Las comunidades canoeras de la región de Magallanes (Chile) y, en específico, del mar interior de Última Esperanza, forman parte de los escasos grupos humanos que consiguieron mantener una estrategia de subsistencia cazadora-recolectora-pescadora hasta prácticamente nuestros días. El estudio de su historia, sólo posible a partir de la arqueología, es fundamental para comprender la diversidad de estrategias desarrolladas por estas sociedades, especialmente en ambientes litorales.
El extremo austral de América se extiende latitudinalmente desde el sur de la isla de Chiloé (43°50'S) hasta el cabo de Hornos (56°S). En dicha geografía dominan, junto a una multitud de islas y canales, amplios senos y golfos denominados mares interiores. Las características ecológicas y geomorfológicas de estos sistemas semicerrados los convierten en un área de sumo interés arqueológico para la investigación de sociedades cazadoras-recolectoras y, en particular, de sus estrategias de movilidad y navegación. El mar interior de Última Esperanza se distribuye a lo largo de un ecotono con alta diversidad de recursos marinos y terrestres, y constituye una encrucijada en las rutas de navegación de las poblaciones canoeras históricas, conectando el seno Skyring —y, por ende, el estrecho de Magallanes— con los canales de la Patagonia occidental (Laming-Emperaire Reference Laming-Emperaire1972).
La investigación arqueológica del archipiélago fuego-patagónico se ha centrado históricamente en el canal Beagle, el sector central del estrecho de Magallanes y los senos Otway y Skyring (Bird Reference Bird1938; Legoupil Reference Legoupil2000, Reference Legoupil2003; Legoupil y Fontugne Reference Legoupil and Fontugne1997; Orquera y Piana Reference Orquera and Piana1999; Ortiz-Troncoso Reference Ortiz-Troncoso1979; Rivas et al. Reference Rivas1999). Estos sitios han proporcionado evidencias de ocupación humana desde el Holoceno medio (San Román et al. Reference San Román, Reyes, Morello, Torres, Bjerck, Breivik, Fretheim, Piana, Tivoli, Zangrando and Skar2016). Las primeras evidencias de ocupación en el interior continental de Última Esperanza tienen al menos 12.000 años de antigüedad. Se caracterizan por asentamientos en cuevas y aleros de cazadores terrestres (Martin y Borrero Reference Martin and Borrero2017; Prieto et al. Reference Prieto1991). Entre el Último Máximo Glacial y el Holoceno toda el área estuvo cubierta por un lago proglacial cuyo nivel de costa fue decreciendo, desde una cota superior a los 150 m snm hasta los 70 m snm en torno a los 12.000 cal aP (Stern et al. Reference Stern, Moreno, Villa-Martínez, Sagredo, Prieto and Labarca2011). Alrededor de los 10.300 cal aP comenzó la fase final de drenaje del paleolago, con un nivel de terraza de 20-30 m snm, lo que inició la configuración del actual golfo Almirante Montt. La explotación de recursos marinos comienza a documentarse entre 7400 y 5100 aP en algunos sitios, aunque ha sido interpretado como incursiones de cazadores-recolectores terrestres hacia los canales (Sierpe et al. Reference Sierpe, Prieto, Huidobro and Stern2009).
La aparición en el golfo Almirante Montt de grupos cazadores-recolectores-pescadores enfocados a la explotación de un ambiente litoral se sitúa entre los años 5000 y 3000 aP (Legoupil y Pigeot Reference Legoupil and Pigeot2009). Hasta el momento, la búsqueda de sitios arqueológicos se ha centrado en la costa de la península Antonio Varas y en la isla Focus. El número de dataciones publicadas es muy reducido: 3750 ± 30 y 3560 ± 40 aP (isla Humberto; San Román et al. Reference San Román, Reyes, Morello, Torres, Bjerck, Breivik, Fretheim, Piana, Tivoli, Zangrando and Skar2016); 2650 ± 90 aP (isla Focus; Legoupil et al. Reference Legoupil, Christensen, Langlais, Lepetz and Salas2003); 1480 ± 30 (Bahía La Coruña; San Román et al. Reference San Román, Reyes, Morello, Torres, Bjerck, Breivik, Fretheim, Piana, Tivoli, Zangrando and Skar2016). La evidencia canoera reciente se limita al hallazgo de restos humanos infantiles en un alero rocoso con arte rupestre del seno Última Esperanza datado en 250 ± 65 aP (Legoupil et al. Reference Legoupil, Alfredo and Pascal2004).
El registro etnohistórico de Última Esperanza es reducido, remontándose al encuentro de grupos canoeros en enero de 1558, durante la exploración de Juan Ladrillero (Reference Ladrillero1880). En abril de 1830, aunque no se avistó presencia indígena, la expedición hidrográfica inglesa comandada por Philip Parker King y Robert Fitz-Roy halló un campamento abandonado relativamente reciente, con grandes chozas y múltiples evidencias de construcción de canoas de corteza (Fitz-Roy Reference Fitz-Roy1839). En la última década del siglo diecinueve, colonos y estancieros informaron de la presencia puntual de canoeros (Martinic Reference Martinic1989). Durante la primera mitad del siglo veinte, las familias canoeras sobrevivientes fueron forzadas a la sedentarización y radicaron en Puerto Natales o Puerto Edén.
