En la historia de la arqueología, las tempranas conexiones entre investigadores, instituciones y movimientos históricos de amplio espectro son un campo que se ha explorado con éxito en las últimas décadas. Diferentes publicaciones han estudiado a los investigadores dentro de los movimientos políticos, ideológicos y teóricos más amplios y han visibilizado las agendas institucionales y particulares en las que los investigadores se insertaron (Díaz-Andreu Reference Díaz-Andreu2007; Trigger Reference Trigger2006).
Por otra parte, en las últimas décadas una serie de estudios críticos han hecho hincapié en que el desarrollo de una disciplina científica específica, como la arqueología, no puede desvincularse de la historia de la ciencia en general (Goodrum Reference Goodrum2014; Kohl et al. Reference Kohl, Podgorny and Gänger2014; Moro-Abadía Reference Moro-Abadía2007; Moser Reference Moser2014; Rodríguez Reference Rodríguez2013; Safier Reference Safier2010). En ese mismo sentido, temas no siempre considerados en las historias de la arqueología pueden mejorar la comprensión del desarrollo de la disciplina. Entre esos aspectos tenemos: el conocimiento y saberes colectivos de los científicos, las instrucciones de las instituciones patrocinadoras para hacer colecciones, las relaciones entre los investigadores y las autoridades locales, sus representantes, embajadas y compatriotas, el despliegue de las redes de los científicos con sus pares, las relaciones de los científicos con los investigadores aficionados y coleccionistas locales, las redes de comercialización de antigüedades, las tecnologías locales en la búsqueda de antigüedades y/o huaqueo, la logística desplegada para realizar las actividades científicas, las agendas propias de los investigadores, las historias de vida y motivaciones personales de los investigadores y la biografía de los propios objetos y colecciones, entre otros (Asensio Reference Asensio2018; Delibes Reference Delibes2012; Gänger Reference Gänger2014; Heaney Reference Heaney2018; Kohl et al. Reference Kohl, Podgorny and Gänger2014; Miller Reference Miller2017; Podgorny Reference Podgorny2009, Reference Podgorny2018, Reference Podgorny2020).
En el Perú, este ejercicio de comprender el desarrollo de la ciencia del estudio del pasado se ha venido desarrollando en las últimas décadas con investigaciones cada vez más ambiciosas y con novedosas aproximaciones historiográficas (Pillsbury Reference Pillsbury, Kohl, Podgorny and Gänger2014; Tantaleán Reference Tantaleán2014; Tantaleán y Astuhuamán Reference Tantaleán and Astuhuamán2013), aunque ciertamente todavía faltan por integrar muchos de los temas arriba mencionados. Afortunadamente, desde fuera de la disciplina arqueológica otros investigadores han señalado críticamente la forma en la que se ha generado la historia de la arqueología y/o la perspectiva del trabajo de ciertos investigadores de restos materiales del pasado (Asensio Reference Asensio2018; Gänger Reference Gänger2014; Heaney Reference Heaney2018; Thurner Reference Thurner2012).
Entre la diversidad de los temas que aborda la historia de la arqueología peruana resalta su origen como disciplina científica. Con ese objetivo se ha generado un debate en torno a cómo se dio el surgimiento de la arqueología peruana y, en especial, el uso de metodologías científicas tempranas en contraposición a una tradición local interesada en el pasado andino desde el coleccionismo y la historia (Gänger Reference Gänger2008; Pillsbury Reference Pillsbury, Kohl, Podgorny and Gänger2014; Thurner Reference Thurner2012). Es más, las tradiciones de búsqueda de antigüedades en el territorio peruano precedieron y generaron una tecnología que fue incorporada en las nuevas formas de hacer arqueología de finales del siglo diecinueve (Gänger Reference Gänger2014).
Según Lumbreras (Reference Lumbreras1991), el investigador norteamericano George Amos Dorsey habría realizado excavaciones arqueológicas en las necrópolis de Ancón, al norte de la ciudad de Lima, en 1891. Señala, además, que aquellos trabajos arqueológicos formaron la base para la elaboración de la tesis doctoral de Dorsey, la cual se mantiene inédita. Sin embargo, en los últimos años existen esfuerzos por visibilizar los trabajos de Dorsey en el Perú (Heaney Reference Heaney2017; Schuster Reference Schuster2018; Slovak Reference Slovak2020; Steinberg y Prost Reference Steinberg and Prost2007). Dichas investigaciones resultan significativas para comprender los inicios del método arqueológico en el Perú y su inserción dentro de la historia de la ciencia.
Una lectura más detenida de la tesis doctoral de Dorsey, la principal fuente de información sobre sus trabajos de campo en Ancón (Slovak Reference Slovak2020), señala que sus excavaciones poseyeron una metodología y sistematización avanzada para la época. Además, las excavaciones de Dorsey, como las de muchos de sus contemporáneos en otras partes de Latinoamérica, tuvieron como objetivo principal reunir artefactos y momias para generar y acrecentar las colecciones de los museos dentro y fuera del Perú. En el caso de las excavaciones de Dorsey, estas se realizaron por encargo de Frederic Putnam para obtener ejemplos de restos materiales de sociedades antiguas para ser exhibidas en la Exposición Universal de Chicago (World's Columbian Exposition; WCE) de 1893 (Heaney Reference Heaney2017; Slovak Reference Slovak2020). Por tanto, estas excavaciones arqueológicas se relacionaban directamente con la construcción de una sección de dicho evento internacional, lo que sería la semilla del posterior Museo Field de Chicago. De este modo, en los trabajos de Dorsey confluyen la investigación científica y el coleccionismo para museos, dos campos que en la actualidad resultan antagónicos pero que fueron muy relevantes para la formación de la disciplina arqueológica a finales del siglo diecinueve.
Para poder entender de mejor manera como la figura de Dorsey se inserta en la historia de la arqueología peruana, en este artículo se establecen los antecedentes académicos e institucionales que plantearon y posibilitaron el viaje de Dorsey a Perú. Asimismo, se hace un análisis de los trabajos arqueológicos que Dorsey realizó en Ancón, tomando como principal fuente de información su tesis doctoral con el objetivo de comprender la naturaleza de su metodología y potencial explicativo. A continuación, exploramos las motivaciones e intereses de los encargados de la WCE y como la reconstrucción y exposición de las tumbas rescatadas por Dorsey, desplegadas en el edificio de antropología de la exposición en Chicago, formaron parte del proyecto mayor de visión científica hegemónica de ese momento. Asimismo, se describen los preparativos que el gobierno, intelectuales y coleccionistas de antigüedades peruanos realizaron en su proyecto de participación en la WCE. Se finaliza este artículo con algunos comentarios sobre las implicancias del trabajo de Dorsey para el surgimiento de la arqueología peruana.
