lo abonado por ellos fueron 104.100 pesos.
El cómputo de los egresos, por tanto, es tan fidedigno como el de los ingresos, y si se hallasen las cuentas de la Consolidación sólo podrían cambiar algunas cifras anuales del cuadro 3, no las totales. Además las diferencias serían escasas, ya que se tiene constancia exacta del 80% del movimiento de fondos y el resultado de las estimaciones realizadas con el resto corrobora la validez del procedimiento utilizado, pues arroja una suma sufragada por intereses de 82.916 pesos hasta mayo de 1808, que sólo varía en 869 pesos respecto a la documentada como efectivamente satisfecha.
Aparte de los intereses, los egresos de la Consolidación fueron los importes por la tasación de bienes (300 pesos), las primas satisfechas a las autoridadesFootnote 74 y a Nolte (43.253), y los pagos a Castet y Ferrand (148.213) y para saldar la deuda endosada en 1805 (840.000 pesos).
Los egresos totales, 1.226.019 pesos, fueron 110.713 pesos menores que los ingresos, o un 16% de lo recaudado efectivamente, sin contar el noveno del diezmo ni la transferencia de la Caja de Ejército a la de Consolidación en 1808. Ese superávit seguramente no fue tal, sino que debió sufragar los costes de administración, gasto corriente que no se ha tenido en cuenta hasta ahora.
El egreso efectivo de la Consolidación en Cuba, sin embargo, sólo ascendió a 306.762 pesos, sumando los pagos por intereses, primas y tasaciones y a Castet y Ferrand, y a 503.860 si consideramos gastos corrientes la diferencia ingresos-gastos, pues los 840.000 con que se saldó la deuda francesa se transfirieron al erario mexicano a cuenta de los situados. Así es posible calcular también que al exterior sólo se remitieron realmente 191.466 pesos; los otros 312.394 fueron pagos internos.
Otro gasto derivado de la Consolidación fueron los intereses del capital incautado que se siguieron satisfaciendo tras su derogación. No hay constancia de que en Cuba dejasen de pagarse, como ocurrió en México, hasta su derogación en 1814Footnote 75, y supusieron un desembolso de 189.000 pesos. Sin embrago, su Hacienda mantuvo el cobro del noveno del diezmo expropiado para sufragarlos y es menester recordar que abonaba réditos por los donativos que había solicitado anteriormente y que la Consolidación fue realmente uno más de ellos. En ese sentido la evidencia indica que, gracias a la Consolidación, el erario insular obtuvo un ingreso extraordinario de 455.521 pesos (las incautaciones y el noveno devengaron 841.540 y sólo se gastaron efectivamente 386.019, cuadro 3) y, como mostraba el cuadro 2, sumados a otros donativos ya mencionados, pusieron a su disposición los 3.100.000 pesos que, como promedio, precisaban los gastos anuales.
El movimiento de la Caja de Consolidación, sin embargo, sólo se puede reconstruir de forma fragmentaria. La evidencia indica que fue incesante, pero sólo quedó constancia documental cuando provocó disputas entre las autoridades. Y nada distintos cabía esperar, pues no se ajustaba a derecho y, según informaba la Tesorería en 1808, el dinero se fue gastando –y reponiendo– «según las necesidades»Footnote 76; esto es, con normal discrecionalidad. Así, conforme a la contabilidad del cuadro 3 y los pocos datos que ofrecen las fuentes, el cuadro 4 muestra que entre 1806 y 1808 faltaban en las arcas de la Consolidación de 241.000 a 564.000 pesos. Además, al descontarse la deuda endosada por ella a Cuba de un situado que nunca habría llegado, y siendo imposible dejar de incurrir en el gasto correspondiente al mismo, se logró una recaudación adicional de 840.000 pesos. No se ha podido confirmar, pero quizás el situado de 1.000.000 de pesos recibido en 1808 fue en realidad el balance de la Consolidación.
CUADRO 4 DIFERENCIA ENTRE INGRESOS Y GASTOS EFECTIVOS DE LA CONSOLIDACIÓN EN CUBA Y EXISTENCIAS EN SU CAJA, 1806-1808 (Pesos)
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Fuentes: Elaboración propia con los datos del cuadro 3; «Someruelos a Hacienda, La Habana, 22/4/1806 y 9/2/1807»; «Ercazti a Someruelos, La Habana, 28/9/1807»; «Someruelos a Villavicencio, La Habana, 15/5/1808»; «Someruelos a Guerra, La Habana, 26/3/1806, 1977». AGI, Cuba, 1744-1753, 1601, 1608 y 1744 respectivamente.