Considerando las escasas evidencias de ocupación humana en la zona, Laming-Emperaire (Reference Laming-Emperaire1972) propuso una dinámica de ocupación de los archipiélagos occidentales caracterizada por un área central casi desierta. A los flancos de esta área vacía, incluyendo los mares interiores de Última Esperanza y Skyring, se encontraría un poblamiento disperso y de baja densidad. Trabajos más recientes han demostrado, por el contrario, la existencia de un poblamiento importante en el seno Skyring, especialmente en el sector central (Legoupil Reference Legoupil2000). La evidencia hallada en esta zona, pero también más al norte, en Puerto Edén y en la costa sur del canal Messier (Curry Reference Curry1991), ha puesto de manifiesto el peso que tienen las diferentes estrategias de movilidad ligadas a la navegación y la explotación de recursos, incluyendo variaciones estacionales, para interpretar adecuadamente la dinámica de ocupación, especialmente durante el Holoceno tardío.
En este trabajo se presentan los resultados de recientes trabajos arqueológicos en la isla Diego Portales, en el sector occidental del golfo Almirante Montt. La integración de estos resultados en el registro arqueológico, etnográfico e histórico del mar interior de Última Esperanza y de otras áreas del archipiélago Fuego-Patagonia, permitió, en primer lugar, caracterizar el poblamiento en el área de estudio; en segundo lugar, evaluar cómo las características ecológicas y geotopográficas del área de estudio influyeron en las estrategias de subsistencia y el patrón de asentamiento documentado. Finalmente, discutir las estrategias de movilidad canoeras a partir de los resultados y de los modelos propuestos para otras áreas de los archipiélagos occidentales.
Materiales y métodos
El noreste de la isla Diego Portales
La isla Diego Portales (52°00′S, 73°00′O; Puerto Natales, Última Esperanza, región de Magallanes y Antártica Chilena) se ubica al oeste del golfo Almirante Montt (Figura 1). Está orientada NNE–SSO y tiene una superficie aproximada de 170 km2 y 90 km de costa. En su eje longitudinal alcanza los 24 km y en su mayor ancho, los 9 km. Cabe destacar que el paisaje de la isla cambia sustancialmente a un lado y otro del meridiano 73°. Aunque el oeste representa la mayor extensión total de la isla, existen elevaciones notables de hasta 1.100 m snm, al este el relieve desciende a menos de 50 m snm en la punta noreste de la isla. Esta punta se caracteriza por una costa sinuosa que forma varias bahías protegidas de poca profundidad, entre las cuales la más grande es la denominada Bahía Easter.

Figura 1. Ubicación de la isla Diego Portales y sitios arqueológicos documentados en el área prospectada, con indicación de las paleoterrazas marinas más recientes. Fuente: imagen satelital Esri, DigitalGlobe, GeoEye, i-cubed, USDA FSA, USGS, AEX, Getmapping, Aerogrid, IGN, IGP, swisstopo, y la comunidad de usuarios de GIS; mapa elaboración propia. (Color en la versión electrónica)
En términos ecológicos, esta zona marítima se caracteriza por un clima templado-frío con gran humedad, con frecuentes y fuertes vientos del oeste del Pacífico. A consecuencia, la vegetación arbórea sólo prospera en las partes abrigadas del viento, mientras en las zonas expuestas sólo prevalecen plantas achaparradas (Fuenzalida Reference Fuenzalida1950). En los ecosistemas forestales de la punta noreste de Diego Portales destacan los llamados bosques mixtos de coigüe de Magallanes (Nothofagus betuloides), canelo (Drimys winteri) y traumen (Pseudopanax laetevirens), ubicados bajo los 100 m snm (Luebert y Pliscoff Reference Luebert and Pliscoff2006). Se caracterizan por sus suelos orgánicos con acumulación de turba en el primer horizonte y cubiertos por una gruesa capa de detritus de hojarasca y madera en distintos estados de descomposición (Promis et al. Reference Promis, Cruz, Reif and Gärtner2008). Igualmente importante es la presencia de ciprés de las Guaitecas (Pilgerodendron uviferum), establecido principalmente en las laderas de mayor pendiente; de musgo (Sphagnum sp.), en las turberas; y de fuinque (Lomatia ferrugínea), presente en la estrata arbustiva en zonas semi-abiertas del bosque. Destaca también la presencia de tepú (Tepualia stipularis) y michay (Berberis ilicifolia) en zonas ecotonales entre bosque y turba, así como de zarapito (Myrteola nummularia), cuyos frutos comestibles se encuentran en los ecosistemas de turba.
Un reciente monitoreo de biodiversidad en el golfo (Capella y Gibbons Reference Capella and Gibbons2019) ha documentado en las inmediaciones de la isla cuatro especies de mamíferos marinos: lobo marino común (Otaria flavescens), lobo fino austral (Arctocephalus australis), delfín austral (Lagenorhynchus australis) y delfín chileno (Cephalorhynchus eutropia). Existe abundancia y diversidad de aves marinas y costeras, registrándose un total de 18 especies distintas. Destacan tres especies de cormorán (Phalacrocorax atriceps, brasilianus, magellanicus), el petrel gigante (Macronectes giganteus), el albatros ceja negra (Talassarche melanophris), el quetro no volador (Tachyeres pteneres) y la caranca (Chloephaga hybrida). Entre los peces de la zona se encuentran el róbalo (Eleginops maclovinus) y el pejerrey (Odontesthes hatcheri). Entre los moluscos destaca la presencia de choritos (Mytilus chilensis), lapas (Fisurella picta), mauchos (Nacella magallanica), almejas (Mulinia edulis), chitones (Chiton magallanicus) y ostiones (Chlamys patagónica, Ch. vitrea).