Dorsey, Putnam y el encargo
George Amos Dorsey nació el 6 de febrero de 1868 en la localidad de Hebron, Ohio, en los Estados Unidos de América (Fay-Cooper Reference Fay-Cooper1931). Sus padres fueron Edwin Jackson Dorsey y Mary Elma Grove. Su padre fue maestro de escuela, granjero y comerciante (National Cyclopaedia of American Biography 1932). Dorsey recibió su primer grado de bachiller en artes en 1888 y un doctorado en leyes en 1889, ambos en el Denison College de Granville, Ohio (Browman y Williams Reference Browman and Williams2013). En 1890, Dorsey ingresó a la escuela de graduados de la Universidad de Harvard, obteniendo su segundo grado de bachiller en artes ese mismo año. En Harvard se convirtió en uno de los dos primeros estudiantes de arqueología de Frederic Putnam, aun cuando no existía el programa de manera formal, el cual fue abierto en diciembre de ese año (Hinsley Reference Hinsley, Clark and Rossiter1992; Figura 1). El otro estudiante graduado de Putnam fue John G. Owens (Browman Reference Browman2002). Owens falleció tempranamente en 1893 mientras realizaba trabajos de campo en las ruinas mayas de Copán (Hinsley Reference Hinsley, Clark and Rossiter1992).

Figura 1. George Amos Dorsey, circa 1927–1928 (Wikimedia Commons).
Dorsey obtuvo sus primeras experiencias de campo gracias a que Putnam lo envió al yacimiento arqueológico de Turner Mounds, Ohio, el mismo año de su ingreso a Harvard. En dicho yacimiento se entrenó en el trabajo de campo arqueológico con Marshall Saville. En esa misma temporada, Dorsey se trasladó al sitio arqueológico de Cline's Run Mounds donde se desempeñó como jefe adjunto del arqueólogo Hillborne Cresson (Browman y Williams Reference Browman and Williams2013).
En 1891, con Dorsey todavía en Harvard, Frederic Putnam fue nombrado encargado del Departamento de Etnología de la WCE (Hinsley Reference Hinsley, Hinsley and Wilcox2016a). Para ese momento, Putnam era un científico reconocido e influyente, miembro de las instituciones académicas más prominentes del país, además de ser un autor prolífico (Browman Reference Browman2002; Nickliss Reference Nickliss2018; Truman Reference Truman1893). Putnam asumió dicha posición contando con un presupuesto de 100.000 dólares para llevar a cabo las actividades encomendadas por los organizadores de la WCE (Rosenberg Reference Rosenberg2008). Para realizarlas, Putnam formó un equipo de trabajo con jóvenes investigadores, en el cual incluyó también a Franz Boas (Rosenberg Reference Rosenberg2008).
Entre 1891 y 1892, Dorsey viajó por Perú, Ecuador, Chile y Bolivia (Almazan y Coleman Reference Almazan and Coleman2003). Como él mismo señala, su instrucción principal era excavar en las necrópolis de Ancón (Dorsey Reference Dorsey1894a). Como resultado de sus viajes y exploraciones a los mencionados países andinos, Dorsey reunió y remitió una gran cantidad de materiales arqueológicos a Chicago (Heaney Reference Heaney2017). En el reporte anual del director del Museo Field de 1896, se listan las colecciones arqueológicas recolectadas por Dorsey al regreso de su viaje a Sudamérica (Field Columbian Museum 1896). Las actividades exploratorias y de investigación realizadas por Dorsey generaron una importante colección de artefactos de diferentes localidades, principalmente de Perú y Ecuador.
Los trabajos arqueológicos de Dorsey en las necrópolis de Ancón
Dorsey llegó a Lima en 1891 muy bien recomendado. Según el mismo Dorsey (Reference Dorsey1894a), a su llegada a Lima contó con el apoyo del Ministro de la Delegación de los EE.UU. en el Perú, John Hicks y el Cónsul de los EE.UU. en el Callao, A.J. Dougherty. No tenemos mayores referencias sobre su estadía y sus relaciones sociales en Lima, pero pudieron realizarse en un ambiente muy similar al que Adolph Bandelier vivió en esa misma ciudad en 1892 (Lange y Riley Reference Lange and Riley1996). Entre los oficiales que asistieron a Dorsey en Lima se encontraba el teniente de la Marina y científico estadounidense William E. Safford, quien había sido comisionado por los directivos de la WCE para realizar vínculos con el gobierno peruano y facilitar el trabajo de Dorsey (Egan Reference Egan2010; Quiñones Reference Quiñones2007). De esta manera, los primeros contactos de Dorsey habrían sido, principalmente, oficiales norteamericanos y coleccionistas locales.
Siguiendo sus instrucciones, Dorsey excavó durante seis semanas del verano boreal de 1891 (posiblemente entre junio y agosto) con una cuadrilla de cuatro a siete trabajadores locales en las necrópolis de Ancón (Dorsey Reference Dorsey1894a; Heaney Reference Heaney2021; Figura 2). Este importante yacimiento arqueológico está ubicado en la parte norte de la bahía del mismo nombre, a unos 35 km al norte de la ciudad de Lima. De acuerdo con Dorsey, el descubrimiento moderno de las necrópolis de Ancón estaría vinculado a la construcción de la línea del ferrocarril en 1869 que “pasó sobre una esquina del cementerio. Los obreros desenterraron una serie de tumbas, y desde ese tiempo hasta el presente, la pala y la sonda nunca han estado ociosas” (Dorsey Reference Dorsey1894a:17; traducción nuestra). En ese entonces, se podía llegar a ese balneario desde Lima en tren, tal como se aprecia en el mapa de Dorsey (Figura 2).

Figura 2. Ubicación de las necrópolis de Ancón con las excavaciones de Dorsey (redibujado de Dorsey Reference Dorsey1894a).