Sea como fuere, precisamente 1808 fue el año de más dificultades económicas para Cuba. A causa de los daños que la guerra estaba causando a su marina mercante, Estados Unidos decretó un embargo y la exportación insular de azúcar se redujo de 41.200 a 28.600 toneladas y la recaudación fiscal de 3.540.000 a 1.900.000 pesos, pero el referido situado aumentó hasta 2.900.000 los ingresos de Hacienda. La situación fue transitoria –en 1809 acababa el embargo, se vendían 51.600 toneladas de azúcar y el erario disponía de 3.370.000 pesos, pese a que sólo llegaban de México 400.000Footnote 77– y los fondos de la Consolidación habían permitido afrontarla (cuadro 2).
7 Conclusión. La consolidación de los vales reales y la especificidad socio-institucional de cuba
Sorprende al extranjero que en la habanera plaza de Armas señoree, hoy todavía, una estatua de Fernando VII, el rey símbolo de las dificultades para superar el Antiguo Régimen en España. Desde que Fontana (Reference Fontana1971) escribió La quiebra de la monarquía absoluta, se considera que a tal hecho precedió el colapso de la Hacienda, y de esa tesis se reconocen herederas la obra de Marichal (Reference Marichal1999), que analiza la Consolidación de los Vales Reales en México en el contexto de un largo proceso de desbarajustes fiscales, y los estudios que buscan en ellos causas de la independenciaFootnote 78. Lo que demuestra este artículo es que en Cuba no se dieron dichas causas.
La tesis de Kuethe (Reference Kuethe2005) acerca de que los situados explicaban la no-independencia de Cuba parecía débil, pues desde 1797 lo normal fue su irregularidad. Más importante es que la reforma de la relación colonial a partir de 1765 proporcionó un nuevo marco institucional que favoreció procesos económicos iniciados antes y la posibilidad de aprovechar las oportunidades que se presentaron para una expansión de las exportaciones agrarias que acabaría convirtiendo a la isla en la azucarera del mundo. En la fidelidad de sus elites debió influir la consideración de que un cambio político podría alterar el orden social esclavista, interrumpir la trata y el buen funcionamiento de los negocios; es decir, generaría incertidumbre.
La situación descrita explica por qué en Cuba las reformas coloniales no dieron lugar a condiciones que serían caldo de cultivo para la independencia. Ahora bien, en México, el aumento de la presión fiscal, a causa del efecto de las constantes guerras en el erario metropolitano, provocó un descontento que la Consolidación hizo extensivo a la mayoría de su sociedad, debido al daño que ocasionó en el sistema crediticio-financiero. En Cuba no tuvo las mismas consecuencias. Más grave que los 700.000 pesos endosados a su Tesoro, fue la cantidad que por ella hubo de pagar el mexicano y que dificultó aún más el envío de situados, pues aunque el crecimiento económico permitía ya a la Hacienda insular autofinanciarse, esto provocó déficits a corto plazo.
El correcto funcionamiento de un sistema fiscal depende de su proporcionalidad con la renta que grava. Marichal (Reference Marichal1999, pp. 9-17) señala que en México dejaba de cumplir esa condición en la década de 1790. Este estudio indica que en Cuba la presión impositiva era moderada gracias al situado y no perjudicó el crecimiento económico que las políticas habían facilitado hasta entonces. Su estructura productiva dependía más del capital comercial que del eclesiástico, de modo que la desamortización de bienes del clero que supuso la Consolidación no afectó a su sistema crediticio-financiero. En cambio movilizó recursos ociosos con los que el erario pudo compensar déficits que la continua expansión de las exportaciones permitía considerar eventuales.
Esa consideración y la moderada presión tributaria permitieron afrontar los déficits fiscales causados por la falta de situados solicitando donativos, y que la elite los entregase, aun cuando la situación empeoró y se le pidieron 1.053.737 pesos en 1804-1805, por ser su destino pagar al Ejército y comprar tabaco local, desembolsos que repercutían positivamente en la oferta insular. En tales circunstancias llegó la orden de aplicar la Consolidación y se ha demostrado que, pese a estar prohibido, sus fondos se emplearon en esos mismos gastos. Así se explicaba la escasa resistencia que provocó, aunque también medió el azar, pues el donativo anterior recayó sobre el comercio y la agricultura, mientras la Consolidación lo hizo sobre la Iglesia, pero tal decisión llegó impuesta desde la metrópoli. Esto ayudaba a entender la poca oposición del clero. Esto y el hecho de que la medida sólo implicase la incautación de un 3% de su capital y un noveno del diezmo, del que además se le reintegró un 60% por los intereses de los bienes enajenados, cuando en México Wobeser (Reference Wobeser2005, p. 386) estima que expropió un 25% de los recursos de inversión eclesiásticos.