Métodos
En el año 2019 se realizó una campaña de prospección y excavación en el noreste de la isla Diego Portales (Figura 1). En un área de 4 km2, se prospectaron a pie y a diferentes altitudes los 12 km de línea de costa. También se realizaron tres transectos este–oeste en el bosque detrás de la bahía principal. Aparte de la inspección visual, se usó un barreno manual de 3,2 cm de diámetro para confirmar y delimitar los montículos de conchal encontrados. En paralelo, se excavó una cuadrícula de 1 m2 en Bahía Easter 1 y dos cuadrículas de 1 m2 en Bahía Easter 2 (en adelante BE1 y BE2, respectivamente). Estos dos sitios habían sido previamente localizados en una breve visita a la isla en 2017. Las excavaciones fueron realizadas decapando por niveles artificiales de 10 cm y siguiendo la estratigrafía natural hasta la aparición de un sustrato estéril. Todo el sedimento extraído durante la excavación fue tamizado in situ con un tamiz de 0,5 mm de malla. Además, se recogieron muestras de sedimentos para ser tratados mediante la técnica de flotación. Para la fracción pesada se empleó una malla de 2 mm, y para la fracción liviana se utilizó una tela fina de 0,25 mm.
Los materiales recuperados durante la excavación fueron analizados con procedimientos estandarizados para cada categoría. En el caso de los restos de fauna se llevó a cabo la determinación anatómica y taxonómica. Se utilizaron diversos atlas y artículos científicos de anatomía animal (Borella et al. Reference Borella and Vales2018; Cohen y Serjeantson Reference Cohen and Serjeantson1996; Izeta et al. Reference Izeta, Srur and Labarca2012; L'Heureux y Borella Reference L'Heureux and Borella2011) y se consultaron las colecciones de referencia del Museo de Historia Natural Río Seco (Punta Arenas, Chile) y del Laboratorio de Arqueozoología de la Universidad Autónoma de Barcelona (col. Dr. Jordi Estévez). Cuando los restos no pudieron ser determinados debido a su estado de preservación y grado de fragmentación, se utilizaron las categorías generales establecidas a partir de la talla de los animales (grande, mediano y pequeño) y en base a la morfología de los diferentes huesos del esqueleto (hueso largo y hueso plano). Se siguió Lefèvre (Reference Lefèvre1989) para la estimación de la edad en las aves. Como unidades de cuantificación, se utilizó el número de restos (NR) y el número mínimo de individuos (NMI) representado para cada especie. Se registraron alteraciones de carácter natural tales como agentes biológicos, químicos y atmosféricos (Behrensmeyer Reference Behrensmeyer1978; Binford Reference Binford1981; Lyman Reference Lyman1994); y alteraciones/modificaciones de carácter antrópico, como son las marcas de carnicería realizadas durante la adquisición, procesado y consumo de los animales (Binford Reference Binford1981; Lyman Reference Lyman1994; Mengoni Reference Mengoni1999), y las termoalteraciones producidas durante la cocción del animal (Buikstra y Swegle Reference Buikstra, Swegle, Bonnichsen and Sorg1989; Mengoni Reference Mengoni1999).
Los restos antracológicos se analizaron siguiendo los procedimientos estandarizados para la determinación taxonómica. Los planos anatómicos transversal, tangencial y radial se prepararon mediante fractura manual y fueron observados con un microscopio óptico de luz reflejada con aumentos de 5 a 50×. La determinación anatómica se llevó a cabo a partir de la colección de referencia de madera actual del Laboratorio de Antropología del CADIC-CONICET (Ushuaia, Argentina) y del material bibliográfico específico (Andreoni Reference Andreoni2014; Caruso Reference Caruso2013; Ciampagna Reference Ciampagna and Mena2016; Piqué Reference Piqué1999; Wagemann Reference Wagemann1949). Los diámetros de la madera se estimaron a partir de la curvatura del carbón siguiendo el método cualitativo de Marguerie y Hunot (Reference Marguerie and Hunot2007).
Finalmente, en el caso de los restos líticos, se consideró la evaluación de variables tipológicas, petrológicas, tecnológicas y funcionales (Andrefsky Reference Andrefsky1998). Se hicieron observaciones con lupa de bajo aumento (30×) para ayudar a la identificación de la materia prima y evaluar daños en los bordes y rasgos de las piezas.
Resultados
Las prospecciones registraron ocho conchales arqueológicos (Figura 1). Cuatro de ellos en la costa noreste (BE1 a BE4), tres al norte y uno al sur de Bahía Easter. Los otros cuatro conchales se ubican en la costa oeste, cerca de la entrada norte de la angostura White (W1 a W4). En general, los sitios se encuentran en la primera línea del bosque, a unos 15-30 m de la playa, con la excepción de W1, a tan sólo 4 m, y BE1, a unos 60 m de la línea de alta marea. Todos ellos se localizan junto a playas estrechas, en lugares protegidos del viento dominante del oeste, a veces al pie o entre taludes o paredes rocosas. Los sitios W4 y BE4 se sitúan en la costa protegida de un estrecho istmo. Además de estos sitios, la prospección permitió caracterizar el bosque actual y documentar vestigios de ocupación humana reciente vinculada a explotación ganadera y pesca.