Ancón había sido visitado por numerosos exploradores y coleccionistas locales y extranjeros, siendo los más conocidos aquellos que llegaron en el siglo diecinueve (Kaulicke Reference Kaulicke1997; Slovak Reference Slovak2020). Gran cantidad de artefactos e incluso momias habían sido extraídas de sus extensos cementerios y para cuando Dorsey llegó allí, miembros de la élite limeña y visitantes extranjeros se dedicaban a excavar tumbas como pasatiempo, aunque también como coleccionistas (Hoffmann Reference Hoffmann2007; Pillsbury Reference Pillsbury, Kohl, Podgorny and Gänger2014; Steinberg y Prost Reference Steinberg and Prost2007). Las condiciones climáticas y el tipo de suelo arenoso posibilitaron la recuperación de objetos y cuerpos humanos en buen estado de conservación, lo cual atrajo a muchos coleccionistas. No obstante la existencia de tales actividades, las excavaciones de los alemanes Wilhelm Reiss y Alphons Stübel, realizadas en 1875, fueron las primeras en ser publicadas, en un elegante formato y acompañado con litografías polícromas de sus hallazgos (Kaulicke Reference Kaulicke1997; Pillsbury Reference Pillsbury, Kohl, Podgorny and Gänger2014, Reference Pillsbury2017).
Durante el siglo veinte, el área de la bahía de Ancón siguió siendo investigada y ahora sabemos que fue ocupada por diversos grupos humanos desde el periodo Precerámico hasta el Horizonte tardío o inca (Kaulicke Reference Kaulicke1997). La zona arqueológica es extensa e incluye áreas domésticas, basurales, lugares de culto y cementerios. La zona arqueológica de la necrópolis de Ancón que intervino Dorsey contenía principalmente contextos funerarios que iban desde el Horizonte medio (600-1000 dC) hasta el Horizonte tardío (1470-1532 dC) (Kaulicke Reference Kaulicke1997; Slovak Reference Slovak2020).
Pese al conocido trabajo de Reiss y Stübel, en el prefacio de su tesis doctoral, Dorsey reclamaba que las suyas habían sido las primeras excavaciones científicas: las primeras que realizaron una contextualización, registro, organización de los materiales y representación gráfica de las tumbas y sus asociaciones (Dorsey Reference Dorsey1894a; también véase Steinberg y Prost Reference Steinberg and Prost2007). El reclamo de Dorsey estaría justificado, sobre todo, por la metodología que desplegó en la excavación de las tumbas de Ancón y en la interpretación de sus hallazgos. Como también revelan su propia tesis y las fotografías que la acompañan, una tradición local de excavación de tumbas y tecnologías de huaqueros se conjugaron en su empresa arqueológica.
Metodologías de estudio
En sus excavaciones en las necrópolis de Ancón, además de la asistencia del teniente William E. Safford (Heaney Reference Heaney2017), Dorsey fue auxiliado por excavadores nativos (huaqueros), posiblemente procedentes de la misma localidad de Ancón (Dorsey Reference Dorsey1894a:17). Además del uso de picos y palas, Dorsey resalta la utilización de la sonda por los huaqueros (Dorsey Reference Dorsey1894a:17-18): “una varilla de acero delgada de aproximadamente un metro de longitud acolchada en un extremo” (Dorsey Reference Dorsey1894a:18; traducción nuestra).
Como sabemos, las sondas fueron y son instrumentos ampliamente utilizados por los huaqueros o saqueadores para detectar las tumbas prehispánicas, especialmente en la costa peruana (Brüning Reference Brüning and Raddatz1990 [1899]; Dorsey Reference Dorsey1894b; Hoffmann Reference Hoffmann2007; Proctor Reference Proctor and Nuñez1971; Uhle Reference Uhle and Rowe1954). De hecho, hasta bien entrado el siglo veinte, la sonda siguió siendo utilizada por los trabajadores que, incluso, acompañaban a los arqueólogos en sus excavaciones como en el caso de Uhle y Tello (Uhle Reference Uhle and Rowe1954; Tello Reference Tello2009).
Como se pueden apreciar en sus fotografías, las excavaciones de Dorsey también se realizaron mediante unidades de excavación de forma cuadrangular (Dorsey Reference Dorsey1894a:láminas F, I, J, L; Figura 3). Como describe Heaney (Reference Heaney2021; traducción nuestra), las instrucciones de Putnam a Dorsey señalaban que “Debían excavar intencionalmente, abandonando todo lo que no parecía interesante, pero metódicamente, marcando y excavando en bloques de cincuenta pies cuadrados para que la posición relativa de todos los contenidos arqueológicos recolectados estuviera marcada en un plano y en fotografías antes de la remoción. De esta forma se pudo reproducir la posición exacta de cada entierro.”

Figura 3. Excavación realizada en 1891 por Dorsey en las necrópolis de Ancón. Se aprecia el techo de una tumba (tomado de Dorsey Reference Dorsey1894a:lámina J).
No obstante, dado que las excavaciones de Dorsey tenían como objetivo encontrar y excavar tumbas, sus excavaciones se extendieron buscando sus entradas, una tradición muy bien establecida por los expertos locales o huaqueros en la búsqueda de tumbas prehispánicas en el Perú. En suma, Dorsey combinó su metodología aprendida en los EE.UU. de la mano de sus colegas arqueólogos profesionales y las instrucciones de Putnam con los saberes y tecnologías locales de sus asistentes de campo, principalmente huaqueros (técnicos invisibles sensu Shapin Reference Shapin1989). Adicionalmente, como se puede notar en las excavaciones arqueológicas que realizó en la Isla de la Plata al año siguiente, Dorsey conocía muy bien los principios estratigráficos (Dorsey Reference Dorsey1901), los cuales también fueron aplicados en sus excavaciones en Ancón (ver Dorsey Reference Dorsey1894a, especialmente el capítulo II).
Descripción e interpretación de los hallazgos
Además, de las cuestiones logísticas y técnicas necesarias para el trabajo de campo, se puede notar que Dorsey poseía un conocimiento suficiente de las fuentes etnohistóricas e históricas peruanas, además de haber hecho observaciones propias en varios lugares del Perú y otros países que visitó posteriormente a su excavación en Ancón. Esto le permitió realizar analogías, planteamientos y explicar ciertos fenómenos arqueológicos.
Uno de los temas relevantes que Dorsey desarrolló para su tesis fue una tipología de las tumbas excavadas en Ancón, observando además que estas conformaban agrupamientos. Su tipología se basó en la forma de la tumba, los materiales de construcción y los artefactos asociados. De esta manera identificó: (1) tumbas poco profundas, (2) paquetes de momia cubiertos con vasijas de chicha, (3) tumbas con paredes de piedra, (4) tumbas de bóveda, (5) tumbas profundas con techos y (6) tumbas con paredes de arcilla (Dorsey Reference Dorsey1894a; Figura 4). Después de describir cada tipo de tumba, las comparó con las estructuras funerarias de los quechuas y los aymaras. Adicionalmente, describió una serie de tumbas que no se correspondían con ninguna de sus categorías propuestas (Dorsey Reference Dorsey1894a).