Marichal (Reference Marichal1999, pp. 177-193) cree que por la Consolidación se recaudó en México más de lo que su economía representaba en el imperio debido a razones institucionales y al celo en su aplicación, lo que agravó su impacto social. Factores institucionales explicaban igualmente su efecto diferente en Cuba. Su Intendencia fue la primera establecida en América y no estaba mancomunada con el resto. Además se ordenó remitir a España lo recaudado en navíos de registro, no en barcos neutrales, pero entre 1804 y 1808 apenas se fletaron registros y, en consecuencia, el dinero no se envió y pudo usarse para otros fines. También se ha probado que sus autoridades no mostraron voracidad recaudatoria ni intención de medrar. Quizás fue porque litigaron por controlar los fondos, pero al cabo ello indicaba que funcionaron los mecanismos que debían garantizar el contrapeso de poderes, que el gobierno había sido encomendado a políticos diestros y, en el caso del capitán general, con un mandato lago, no sujeto a los vaivenes de la CorteFootnote 79, y más atento a las circunstancias de su gobernación. Seguramente esto explica que los afectados por la Consolidación contasen con su apoyo, al contrario de lo que ocurrió en México.
La documentación analizada ha permitido también reconstruir las cuentas anuales de la Consolidación en Cuba y demostrar que las cifras ofrecidas por estudios anteriores eran erróneas. Aparte de 183.327 pesos devengados por el noveno del diezmo y el impuesto sobre sucesiones, el capital incautado no fueron 350.000 pesos, como se creía, sino 687.374 (aunque 29.800 no pudieron cobrarse), cantidad similar a la deuda endosada al Tesoro insular en 1805 (700.000 pesos), no obstante hubo de completarla con otros 495.192, pues la suma que debió abonarse finamente se elevó a 840.000 pesos. Sin embargo, ese importe no se pagó realmente: se descontó de los situados no remitidos por la Hacienda de México y dejó así a disposición del erario cubano unos 950.000 pesos que, según se ha podido estimar, permitieron compensar entre 1805 y 1808 –como había ocurrido antes con el donativo de 1804-1805– los déficits ocasionados por la irregularidad de dichos situados, especialmente en 1808, cuando el embargo de Estados Unidos redujo considerablemente las exportaciones del país. Además se ha probado que la única extracción efectiva de capital de la isla por concepto de la Consolidación fueron 191.466 pesos. 43.253 se emplearon en primar a los tenedores de la deuda girada contra el Tesoro habanero en 1805, y los 148.213 restantes en pagos distintos de ella, derivados de las obligaciones contraídas por el gobierno español con Napoleón, lo mismo que se estaba haciendo en la metrópoli o en México.
La información cualitativa corroboraba las tesis anteriores. Mostraba que la Consolidación provocó en Cuba más problemas procedimentales que oposición, vinculadas a la pugna entre sus autoridades por el control de sus fondos y a la especificidad de sus instituciones. Así, si la magnitud del efecto que tuvo en México se explicaba en función de su encaje en un contexto económico-institucional que se había ido configurando con el tiempo, lo que equivale a afirmar que se trató de un problema regional en el imperio –eso sí, en su región más importante–. Por idéntica razón, las condiciones a que fue dando lugar en Cuba la mecánica de ese mismo imperio, permitieron aplicar la medida de forma diferente y obtener resultados positivos.
Al aplicarse la Consolidación en Cuba como uno más de los donativos usados para resolver sus déficits fiscales, su estudio ofrece también conclusiones para analizar su Hacienda, economía y relación colonial con España en un período mayor que el de vigencia de medida. Se ha demostrado que ésta se adaptó a una praxis fiscal vinculada al modo de ejercer el poder. El 80% de su recaudación recayó en la región habanera, donde también se concentraba la población y actividad económica, lo que seguramente reforzó el poder de sus elites en la isla, resultado que, según Amores (Reference Amores2005), ya habían tenido las reformas y la liberalización del comercio desde 1765. Otra prueba de la voluntad de colaboración de las elites para aliviar los déficits del erario era que, además de su aportación al donativo de 1804-1805 y a la Consolidación, entre 1804 y 1807 la Iglesia, el Consulado y varias villas le entregaban otros 91.964 pesos y el rey aceptaba la oferta de condonación de 93.153 pesos de la deuda que tenía con los tabaqueros a cambio de conceder mayores facultades jurisdiccionales a la Factoría de TabacosFootnote 80, un ejemplo más de la praxis que calificábamos quid pro quo.