El sitio BE1 se localiza cerca de una bahía, en el interior de un bosque costero, frente a la isla Angelotti (Figura 2). Se trata de un conjunto de montículos de conchal en un área de 403 m2, delimitado por una pared rocosa al oeste que lo protege del viento, y un turbal al este donde se puede obtener agua fresca. El montículo más alto alcanza 1,6 m sobre el nivel inferior del conchal. El área excavada está situada al este del montículo más elevado. La potencia estratigráfica es de 32 cm de profundidad y se documentan tres estratos arqueológicos. El Estrato 2 ha proporcionado un gran número de restos de moluscos caracterizados por un alto grado de fractura y degradación de la superficie. Entre éstos se ha podido identificar la presencia de bivalvos (choritos, almejas, ostiones patagónicos), gasterópodos (lapas, mauchos) y chitones. Las dataciones radiocarbónicas han proporcionado un fechado en el Estrato 1 de 251-20 cal aP y en el Estrato 2 de 904-724 cal aP (Tabla 1).

Figura 2. (A) Vista panorámica del sitio Bahía Easter 1; (B) estratigrafía de BE1-U1; y (C) perfil topográfico del sitio. (Color en la versión electrónica)
Tabla 1. Dataciones de Bahía Easter 1 y 2.

Nota: Dataciones de radiocarbono calibradas con el programa OxCal 4.4, usando SHCal20 (Hogg et al. Reference Hogg, Heaton, Hua, Palmer, Turney, Southon and Bayliss2020).
El sitio BE2 se localiza al norte, a 6 m de una pequeña caleta. Se trata de dos montículos de conchal con una superficie total de 234 m2, situados sobre un terreno con pendientes moderadas y cubierto por un bosque denso de Nothofagus (Figura 3). Estos montículos tienen una forma alargada y estrecha, alcanzando cerca de 10 cm sobre el nivel del suelo actual y hasta 75 cm sobre la paleoplaya de guijarros (Figura 4). En las dos unidades excavadas se documentó un denso depósito de conchas de unos 40-50 cm de potencia (Estrato 2) compuesto por moluscos bivalvos (choritos, almejas, ostiones patagónicos) y gasterópodos (lapas, mauchos). Las dataciones radiocarbónicas han proporcionado un fechado de 1700-1539 cal aP y de 1872-1707 cal aP en la Unidad 1, y de 1045-812 cal aP y de 1993-1752 cal aP en la Unidad 2 (Tabla 1).

Figura 3. Vista de la excavación de BE2-U1 y topografía del sitio Bahía Easter 2, con indicación de las unidades excavadas. (Color en la versión electrónica)

Figura 4. Estratigrafía de las unidades excavadas en Bahía Easter 2. (Color en la versión electrónica)
Las excavaciones permitieron recuperar y analizar un total de 2.419 restos de fauna, 301 restos antracológicos y 4 restos líticos. En general, el conjunto de restos de fauna de BE1 y BE2 presenta una alta diversidad taxonómica (Tabla 2). Las aves representan el 70% del total de restos analizados y un 55% del NMI. En ambos sitios destacan las aves marinas, como el cormorán de las rocas, o de hábitos acuáticos, como el quetro volador y no volador. Se han podido identificar hasta cinco taxa más de aves marinas o acuáticas, ya sea en BE1 o BE2, siempre en muy baja frecuencia (Figura 5). El huemul (Hippocamelus bisulcus), el mamífero terrestre de mayor tamaño en el área es el mamífero de mayor importancia en todos los estratos. Aunque mucho menos importantes cuantitativamente, el lobo marino y el delfín, o pequeños mamíferos acuáticos como la nutria y el copio (Myocastor coypus), completan la lista de mamíferos identificados. Una excepción es el lobo en BE1, donde representa el 10% de los restos del sitio. A la inversa, aunque en BE1 sólo se ha recuperado un resto de pescado, en BE2 los restos de pescado son numerosos (13%-20%). Debido a su alta fragmentación sólo se ha podido documentar el róbalo a partir de 10 fragmentos de vértebra.

Figura 5. (A) Frecuencia relativa (% NR) y NMI de los principales taxa de fauna; y (B) número de restos por especie y nivel/estrato. Las siluetas indican frecuencias inferiores a cinco restos.
Tabla 2. Número de restos de fauna (NR) y número mínimo de individuos (NMI) en BE1 y BE2.

a Individuos adultos, excepto cuando se indican juveniles (juv).
En los restos de fauna de ambos sitios predominan los estadios de meteorización bajos (entre 0 y 1), mientras que un 7% muestra un estadio de 2. En cuanto a las modificaciones de carácter antrópico, se documentan en BE1 (12%) y, en menor medida, en BE2 (3%-6%). Por un lado, se han detectado marcas de descarne en las diáfisis, de desarticulación de la carcasa animal en las epífisis y termo-alteraciones. La mayoría de éstas se observaron en los taxa con frecuencias absolutas más altas, en el cormorán y el huemul, aunque también en el resto de los mamíferos y aves, con la excepción de los restos esporádicos de petrel, albatros, huala (Pocideps major) y carpinterito (Picoides lignarius). También se documentaron marcas de pulido de la superficie ósea en algunos restos de ave (un punzón fino y otros objetos sin identificar), en huemul (un punzón y otro posible), lobo marino (un punzón y una punta de arpón) y ballena. En este sentido, cabe destacar que los únicos tres restos de ballena de BE1 y BE2 corresponden a fragmentos de costilla con evidencias de pulido y han sido interpretados como fragmentos de punta de arpón (Figura 6).

Figura 6. Industria ósea recuperada en BE1 y BE2. (A) Posible arpón sobre hueso de ballena; (B) punzones sobre hueso de ave (arriba) y de huemul (abajo). (Color en la versión electrónica)
El análisis antracológico muestra un predominio claro del taxón Nothofagus sp. (35%-55%) en ambos sitios (Tabla 3). Se identificaron cuatro taxa más en BE1 y seis taxa más en BE2, aunque todos ellos en porcentaje menor o esporádico (1%-14%). El análisis también muestra un porcentaje equivalente de alteraciones en ambos sitios del orden de 73%-86%.