Figura 4. Tipos de tumbas de Ancón según Dorsey (tomado de Dorsey Reference Dorsey1894a).
Su registro gráfico, que incluía dibujos de planta, cortes y fotografías, estás últimas por primera vez utilizadas para registrar las excavaciones arqueológicas en Ancón, aportó información significativa sobre las formas y contenidos de las tumbas prehispánicas (Dorsey Reference Dorsey1894a; Pillsbury Reference Pillsbury, Kohl, Podgorny and Gänger2014). Dicho registro también le permitió realizar análisis cuantitativos de los diferentes tipos de tumbas excavadas e incluso de los sexos, edades y composiciones de las tumbas. De esta manera, su minuciosa excavación y detallado registro le permitió observar que en las tumbas colectivas (Tipo 6) los cadáveres fueron enterrados durante un solo evento o que las tumbas habrían estado abiertas hasta completar su capacidad o contenido establecido. Asimismo, Dorsey pudo reconocer el proceso de intrusión de algunas tumbas sobre otras más antiguas y el disturbio realizado por excavaciones realizadas por buscadores de tesoros. A la vez, el investigador norteamericano explicó que los contenidos de algunas tumbas en condiciones desordenadas debieron haber sido la consecuencia de la transferencia de los cuerpos desde otras tumbas más antiguas (Dorsey Reference Dorsey1894a).
Además de excavar tumbas, Dorsey recolectó cráneos humanos procedentes de enterramientos saqueados. Con todo ese material, realizó un análisis preliminar y, aunque siempre dejó claro que no tenía formación especializada en antropología física, sus procedimientos e interpretaciones resultaron muy acertados para la época, reconociendo modificaciones craneanas, sexo, edad e incluso enfermedades, como la exostosis (Dorsey Reference Dorsey1894a). Para su análisis craneológico, Dorsey utilizó 123 cráneos. Gracias al análisis, también detectó las modificaciones craneanas existentes, aunque creyó que eran más accidentales que intencionales, posiblemente producto del uso de bandas textiles en la cabeza. Asimismo, realizó la identificación del sexo de los individuos excavados, especialmente cuando era posible analizar los cráneos y otros huesos y cuando estableció que cierta asociación de objetos se correlacionaba con el sexo del individuo. Incluso basó la división sexual del trabajo en los tipos de instrumentos asociados a los cuerpos y que estarían relacionados con ciertas actividades: los instrumentos textiles con mujeres y las armas con los hombres (Dorsey Reference Dorsey1894a).
La descripción detallada de cada tumba permite hacerse una buena idea, tanto de su experiencia en la excavación y registro, como del contexto arqueológico intervenido, resultando una importante fuente de información de primera mano. Debido a que esta tesis presentó un excelente y extenso registro fotográfico (en total, 147 fotografías), resulta un buen modelo de registro de contextos funerarios en una época bastante temprana de la arqueología como profesión.
En el capítulo III, Dorsey hace una descripción de la forma de localización de los fardos o cuerpos humanos y sus asociaciones (Dorsey Reference Dorsey1894a). De esta manera, definió dos clases de paquetes funerarios: (1) horizontales (niños-adultos) y (2) verticales (como sacos de granos-posición de cabeza oculta-falsa cabeza). En ese mismo capítulo, Dorsey hizo una descripción general de los contenidos de los fardos funerarios, señalando los elementos asociados a los cuerpos. Guiado por los contextos arqueológicos, Dorsey trató de establecer las diferencias de rango y riqueza de los fardos funerarios. Su descripción de la manera en que se realizaría la construcción de los fardos resulta bastante ilustrativa. Asimismo, resaltó el uso de cabezas postizas o falsas cabezas en la parte superior de los fardos colocados de manera vertical. En ese aspecto, señaló que este tipo de falsas cabezas también había sido encontrado en el sitio arqueológico de Pachacamac. Como mencionamos, sus descripciones trataron de establecer el rango y el sexo del ocupante del fardo. Con respecto a la colocación del cadáver, estableció que la mayoría de los fardos verticales contenían individuos en posición flexionada y lo asoció con la posición de descanso más extendida en esa época. Complementó dicha idea con sus observaciones etnográficas de los indígenas en el Perú. Por ello mismo, la “posición supina en toda su extensión” encontrada en siete individuos le hizo plantearse que debían pertenecer a la época post-Colombina (Colonial), aunque no desarrolló en extenso dicho planteamiento (Dorsey Reference Dorsey1894a).
Dorsey también realizó una discusión sobre la conservación de la piel de los cuerpos exhumados, basándose en sus observaciones etnográficas y las crónicas coloniales tempranas, planteando la posibilidad de un tratamiento del cuerpo o embalsamamiento. Al no obtener evidencia directa de dicho proceso, prefirió señalar que las condiciones de momificación se deberían a factores como (a) la ausencia de lluvia en esta zona y (b) la presencia de materias salinas, salitrosas o antisépticas (Dorsey Reference Dorsey1894a).
En su capítulo IV, Dorsey se refirió a los objetos asociados a los fardos funerarios (Dorsey Reference Dorsey1894a). Las categorías de artefactos y objetos que definió fueron textiles, cerámica, alimentos y tabletas funerarias y varillas. Con respecto a los textiles, señaló sus materiales de producción, donde resaltó el uso del algodón. Se refirió a la técnica de manufactura de los textiles, describiendo los instrumentos necesarios y las técnicas para realizar cuerdas, redes, telas y piezas textiles. Con relación a las técnicas e instrumentos de producción, especialmente del hilado y el telar, sus conocimientos etnográficos en la sierra peruana le sirvieron de valiosa ayuda para reconstruir el uso y el proceso que implicaba la utilización de piruros y telares. También, describió el trabajo con fibras vegetales y cestería. Dorsey hizo referencia a la presencia de hondas tejidas, bolsas, mantas, ponchos, llijllias, cinturones o fajas. Para su definición y explicación funcional, nuevamente Dorsey utilizó datos etnográficos de los indígenas peruanos. También hizo referencia a técnicas como el tapiz, el trabajo con agujas, el patchwork, el pintado y el estampado (Dorsey Reference Dorsey1894a).