En efecto, el donativo de 1804-1805 y la Consolidación devengaron en Cuba 2.090.459 pesos hasta 1809, cantidad pequeña en relación con su población, su riqueza y la de su Iglesia (menos de un 4% de su renta o de un 8% del producto de su comercio en 1805, gráfico 2), pero que supuso una séptima parte de sus ingresos fiscales y, como muestra el cuadro 5, permitió aproximar la recaudación per capita en 1809-1814 a la cantidad que sumaba unida al situado en 1795-1799. El cuadro muestra también que, pese a ello, la carga tributaria siguió siendo moderada y en el lustro 1815-1819, cuando el crecimiento demográfico y de la renta lo permitieron, incluso experimentó un sensible descenso.
CUADRO 5 RECAUDACIÓN E INGRESO FISCAL TOTAL Y SEGÚN EL PRODUCTO ESTIMADO PER CÁPITA EN CUBA, 1795-1819 (Medias quinquenales en pesos y porcentajes de crecimiento)
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Fuentes: Las mismas de los gráficos 1 y 2.
El interés metropolitano por fomentar la economía de Cuba y lograr que se autofinanciase explicaba la moderada carga fiscal y, en parte, el aumento de los situados, las exenciones arancelarias y otros privilegios obtenidos por sus elites, pero sus aportaciones al erario en determinados momentos también generaron contrapartidas. La citada concesión jurisdiccional a los tabaqueros era un ejemplo. Cuando se pidió el donativo de 1804-1805 se eximió de diezmos al café, al tabaco y a los ingenios nuevos y volvió a autorizarse el comercio con neutrales (aunque se ha mencionado que, de facto, nunca dejó de practicarse)Footnote 81. En lo que respecta a la Consolidación, la elite criolla estuvo representada en sus instituciones mediante su diputado, los oficiales reales o personas próximas a los hacendados, como Ilincheta, y en la operación de saldo de su deuda Nolte utilizó los servicios del principal banquero insular, Carlos DrakeFootnote 82.
Cuando la invasión francesa de España exigió otro esfuerzo a la elite cubana, incluso la renuncia a algunos de privilegios, las autoridades insulares lo justificaron así:
«Con el debido fin del […] sostenimiento de las atenciones perentorias […, por la falta] de situados [… si en otro] tiempo debió ser bendecida la dispensación [de derechos], porque se consultaba a detener la ruina que amenazaba, parece que mejorada hoy la estimación de estos frutos, exige el deber que vuelvan á auxiliar á las mismas manos que originaron tanto bien»Footnote 83.
La situación, en efecto, había mejorado. Tras el embargo de Estados Unidos, y luego de un eventual descenso, la exportación de azúcar recobró en 1811 las tasas de crecimiento perdidas hacia 1800. Aunque más moderadamente, también siguieron incrementándose la población, los esclavos y los ingresos fiscales (gráfico 1, cuadro 5), que además ya no tenían que auxiliar a otros territorios imperiales y al ejército francés en Santo Domingo y mantenían el noveno del diezmo heredado de la Consolidación. De las circunstancias de finales del siglo XVIII e inicios del XIX que la provocaron prevaleció, igualmente, la práctica de resolver sus déficits con donativos. Así entre 1808 y 1812 se recaudaron más de 400.000 pesos para socorrer a la metrópoli ocupadaFootnote 84. Y esa costumbre sería el mayor problema que hubo de afrontar el Tesoro insular en años postreros, pues la devolución de parte de tales préstamos y el pago de sus intereses acabarían convirtiéndose en una pesada carga. De hecho, Sagra (Reference de la Sagra1831, p. 264) considera que fue la razón de las reformas que se realizarían en las décadas de 1820-1830, pero entonces el crecimiento de la isla generaba recursos suficiente para que España se plantease elevar la carga fiscal sobre la colonia y se iniciaba un proceso inverso de recuperación de parte del poder conquistado por la elite criolla. Eran ya otros tiempos y su análisis queda para una futura investigación.