Tabla 3. Taxa identificados por el análisis antracológico de BE1 y BE2.

Nota: Se presenta el número de restos (NR) y porcentaje (en paréntesis); alteraciones por deformación de los caracteres anatómicos (DE), hifas (HI), grietas de contracción (GR), insectos xilófagos (IN) y vitrificación (VI); curvatura fuerte (F), media (M), débil (D) y no determinable (ND).
Finalmente, los únicos restos líticos recuperados corresponden a cuatro lascas en el Estrato 1 de BE1, todas ellas sin huellas de uso, ni modificaciones en los bordes potenciales de trabajo. Las materias primas representadas son una roca silícea semi-traslúcida del tipo de la calcedonia y una roca ígnea oscura de grano fino.
Discusión
Un poblamiento del Holoceno tardío final en el noreste de la isla
La geología y geomorfología costera del archipiélago Fuego-Patagonia, y en particular el progresivo levantamiento isostático de las tierras que siguió a la retirada de los últimos glaciares, pudo implicar cambios en el poblamiento costero a lo largo del Holoceno, además de condicionar la visibilidad y preservación de los sitios (Reyes et al. Reference Reyes, Román, Morello, Bjerck, Breivik, Fretheim, Piana, Tivoli, Zangrando and Skar2016; Zangrando Reference Zangrando2018). Aunque la paleogeografía del golfo Almirante Montt es poco conocida, especialmente para los momentos posteriores a la conformación del golfo a inicios del Holoceno, parece seguir la dinámica general del archipiélago. Las evidencias más antiguas de poblamiento se corresponden con terrazas marinas de 5-10 m snm, mientras que en las terrazas bajas de 2-3 m se encuentra el poblamiento reciente (Legoupil et al. Reference Legoupil, Christensen, Langlais, Lepetz and Salas2003; San Román et al. Reference San Román, Reyes, Morello, Torres, Bjerck, Breivik, Fretheim, Piana, Tivoli, Zangrando and Skar2016). A pesar de que la prospección abarcó diferentes terrazas y sectores del bosque (Figura 1), y excepto en un caso, todos los sitios localizados en el noreste de Diego Portales están en la terraza inferior de 1-3 m snm. La única excepción es BE3, que presenta varios montículos de conchal situados cerca de la playa, pero también en la parte superior de un talud, a 4-5 m snm. Futuros trabajos arqueológicos en la isla deberán contrastar la antigüedad de este sitio.
Las dataciones radiocarbónicas obtenidas en BE1 y BE2 sostienen una cronología del Holoceno tardío final, a partir del 2000 aP. Asimismo, sugieren dinámicas de ocupación y procesos depositacionales diferentes en las tres unidades excavadas. En BE1 y BE2-U2 las dataciones reflejan un ritmo de acumulación de sedimento lento. Las fechas obtenidas muestran que en un lapso de tiempo de varios cientos de años apenas se acumularon sedimentos. En cambio, en BE2-U1 el volumen de conchas acumulado es mayor para un menor lapso de tiempo. Las dos dataciones obtenidas de los eventos de combustión con separación estratigráfica están relativamente cerca en el tiempo.
Pueden ser varias las explicaciones para este fenómeno. En primer lugar, la ubicación diferencial de los sondeos, en la cima de un montículo (BE2-U1), en la pendiente (BE2-U2) y al pie de otro (BE1). En segundo lugar, la procedencia de las muestras de carbón, que pueden estar envejecidas en el caso de proceder de los anillos exteriores de árboles longevos y con un diámetro máximo considerable, como el Nothofagus. El fechado más antiguo, sin embargo, procede de una muestra de D. winteri (Tabla 1). Por el contrario, el fechado más reciente de BE1 sí que requiere de confirmación, ya que procede de una muestra carbonizada de rama hallada en el Estrato 1, sobre el techo del conchal.
Ciertamente, la interpretación cronoestratigráfica de depósitos de conchero basada únicamente en fechados radiocarbónicos plantea incertidumbres (Zangrando et al. Reference Zangrando, Tivoli, Alunni, Pérez, Martinoli and Vargas2021). En BE2, en el Estrato 2 de ambas unidades, se han documentado áreas de combustión marcadas por la presencia de tierra y conchas quemadas, cenizas, carbones y delimitadas, en el caso de BE2-U1, por un posible alineamiento de piedra. Ello ha permitido documentar al menos tres ocupaciones en total. Sin embargo, en el interior de dicho estrato no se ha documentado pedogénesis ni otras alteraciones tafonómicas que indiquen un largo período de abandono, como sí se observa en el contacto del techo del conchal con el estrato superficial (Figura 4). Los restos de ave presentan un alto grado de fracturación, incluyendo fractura por trampling, aunque el período de exposición de los restos de fauna no parece muy extendido a juzgar por las evidencias de meteorización. Así pues, la gran cantidad de restos de fauna recuperados, al menos en BE2, sería el resultado de sucesivas reocupaciones durante 1.000 años.
Estrategias de subsistencia y aprovisionamiento
Las estrategias de subsistencia presentan poca variación a nivel temporal, así como una considerable homogeneidad entre sitios, lo cual es significativo dado el amplio espectro cronológico que cubren, de casi 2.000 años. De hecho, BE1 y BE2 pueden no ser sitios contemporáneos. La probabilidad de superposición entre la datación más antigua de BE1 y la más reciente de BE2 es baja (Tabla 1). No obstante, dada la extensión de los sitios y el reducido tamaño del área excavada, es necesario ser cauteloso con las interpretaciones relativas a la duración de la ocupación.