Con respecto a la cerámica, Dorsey observó que en comparación con la de otros sitios arqueológicos de la costa peruana donde excavó, como los existentes en los valles de Chancay y Santa, las vasijas cerámicas encontradas en las tumbas de Ancón resultaban escasas y de poca calidad. Posiblemente, servían principalmente como contenedores de alimentos e, incluso, pudo apreciar que muchas de las vasijas habían sido utilizadas con anterioridad a su inhumación. Nuevamente utilizó sus conocimientos etnográficos para describir la forma en la que podrían haber sido utilizadas las vasijas cerámicas en la cocina y el servicio de alimentos, incluyendo también el uso de calabazas o mates. El hecho de que posiblemente excavó en un sector de tumbas tardías (periodo Intermedio tardío y Horizonte inca) de la necrópolis se refuerza en su referencia a que las vasijas allí encontradas no presentaban tanta decoración como las de la costa norte del Perú. En los mejores ejemplos de la cerámica de Ancón excavados por Dorsey se encuentran representados simplemente rostros humanos o animales. Lo que si encontró fueron figurinas antropomorfas hechas de cerámica, especialmente en las tumbas de los niños. Así, la producción cerámica le resultó simple, advirtiendo el uso del modelado y, algunas veces, el uso de moldes. Con respecto a la alimentación, Dorsey señaló la abundante presencia de maíz y de variedades de frejol, como también de maní y yuca. Asimismo, refirió la presencia de frutas como pacae y lúcuma. Según su conocimiento de las especies animales encontradas, los habitantes de Ancón debieron haber consumido cuyes, camélidos y perros. Asimismo, dada la cercanía al mar y las evidencias de peces, crustáceos y mariscos observadas, estos habrían sido alimentos populares entre la población que se enterró en esa localidad (Dorsey Reference Dorsey1894a).
Finalmente, Dorsey reporta la presencia de artefactos cuya función no le resultaba clara: los banners o tabletas funerarias. Estos eran artefactos hallados siempre en pares y, generalmente, en las tumbas de hombres. Otro de esos extraños artefactos encontrados eran las varillas (wands) pero que, en este caso, se encontraban asociadas mayoritariamente a los fardos de mujeres.
Los capítulos V y VI estuvieron dedicados a la descripción de las tumbas individuales, las que pudieron ser inspeccionadas interiormente y poseyeron los mejores artefactos asociados. De hecho, para Dorsey la primera tumba de hombre que describió pertenecería a un sujeto de alto rango y riqueza. Dividió a los contextos funerarios en tumbas de hombres y tumbas de mujeres y niños. Tomando en cuenta su diferenciación, en el capítulo V describió detalladamente una selección de nueve tumbas de hombres, y en el capítulo VI describió seis tumbas de mujeres y cinco tumbas de niños. Las descripciones de dichas tumbas y de otras que no llegó a realizar detalladamente le permitieron observar una serie de regularidades y características para los enterramientos de hombres. Como algunas tumbas contenían a más de un individuo, la descripción contextual resultó significativa. Sobre la base del registro y descripción de las tumbas y contenidos, señaló que la posición social de la mujer no era inferior a la del hombre. Con respecto a los niños, indicó que su tratamiento funerario era similar al de los adultos (Dorsey Reference Dorsey1894a).
El capítulo VII, El Pueblo de Ancón, fue su intento de reconstrucción de la vida social en el sitio sobre la base de la información recuperada en sus excavaciones arqueológicas. En especial, a Dorsey le intrigaba la localización del poblado del cual provendrían los sujetos que habían sido inhumados. Señaló que el pueblo estaría en la misma área de las necrópolis y, para plantear dicha hipótesis se basó en la existencia de una antigua acequia, un muro de piedra antiguo, piedras de moler y desechos de cocina encontrados en la misma zona arqueológica. Con ese mismo objetivo en mente, Dorsey trató de establecer la forma de las casas, las actividades de las mujeres, hombres y niños. Concluyó que el pueblo prehispánico de Ancón sería de características humildes con casas hechas de materiales perecibles y barro. Un esfuerzo en este capítulo de explicación antropológica va dirigido a reconstruir su economía, política y moral. Para Dorsey, la economía de los antiguos pobladores de Ancón se fundamentó principalmente en la agricultura y la pesca. De especial interés resulta su definición del “grado en la Escala de Civilización” de los pobladores de Ancón, el cual Dorsey ubicaba en el Salvajismo (Dorsey Reference Dorsey1894a:80). Además, planteó las posibles relaciones con los pueblos vecinos y su probable antigüedad. Estableció las relaciones con sus vecinos a partir de las fuentes etnohistóricas, especialmente la crónica del “inca”, Garcilaso de la Vega. Tomando en cuenta lo anterior y sobre la base de sus propias observaciones, Dorsey le otorgó al pueblo prehispánico de Ancón una antigüedad mínima de 500 años y habría sido abandonado con la llegada de los incas a la zona (Dorsey Reference Dorsey1894a).
Por último, y cerrando su tesis, sobre la base de sus observaciones y excavaciones arqueológicas, Dorsey estimó que el cementerio cubría unas 160 ha. Además, como calculó que, al menos, existirían unas 25 tumbas por 0,4 ha, planteó que habrían existido unas 10.000 tumbas en toda la necrópolis. También, como vimos, Dorsey calculó que el pueblo antiguo de Ancón no habría tenido en ningún momento más de 500 personas viviendo a la vez. En concordancia con ello, según Dorsey, la acumulación de tumbas se habría dado a lo largo de 20 siglos. Tomando en cuenta que le otorgaba a la necrópolis una antigüedad mínima de 500 años y, de acuerdo con la posible progresión de la muerte de los pobladores de Ancón, Dorsey estimó que el cementerio habría sido fundado alrededor de los 600 años aC (Dorsey Reference Dorsey1894a).
De este modo, en su tesis doctoral Dorsey describió técnicas de excavación modernas y ad hoc para su época, se interesó por la descripción de los contextos de las tumbas y cómo estaban organizadas internamente y de qué materiales estaban compuestos, generó tipologías de tumbas y artefactos, e incluso realizó estudios de iniciales de antropología física. Además, Dorsey realizó mapas, croquis y dibujos de sus contextos y artefactos hallados, presentó fotografías de rasgos arquitectónicos, tumbas y artefactos, e incluyó tablas al final de su tesis. Resulta interesante, además, su intento de ofrecer una cronología relativa al sitio y un ensayo de cuantificación demográfica. Más importante aún es que existía una teoría social detrás de sus explicaciones de tipo evolucionista social, la cual encajó muy bien con la puesta en escena de sus descubrimientos expuestos en la WCE.
