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Paisajes mineros y modos de vida en el norte de Mendoza, Argentina (S. XIX-XX). OSVALDO H. SIRONI. 2020. BAR International Series 2892. British Archaeological Reports, Oxford. xvi + 176 pp. 91 figs. $98.00 (paperback), ISBN 978-1-4073-5678-5.

Published online by Cambridge University Press:  11 December 2020

Daniel Schávelzon*
Affiliation:
Centro de Arqueología Urbana, Universidad de Buenos Aires
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Abstract

Type
Review
Copyright
Copyright © 2020 by the Society for American Archaeology

Es un libro que trata sobre las condiciones de vida de los mineros que trabajaron en Mendoza, Argentina, entre finales del siglo XIX e inicios del XX. Todo estudio de arqueología histórica de Sudamérica es bienvenido. En este caso son dos grupos de estructuras ubicadas en la región de montaña.

El libro es el resultado de una tesis universitaria y adolece de las virtudes y defectos al ser la adaptación de un estudio para una evaluación universitaria. Se muestra como un requisito a cumplir y no como resultado de un proyecto de investigación. Fue extendido con información y fotos no significativas (Figuras 39, 57, 59 y 73 son las más obvias) y el cincuenta por ciento de las ilustraciones podrían haberse evitado.

Como en muchas tesis argentinas se necesita explicitar un marco teórico acorde con la ideología del curso. El autor se define como marxista cuyo método es el materialismo histórico y la primera referencia es a Karl Marx. Eso no es criticable sino porque no es ni habitual ni necesario en este tipo de publicación, o si se cree que hacer arqueología social es estudiar grupos no bien visibilizados, lo que supone que no lo hacen otras arqueologías. Parece un texto de la década de 1970. ¿Estudiar la cultura material de los mineros es hacer una arqueología marxista? Creemos que es una postura superada en América Latina. Cuando en 1994 estuvo aquí Luis Lumbreras, fundador de la Arqueología Social, en el XV Congreso Nacional de Arqueología, dijo que aquellas ideas eran representativas de la época —el buscar a los grupos marginados o sus condiciones de trabajo era algo ya incorporado a la arqueología— y que no existe un método arqueológico marxista ¿Hay en este libro algo que lo diferencie de otros que no son materialistas históricos?

La edición de BAR ayuda a la presentación del libro y las fotografías de los lugares en la montaña son asombrosas, pero esto no es turismo. La minería en Argentina ha sido poco estudiada desde la arqueología y en eso es un aporte. El libro está bien ordenado, aunque visto en el contexto internacional resulta un trabajo estudiantil. No hay ni hipótesis claras, ni explicación de por qué se estudian esas dos minas —ni si hay otras— ni la justificación de la elección. En total excavó o sondeó 11 m cuadrados sumados los dos lugares: ¿eso permite estudiar formas de vida territoriales? Varias de las cuadrículas tienen 20 cm de profundidad y un nivel estratigráfico, pero se les dedican dos ilustraciones a cada una. La Figura 39 parece mostrar la falta de técnicas académicas.

El estudio, más allá de su definición metodológica, es otro caso de arqueología histórica. Pero en éste la historia es determinante, aunque no hay fuentes primarias. No se usan documentos de archivo. ¿Se estudian los grupos sociales que actuaban parcialmente fuera de las empresas porque no figuran en los relatos escritos? ¿En cuáles? Al no revisar documentación de archivo no sabemos si los vacíos existen, y tampoco si son de los documentos o de la historiografía.

El problema del libro lo presenta lo reducido del trabajo arqueológico: menos del diez por ciento del volumen y la mayor parte son ilustraciones. No hay planos de los conjuntos en su entorno; se ilustran objetos que no aportan nada; no hay evidencia de estudios por flotación, análisis de sedimentos, restos botánicos u objetos menores; no hay mapas territoriales o de dispersión minera.

La sección que genera expectativas es la de los asentamientos por la dimensión geográfica del “paisaje de la minería”. Esta sección, que sólo habla de arquitectura, se basa en una interpretación que podría ser discutida, si valiera la pena hacerlo, alejada de los estudios actuales de la arquitectura histórica. Se usa un modelo teórico sin probada validez, el que no generó interés más que a un autor hace 30 años. El desconocimiento sobre la interpretación de la arquitectura es un problema serio. Es cierto que hay pocos estudios en el país, pero para un historiador de la arquitectura esas deducciones son obviedades disfrazadas de estructuras complejas —errores por penetrar en otros campos del conocimiento.

Todo aporte a la arqueología histórica en Sudamérica es bienvenido y entendemos las dificultades para hacer arqueología, la falta de presupuesto y los esfuerzos individuales de los estudiantes. Pero cuando los resultados son presentados en forma internacional la crítica se hace en el nivel al cual se enfrenta el autor. Esos pocos metros cuadrados excavados no han sido un aporte a la arqueología de la minería más allá de llamar la atención sobre la región. Si el objetivo hubiera sido de menor escala —quizás la arquitectura de dos sitios y su correlato material— sería diferente, pero no hubiera sido aceptada como tesis. La realidad ideologizada local le exigió la presencia de temáticas con compromiso político explicitadas, que el título sea de una problemática de rango amplio, que cubra modos de vida, ocupación de territorios y grupos minoritarios o marginados. Quizás a nivel internacional se debió obviar esas consideraciones universitarias. Este libro se suma a los estudios que algún día lograrán dar una explicación amplia de la vida en la región desde los inicios de la explotación minera. Sirve, y muy bien, para aumentar el interés por la arqueología en la región cordillerana de Sudamérica y sus grandes posibilidades.