La evidencia arqueológica recuperada en ambos sitios aporta una buena imagen de la biodiversidad existente en el golfo Almirante Montt en el Holoceno tardío, al menos en los últimos 2.000 años. La recolección de moluscos parece haber tenido un papel menor, aunque importante, dado el volumen y la lenta formación de los montículos, especialmente en BE2, donde se documentaron acumulaciones conchíferas de 40-50 cm de potencia. En BE1 la potencia es menor, pero se excavó al pie de un montículo de 1,5 m de altura respecto al paleosuelo (Figura 2c). La inspección mediante barreno de los otros sitios de la isla apunta a unas potencias equivalentes de los conchales, con la excepción de W4 en donde se localizaron tres montículos, con una altitud máxima de 1,5 m. Las conchas depositadas corresponden mayoritariamente a choritos y, en menor medida, a mauchos, lapas y ostiones. Tanto la composición como el tamaño, con predominio de montículos de 50 cm de potencia, son similares a lo observado en otras áreas del golfo (Legoupil et al. Reference Legoupil, Christensen, Langlais, Lepetz and Salas2003) y de los archipiélagos occidentales (Curry Reference Curry1991; Legoupil Reference Legoupil2000).
Los estudios antracológicos sugieren un paisaje similar al observado en la actualidad, con bosques de Nothofagus sp. a lo largo de toda la secuencia de ocupación (Tabla 3). Dado el predominio actual de N. betuloides, probablemente se recolectó dicho taxón. También destaca la presencia de arbustos en ambos sitios, si bien estos eran más abundantes en BE2, así como especies asociadas a turberas y a vegetación lindera del bosque (Roig y Faggi Reference Roig and Faggi1985). La alta presencia de alteraciones por grietas de contracción y deformación de los caracteres anatómicos, así como el predominio de una curvatura débil, sugieren una tendencia hacia la selección como combustible de materiales leñosos próximos al sitio, de calibre mediano o grande, pero en estado de biodegradación.
La variedad de especies animales representadas en BE1 y BE2 indican una estrategia similar a la de otros grupos canoeros para adaptarse a las microvariaciones locales y estacionales, en el marco de una estrategia organizativa caracterizada por una movilidad elevada (Vila y Estévez Reference Vila and Estévez2006). Pese a la variedad, las estrategias de subsistencia inferidas en Diego Portales se sustentan principalmente en el consumo de aves como el cormorán y, en menor medida, el quetro, de huemul y de mamíferos marinos. Teniendo en cuenta el alto grado de fragmentación de los restos de ave, el NMI es un indicador más fiable que el NR en términos de aporte a la dieta. Ello es especialmente importante en el caso de mamíferos medianos o grandes, y en especial de lobos marinos y delfines, dado su alto contenido en carne y grasas. Estas tendencias se asemejan a las observadas en otras partes del golfo y en seno Skyring, especialmente en su parte occidental, y por tanto más cercana al seno Obstrucción y al golfo Almirante Montt, incluyendo la presencia de huemul en sitios arqueológicos localizados en islotes (Legoupil Reference Legoupil2000; Legoupil et al. Reference Legoupil, Christensen, Langlais, Lepetz and Salas2003). La distribución del huemul, como en el caso de otros animales, está limitada por sus requerimientos ecológicos y el área habitable (Lomolino y Weiser Reference Lomolino and Weiser2001), por lo que es poco probable que su presencia en Diego Portales y otras pequeñas islas fuese importante. Por su parte, la pesca ocupa un papel secundario pero destacable en BE2. El róbalo habita en aguas someras y sectores de desembocaduras, y su explotación está bien documentada en los senos Skyring y Otway (Legoupil Reference Legoupil2000; Torres y Ruz Reference Torres and Ruz2011).
Tanto en BE1 como en ambas unidades de BE2 se han identificado restos óseos juveniles de cormorán, lo que indicaría que fueron cazados antes de los tres meses de vida. Ello aporta evidencias de ocupación al menos en algún momento del verano. La captura de crías de cormorán directamente de las colonias reproductivas es una práctica bien documentada etnográfica y arqueológicamente (Lefèvre Reference Lefèvre1989, Reference Lefèvre1997). No lejos del emplazamiento de BE1 existe actualmente una cormoranera, fácilmente alcanzable mediante embarcación.
La única variación significativa a lo largo del tiempo afecta a los restos de pescado. La poca frecuencia de restos, casi ausente, en BE1 y en los niveles superiores de BE2, podría sugerir una menor importancia de esta actividad a partir del 1000 aP. No obstante, y especialmente en BE1, esta diferencia puede reflejar diferencias espaciales en el patrón de descarte de los restos de fauna. La ampliación de la excavación aportará más información al respecto.
Por otro lado, no todos los restos de fauna son necesariamente resultado de actividades de consumo. Los restos de ballena corresponden a fragmentos de herramientas desechadas una vez amortizadas. Algunos restos aislados pueden tener un origen tafonómico. Probablemente, este es el caso de un húmero de anfibio del género Alsodes cerca de la base del conchero. Dada su posición estratigráfica, es posible atribuir a este resto una antigüedad de unos 2.000 años, lo cual es relevante en términos de reconstrucción de la paleobiodiversidad de la región, ya que, hasta la fecha, no se había documentado este género de anfibios al sur de los 49°S (Charrier et al. Reference Charrier and Correa2015). También podría ser el caso de una especie de ave que no presenta trazas de consumo antrópico, como el carpinterito, abundante en los densos bosques de Nothofagus; o los dos restos de huala en BE2, cerca de la base del Estrato 2. El consumo de huala, un ave residente de ambientes lacustres en Última Esperanza (Garay et al. Reference Garay and Guineo2008), está poco registrado arqueológica o etnográficamente en Fuego-Patagonia, aunque sí hay constancia del mismo (e.g., en Isla Grande: Lefèvre Reference Lefèvre1992).