La Exposición Universal de Chicago y las necrópolis de Ancón
Desde mediados del siglo diecinueve, las exposiciones universales fueron la vitrina de los países desarrollados para exhibir ante el mundo sus avances económicos, científicos y tecnológicos, además de sus riquezas naturales (Bennett Reference Bennett1995; Hollengreen et al. Reference Hollengreen, Pearce, Rouse and Schweizer2014; Rydell Reference Rydell1984). Los gobiernos organizadores de las exposiciones universales convocaron a los gobiernos de otros países para exponer en sus pabellones sus respectivas riquezas naturales y culturales (Bedoya Reference Bedoya and Tauzin-Castellanos2019; Egan Reference Egan2010; Schuster Reference Schuster2018). Adicionalmente, las exposiciones universales también fueron las vitrinas para exponer objetos antropológicos y arqueológicos de los países participantes (Díaz-Andreu Reference Díaz-Andreu2020; Kerr Reference Kerr2017; Schuster Reference Schuster2018). En paralelo con las exposiciones se celebraban congresos internacionales antropológicos para validar los conocimientos y hallazgos de la época (Hinsley Reference Hinsley, Hinsley and Wilcox2016b; Podgorny Reference Podgorny2009). La Exposición Universal de Chicago (WCE) siguió dicha tradición y, en este caso, se eligió como excusa la celebración de los 400 años del descubrimiento de América por Cristóbal Colón (Bedoya Reference Bedoya and Tauzin-Castellanos2019; Egan Reference Egan2010; Graff Reference Graff2020).
La WCE abrió sus puertas entre el 1 de mayo y el 30 octubre de 1893 en Chicago, ciudad ubicada en el norte de los EE.UU. a orillas del lago Michigan (Graff Reference Graff2020). La celebración de la WCE hizo evidente al mundo que Chicago era una metrópoli poderosa y que se había convertido en una de las ciudades más influyentes y atractivas en los EE.UU. De hecho, para esos años Chicago había llegado a ser la segunda ciudad más grande de ese país, después de Nueva York, con una población de 1.099.850 habitantes (Census Office 1891). Para dar una idea de la curiosidad y atención que recibió la exposición, durante los seis meses que se mantuvo abierta, se calcula que entre 12 y 16 millones de personas concurrieron a visitarla (Graff Reference Graff2012, Reference Graff2020). Definitivamente, la exposición fue un éxito a nivel económico y político, colocando a Chicago entre las ciudades más importantes e influyentes del mundo.
Asimismo, a nivel ideológico, la realización de la WCE supuso la consagración de una visión hegemónica en el mundo: la idea del progreso (Hinsley y Wilcox Reference Hinsley, Wilcox, Hinsley and Wilcox2016). Dicha visión asumida por las élites intelectuales de países desarrollados como los EE.UU. debía ser extendida a otros grupos sociales locales y extranjeros. De esta manera, se generaron espacios sociales de comparación entre las sociedades del mundo, en los cuales las exposiciones universales fueron uno de los principales instrumentos de divulgación de dicha ideología (Bennett Reference Bennett1995). Acompañando a la idea de progreso en las ciencias, se terminó por consolidar la teoría de la Evolución Social que, en los EE.UU., tuvo como mejor representante a Lewis Morgan (Harris Reference Harris1996; Huhndorf Reference Huhndorf2009; Trigger Reference Trigger2006). Dicha teoría social estuvo impregnada a lo largo de todo el planteamiento y materialización de la exposición de Chicago (Belovari Reference Belovari2013; Goode Reference Goode1892; Nickliss Reference Nickliss2018; Rydell Reference Rydell1984). Así, la WCE se convirtió en el espacio social en el que los visitantes comprobaban visual y materialmente la diferencia entre sociedades civilizadas-progresistas y sociedades salvajes-atrasadas. Por lo anterior, la comparación a nivel universal también debía presentar ejemplos de otros tipos de sociedades del mundo presente y pasado, tanto de los EE.UU. como de otros países.
Como la exposición también tenía como objetivo principal presentar el desarrollo tecnológico y los recursos naturales de otros lugares del mundo, 46 países fueron invitados y 19 de ellos construyeron sus propios pabellones dentro del recinto ferial (Martínez Reference Martínez Moreno1988; Sandweiss Reference Sandweiss1991). El Perú ya había asistido oficialmente a algunas exposiciones universales, tales como las de Londres (1851), Santiago de Chile (1875), Filadelfia (1876) y París (1878) (Heaney Reference Heaney2021; Quiñones Reference Quiñones2007). No obstante, debido a la Guerra del Pacífico (1879-1883) y sus profundas consecuencias económicas y políticas, Perú fue incapaz de repetir sus “respetadas presentaciones de 1876 y 1878”, e incluso su participación en la Exposición Universal de París de 1889 fue tan pobre que no mereció mayor comentario por los periódicos internacionales de la época (Schuster Reference Schuster2018:87). Para la década de 1890, en pleno proceso de reconstrucción nacional, existía un ambiente más optimista con respecto a la situación del estado peruano y la economía nacional comenzaba a mejorar, especialmente de la mano de empresarios privados (Pease Reference Pease1992; Thorp y Bertram Reference Thorp and Bertram1985). Un país como el Perú, con una larga tradición de suministrar recursos naturales en el pasado, especialmente minerales y guano, además de su tradición histórica con monumentos arqueológicos que cada vez eran más conocidos, era infaltable en esta cita internacional. De esta manera, la invitación oficial por parte de los organizadores de la WCE al gobierno peruano no se hizo esperar.
El gobierno peruano apoyó la propuesta de asistir a la WCE en 1891 y estableció una Junta Central, la cual estuvo presidida por el ingeniero Eduardo de Habich y compuesta por Eulogio Delgado, Ricardo Palma, Ricardo Rossel, Eugenio Larrabure y Unanue, Juan Federico Elmore, Ernest Malinowski y Samuel Palacios (Quiñones Reference Quiñones2007). Los personajes invitados a organizar la participación peruana eran o se convertirían en líderes dentro de su campo profesional en el Perú de finales del siglo diecinueve y comienzos del siglo veinte.
La Junta Central tenía el reto de acumular una importante cantidad de ejemplos de recursos naturales, productos acabados y muestras etnográficas o arqueológicas. Con el mismo objetivo, el gobierno peruano apoyó la tarea de la Junta Central (Quiñones Reference Quiñones2007:208). Como ha recordado Stefanie Gänger (Reference Gänger2014), en las principales ciudades del Perú existían colecciones privadas de antigüedades, especialmente generadas por parte de personajes de las élites urbanas del Perú que habían reunido una importante cantidad de objetos que incluían artefactos arqueológicos. Muchos de esos artefactos habían sido vendidos por sus dueños a coleccionistas o museos extranjeros antes de la guerra con Chile y durante la ocupación, pero otros permanecieron en el país. Por ello, no sorprende que: “uno de los primeros interesados en enviar sus muestras de cerámica antigua a la sección arqueológica fue José Lucas Caparó Muñiz” (Quiñones Reference Quiñones2007:208). Como veremos más adelante, otros coleccionistas peruanos también estuvieron vinculados a la celebración de la WCE, algunos de ellos prestando y poniendo en venta sus propias colecciones de objetos arqueológicos.