Existe ausencia arqueológica destacable en BE1 y BE2 de los grandes cisnes, abundantes en los mares interiores de la Patagonia occidental durante todo el año, aunque con mayor presencia en época de muda (fines de verano y otoño) e invernada (Garay et al. Reference Garay and Guineo2008; Gibbons et al. Reference Gibbons2007). La expedición hidrográfica inglesa en el verano-otoño de 1830 también enfatizó su abundancia (Fitz-Roy Reference Fitz-Roy1839:199). En contraste, su huella arqueológica es prácticamente inexistente, tanto en el golfo (donde únicamente se han recuperado dos restos; Legoupil et al. Reference Legoupil, Christensen, Langlais, Lepetz and Salas2003) como en seno Skyring. Ni siquiera aparece en sitios cercanos a las colonias (Lefèvre Reference Lefèvre1997).
Finalmente, también es destacable la baja frecuencia de artefactos líticos recuperados durante la excavación. Pueden ser varias las explicaciones: la ausencia de rocas adecuadas para la talla en las proximidades, una estrategia de curaduría en el que nada se dejaba abandonado, o el uso de otras materias primas para la confección de herramientas, como hueso, madera y concha. La recuperación de un núcleo en la playa de BE2 y el registro de algunas lascas en el intermareal de la bahía al sur de BE4 podrían indicar igualmente una preferencia por los espacios abiertos (e insolados) de las playas para la confección de artefactos líticos. En la vecina isla Focus se ha señalado una tendencia a la discriminación espacial entre restos líticos y restos de fauna (Legoupil et al. Reference Legoupil, Christensen, Langlais, Lepetz and Salas2003).
Integración en el patrón de asentamiento y las estrategias de movilidad canoera
El número de sitios por kilómetro de costa es un índice que ha permitido comparar la densidad de poblamiento canoero a escala local e interregional. Las prospecciones en el noreste de la isla Diego Portales muestran una densidad de 0,7 sitios/km (Figura 7). Sorprende la similitud con la vecina isla Focus, que en una superficie algo menor de 3 km2 presenta una densidad lineal de 0,6 sitios/km (Legoupil et al. Reference Legoupil, Christensen, Langlais, Lepetz and Salas2003). Aunque no es comparable a los 2,5 o incluso 4,5 sitios/km que presentan las áreas con mayor concentración del archipiélago Fuego-Patagonia, como la costa norte del canal Beagle (Piana y Orquera Reference Piana, Orquera, Calado, Baldia and Boulanger2010), la densidad de sitios en los canales occidentales es de orden menor. El seno Skyring es el área que presenta mayor densidad (1 sitio/km), aunque sólo en su costa central, siendo considerablemente inferior en los sectores occidentales y orientales (Legoupil Reference Legoupil2000). Al norte, en la costa oriental de la isla Wellington, la bahía de Puerto Edén es un núcleo de poblamiento con 0,5 sitios/km (aunque probablemente sea superior), mientras que el extremo sur del canal presenta una densidad de 0,1 sitios/km (Curry Reference Curry1991).

Figura 7. Distribución de sitios arqueológicos documentados en los mares interiores de Skyring y Última Esperanza, con indicación de posibles vías de circulación.
La diferencia de magnitud en la densidad entre los archipiélagos occidentales y orientales podría indicar una mayor diversidad de estrategias de movilidad que las consignadas etnográficamente. En ausencia de tecnología de transporte, los sistemas de movilidad definidos para los grupos cazadores-recolectores terrestres están altamente condicionados por la distribución de los recursos (Binford Reference Binford1980). Un sistema de movilidad basado en el uso de embarcaciones permite desplazamientos entre nichos ecológicos de otra manera distantes, pero requiere de condiciones de navegación y atraque adecuadas. El uso intensivo del territorio derivado de factores geográficos y topográficos resultaría en una menor densidad de sitios. En este sentido, los grupos kawésqar distinguen dos grandes áreas geográficas en el territorio de los archipiélagos occidentales: jáutok, territorio de los canales interiores que se proyecta hacia el continente al este, caracterizado por costas abruptas con playas estrechas y de pedregal; y málte, la costa cercana al océano Pacífico, donde las playas por lo general son largas y de arena (Aguilera y Tonko Reference Aguilera and Tonko2013). Mientras que la protección del viento o la pendiente de la playa no son un criterio determinante en el canal Beagle (Barceló et al. Reference Barceló, Piana, Martinioni, Burenhult and Arvidsson2002), ni aparentemente tampoco en la costa exterior del Pacífico (Laming-Emperaire Reference Laming-Emperaire1972), en los canales interiores la localización de los sitios arqueológicos está principalmente determinada, a nivel local, por la orientación en relación con el viento y la disponibilidad de playas (Curry Reference Curry1991; Legoupil Reference Legoupil2000). La misma tendencia se observa en el noreste de Diego Portales, donde los sitios se localizan cerca de playas estrechas y con poca pendiente, muy resguardadas del viento dominante del oeste y en primera línea del bosque. Además, dos de los sitios (BE4 y W4) están situados en un istmo, con buena visibilidad y acceso a dos bahías, una preferencia también observada en áreas cercanas (Legoupil Reference Legoupil2000).