Pese a habérsele encomendado el encargo con tan poco tiempo, la Junta Central realizó una importante actividad y, para el 3 de enero de 1893, se informó que se había recolectado una importante cantidad de objetos arqueológicos y etnográficos (Quiñones Reference Quiñones2007). La ambición de la Junta Central organizadora de la participación del Perú en la WCE estuvo acorde con la de otros países del mundo e incluso planificó la construcción de un pabellón en el recinto ferial de Chicago (Quiñones Reference Quiñones2007). Lamentablemente, en el transcurso de los preparativos, por problemas en la recolección de una cantidad aceptable de productos representativos de todas las regiones peruanas y objetos arqueológicos y, sobre todo, por problemas en el financiamiento por parte del gobierno peruano, finalmente, se desestimó la construcción de un pabellón peruano y su participación oficial en la WCE (Quiñones Reference Quiñones2007; Schuster Reference Schuster2018). De este modo, la ambición inicial del estado peruano se desvaneció ante los siempre presentes problemas financieros y la falta de una política sólida de imagen internacional. Lo anterior también hace visible que, como se ha mencionado en otras partes, en ese momento el Perú no contaba con un verdadero museo de historia natural, historia, etnografía o arqueología al cual se podría haber recurrido para obtener colecciones para exponer (Kania Reference Kania2010).
De esta manera, el trabajo de recolección de objetos etnográficos y arqueológicos en el Perú realizado por Dorsey vino a cubrir la ausencia de un pabellón peruano y la incorporación de objetos arqueológicos y etnológicos en las exhibiciones de la feria de Chicago. Los contextos arqueológicos de las necrópolis de Ancón excavados por Dorsey se expondrían como una reconstrucción realista en el Edificio de Antropología.
Las necrópolis de Ancón en Chicago
El Edificio de Antropología se encontraba en el extremo sureste del recinto de la monumental Exposición Universal de Chicago (Figura 5). Se trataba de un edificio modesto y sobrio en comparación con los edificios principales del recinto. El edificio reunía una serie de artefactos creados y utilizados por poblaciones americanas prehistóricas e históricas, especialmente de las poblaciones indígenas americanas (Boas Reference Boas, Hinsley and Wilcox2016 [1893]). Con respecto a las colecciones andinas albergadas en el Edificio de Antropología, el catálogo oficial de la feria describía que: “Bordeando estas exposiciones están las de Sudamérica, las cuales incluyen las colecciones obtenidas de las extensas exploraciones realizada por el Departamento en Ecuador, Chile, Perú y Bolivia, que ilustran las artes de muchas de las tribus actuales del interior. El antiguo cementerio peruano en Ancón se reproduce aquí de manera realista.” (Putnam y Handy Reference Putnam and Handy1893:12; traducción nuestra).

Figura 5. Edificio de Antropología de la Exposición Universal de Chicago (tomado del Field Museum Library, dominio público).
De esta manera, los materiales arqueológicos que recolectó y excavó Dorsey tan esmeradamente en el Perú tuvieron como destino dicho edificio (Figuras 6-8). Así, por ejemplo, Mark Stevens escribió sobre el Edificio de Antropología y, en especial de la sección correspondiente al Perú que Dorsey había montado gracias a sus hallazgos de Ancón, lo siguiente:
Una exhibición, llamada el cementerio peruano, mostraba sus restos momificados encontrados en sus montículos. Estos individuos habían sido enterrados sentados y rodeados de sus artesanías. Sus obras mostraban civilización avanzada. Su cerámica tenía una forma elegante y artísticamente decorada en patrones coloridos. Sus hamacas eran de tan buena calidad de hilo y cuerda, como las que se hacen ahora; su tejido era fino, con bordados en patrones peculiares [Stevens Reference Stevens1895:235; traducción nuestra].

Figura 6. Recreación de las necrópolis de Ancón en el Edificio de Antropología de la WCE (cortesía del Peabody Museum of Archaeology and Ethnology, Harvard University, PM 2004.24.28011D).

Figura 7. Recreación de contextos funerarios de Ancón en el Edificio de Antropología de la WCE (cortesía del Peabody Museum of Archaeology and Ethnology, Harvard University, PM 2004.24.587).

Figura 8. Recreación de contextos funerarios de Ancón en el Edificio de Antropología de la WCE (cortesía del Peabody Museum of Archaeology and Ethnology, Harvard University, PM 2004.24.698).
Sin duda, la reconstrucción del cementerio de Ancón generó un gran impacto en los diferentes visitantes al Edificio de Antropología de la WCE. El detallado registro que realizó Dorsey en el momento de su excavación, tomando en cuenta el contexto arqueológico, respaldándola con sus notas de campo, croquis, dibujos y fotografías, le posibilitó la reproducción en detalle de la asociación entre los restos humanos y sus ajuares obtenidos de las necrópolis de Ancón, así como ofrecer al visitante una idea del entorno inmediato en el que se habían llevado a cabo sus hallazgos. De esta manera, Dorsey cumplió con creces su encargo e hizo posible que se brindase una atracción que superó a las demás colecciones de ese edificio, las cuales muchas veces se trataban de objetos y restos humanos aislados de su contexto arqueológico original (Heaney Reference Heaney2017).
Adicionalmente, el coleccionista peruano Emilio Montes, que se encontraba por esos días en Chicago, cedió piezas de su vasta colección para su exhibición en dicho edificio (Cushing Reference Cushing, Hinsley and Wilcox2016; Schuster Reference Schuster2018). Además, Montes asistió al Congreso Internacional de Antropología que se realizó a finales de agosto de 1893 en el mismo recinto ferial y presentó una ponencia sobre los incas (Wilcox Reference Wilcox, Hinsley and Wilcox2016). Pero al mismo tiempo, Montes trataba de vender su colección arqueológica, la cual constaba de 1.200 objetos, principalmente de filiación inca (Gänger Reference Gänger2014). Finalmente, en septiembre de 1893, dos meses antes de que cerrase la WCE, su colección fue comprada y terminó formando parte del naciente Museo Field (Bauer y Stanish Reference Bauer and Stanish1990). De este modo, el sueño de Putnam se hizo realidad cuando las colecciones etnológicas y arqueológicas reunidas para la WCE por él y los miembros de su equipo, entre ellos Dorsey, terminaron por formar la base para la fundación del Museo Field de Chicago.
Comentarios finales
Los trabajos de investigación y excavación de Dorsey en Sudamérica fueron significativos para el desarrollo de la arqueología de varios países, en especial para Perú y Ecuador. Los móviles para dichas actividades eran los mismos que los de otros investigadores contemporáneos, como Adolph Bandelier o Max Uhle, quienes también estuvieron a cargo de generar colecciones para sus respectivas instituciones científicas (Bandelier Reference Bandelier1910; Uhle Reference Uhle1903). Dorsey generó una metodología híbrida, combinando su saber occidental y las tecnologías/técnicas/prácticas locales, lo que aquí hemos denominado las tecnologías del huaquero.
Por otra parte, la carrera académica de Dorsey también se vinculó con el inicio de la arqueología como profesión en la Universidad de Harvard, una de las instituciones más importantes de la disciplina arqueológica en la costa este de los EE.UU. Así, la carrera de Dorsey se articuló con las intenciones y agendas de diferentes instituciones norteamericanas, como la comisión organizadora de la WCE y el departamento de antropología de la Universidad de Harvard. Junto a una serie de investigadores, como su jefe directo Frederic Putnam y Franz Boas, aportó a los cimientos de la arqueología científica y profesional norteamericana y, en especial, al recientemente fundado departamento de antropología del Museo Field de Chicago.
Como muchos de sus contemporáneos, la visión de Dorsey sobre la sociedad humana estaba sustentada en la teoría del evolucionismo social (Hinsley y Wilcox Reference Wilcox, Hinsley and Wilcox2016; Nickliss Reference Nickliss2018). La concepción de los mismos organizadores de la WCE tomó como visión científica y tecnológica dicha perspectiva y la volcó en un discurso mucho más accesible y popular (Goode Reference Goode1892; Hinsley y Wilcox Reference Hinsley, Wilcox, Hinsley and Wilcox2016; Nickliss Reference Nickliss2018). Los visitantes a la Exposición de Chicago retornaban asombrados a sus hogares tras haber visto las magníficas invenciones y logros de los EE.UU. y otros países desarrollados, las cuales resaltaban mucho más cuando se les comparaba con la vida y producciones de otras sociedades y países del presente y del pasado.
A nivel metodológico, es importante reconocer que los trabajos de Dorsey fueron pioneros en la utilización de las técnicas de registro y excavación de la época. En el Perú, Dorsey también halló una importante tradición de coleccionismo de antigüedades y excavación de sitios arqueológicos llevados a cabo con tecnologías tradicionales. De hecho, incorporó a los expertos locales y las tecnologías que habían desarrollado en sus propias investigaciones en las necrópolis de Ancón. Dicha estrategia le permitió obtener y acumular los contextos funerarios deseados por él mismo y por encargo de Putnam.
La necesidad de reproducir cuidadosamente los contextos arqueológicos de las necrópolis de Ancón en la WCE de Chicago lo obligó a ser muy meticuloso. La impresión que dieron estas reproducciones a los visitantes fue muy profunda, como muchas de las crónicas de la época relatan. Desde entonces, también se comenzó a sustentar empírica y científicamente la noción de una profunda antigüedad de la civilización peruana. Pero a la vez, esta y otras exhibiciones arqueológicas consolidaron la idea de exotismo y de un pasado idealizado de la civilización peruana. Todos estos fueron elementos primordiales para la consolidación de la idea del esplendor y antigüedad de los pueblos prehispánicos, especialmente del Perú. Como parte del coleccionismo de la época, la acumulación de objetos y momias continuó las prácticas de su época y sirvieron como testimonios tangibles de la capacidad de los organizadores de la exposición para poder movilizar recursos económicos, políticos e intelectuales. Como parte de las prácticas arqueológicas colonialistas norteamericanas, este es un claro ejemplo de lo que ocurría en varias zonas de los Andes durante esa época (Díaz-Andreu Reference Díaz-Andreu2007; Egan Reference Egan2015; Heaney Reference Heaney2017, Reference Heaney2021; Trigger Reference Trigger1984). Pero además, es importante resaltar que los mismos organizadores de la fallida Junta Central organizadora de la participación del Perú en la WCE también estaban alineados en similares objetivos, aunque a un nivel más local. La Junta Central llegó a acumular una importante cantidad de objetos arqueológicos y etnográficos. De hecho, las élites intelectuales peruanas estaban en consonancia con la visión hegemónica en el mundo. No obstante, la falta de apoyo económico del gobierno peruano imposibilitó presentar una imagen propia del país en el extranjero, aunque suponemos que, de haberse dado, esta no habría distado mucho de la que se presentó finalmente en la exposición (Bedoya Reference Bedoya and Tauzin-Castellanos2019). Los intelectuales peruanos reproducían los discursos progresistas, racistas y extractivistas instalados en las prácticas y discursos hegemónicos.
Los trabajos de Dorsey estuvieron atravesados por todas estas cuestiones institucionales, económicas, políticas, ideológicas, sociales y hasta personales. Su trabajo fue significativo en la consolidación de la visión evolucionista social en los EE.UU. que luego se hizo mucho más extendida en el mundo. Asimismo, la manera en que se llevó a cabo el coleccionismo y la exhibición de los artefactos, restos humanos arqueológicos e incluso indígenas vivos influyó a otros investigadores e instituciones norteamericanas (Heaney Reference Heaney2017; Nickliss Reference Nickliss2018).
Las relaciones entre intelectuales norteamericanos, europeos y latinoamericanos, las instituciones que los respaldaban y sus agencias sobre los restos arqueológicos, además de los vínculos y agendas personales y hasta el mismo azar, son campos relevantes para entender la formación de la disciplina arqueológica y, sobre todo, la manera en que se generó la visión global y local sobre los pueblos andinos prehispánicos e históricos. Dorsey contribuyó en todos esos campos y estuvo inmerso en todas esas situaciones que aún quedan por investigar en mayor profundidad para comprender la vida pública y privada de los investigadores dedicados a la arqueología a finales del siglo diecinueve.
Agradecimientos
A John Rick, quien me facilitó una copia de la tesis doctoral de Dorsey. A Leticia Quiñones Tinoco, por su manuscrito y sus comentarios sobre las Exposiciones Universales y la participación del Perú. A Christopher Heaney, Irina Podgorny y Margarita Díaz-Andreu, por su apoyo, bibliografía y comentarios constructivos; y a los revisores anónimos que ayudaron a mejorar la versión original de este manuscrito.
Declaración de disponibilidad
No se utilizaron datos originales en este trabajo.