Además, el registro etnográfico y arqueológico de los archipiélagos occidentales no refleja un patrón totalmente aleatorio ni de tipo point-to-point (Binford Reference Binford1980). En primer lugar, y en base fundamentalmente a la densidad de sitios, se ha diferenciado entre “zonas base” y “zonas secundarias” (Legoupil Reference Legoupil2000), o “centros regionales de ocupación” y “áreas satélites” (Curry Reference Curry1991). En el seno Skyring, la configuración geotopográfica parece haber sido un factor de peso en esta distribución del poblamiento (Legoupil Reference Legoupil2000). Ello también podría explicar el patrón en el golfo Almirante Montt. El noreste sinuoso de la isla Diego Portales e isla Focus ofrecen costas bien resguardas en áreas estratégicas, permitiendo la realización de movimientos breves a las costas del golfo, pero también cerca de determinadas rutas de navegación (Figura 7). La entrada al golfo debe realizarse por las angosturas White y Kirke, las cuales requieren de gran pericia marinera debido a unas corrientes muy fuertes. Esta característica hace de la punta noreste de la isla un emplazamiento único en todo el golfo, tal vez convirtiendo el área cercana a la angostura White en un foco de ocupación y espera obligada hasta la mejora de las condiciones de navegación. Además, es conocido por la información etnográfica y de pescadores locales la existencia de “pasos de indio” o puntos de porteo de canoa en los senos al norte del golfo (Prieto et al. Reference Prieto, Chevallay, Ovando, Belardi, Carballo and Espinoza2000).
En segundo lugar, se ha diferenciado entre “campamentos de pasaje” y “campamentos más permanentes” (Laming-Emperaire Reference Laming-Emperaire1972). Los primeros se hallarían en las áreas de baja densidad, y podrían haber sido “ocasionales” o “tradicionales” —es decir, utilizados recurrentemente para ciertas actividades cinegéticas especializadas o a lo largo de las rutas principales de navegación. Pese a las similitudes generales, en Diego Portales se observa alguna diferencia entre sitios. BE1 presenta montículos más altos, de mayor extensión (comparable a los sitios más grandes en Skyring; Legoupil Reference Legoupil2000) y una mayor densidad de restos (2,2/cm3 de sedimento frente a 1,6 y 1,2 en BE2). Esta tendencia de un sitio con ocupaciones de mayor magnitud parece replicarse en la costa occidental en el caso de W4 y recuerda a los “lugares de campamento preferencial” en cada zona arqueológica señalados en Skyring (Legoupil Reference Legoupil2000).
En tercer lugar, la etnografía de los archipiélagos occidentales recoge un patrón de movilidad estacional. Los grupos kawésqar se desplazaban en primavera, entre octubre y enero, hacia la costa exterior (málte), para explotar las abundantes colonias de aves y lobos marinos (Emperaire Reference Emperaire1955). Este movimiento este–oeste se haría a través de un área central casi desierta (Laming-Emperaire Reference Laming-Emperaire1972). En BE1 y BE2 se han documentado ocupaciones de primavera-verano. Cabe recordar al respecto que el encuentro de Ladrillero con grupos indígenas en la isla Focus ocurrió en enero (1880). Y aunque Fitz-Roy propone que la diversidad y abundancia de recursos habrían hecho del golfo un emplazamiento idóneo para pasar el invierno, la única evidencia que encuentra es un campamento con restos de construcción de canoas de corteza (Fitz-Roy Reference Fitz-Roy1839:199-200), materia prima que debe extraerse en primavera.
En este sentido, existen tres alicientes que justifican la entrada al golfo desde otras áreas de los archipiélagos, particularmente en primavera-verano. En primer lugar, el ecotono que ocupa el mar interior de Última Esperanza permitía a las poblaciones canoeras acceso a recursos terrestres como el huemul. Más al norte, los grupos kawésqar practicaban la caza del huemul durante el invierno, momento en que estos animales se acercan a la costa (Aguilera y Tonko Reference Aguilera and Tonko2013). Pero en la costa patagónica de Última Esperanza, bautizada a la razón como las Llanuras de Diana por el lugarteniente Skyring, el huemul era muy abundante en otras épocas del año (Fitz-Roy Reference Fitz-Roy1839; Ladrillero Reference Ladrillero1880). En segundo lugar, y si bien la madera es abundante en muchos lugares de la región, no lo es tanto en árboles de fuste largo y recto y de dimensiones adecuadas para la extracción de la corteza necesaria para la construcción de las canoas. En Diego Portales, por ejemplo, la existencia de frondosos bosques de Nothofagus está indicada tanto por los estudios antracológicos como por la actividad de un aserradero en el siglo veinte. Además, durante las prospecciones se pudo documentar un bosque vivo actual de entre 14 y 21 m de altura, con árboles muy rectos, sugiriendo la condición de sitio estable que permite el crecimiento en altitud y rectitud de los árboles. Finalmente, un tercer factor gravitante pudo ser la interacción social con otros grupos cazadores-recolectores. Después de superar la barrera del campo de hielo sur, Última Esperanza es la primera zona en que se pueden realizar intercambios con los grupos terrestres de la estepa patagónica. Teniendo en cuenta las condiciones del terreno y climáticas, se ha propuesto que el acceso por tierra desde el interior a la costa de Última Esperanza habría sido mucho menos practicable en invierno (Pallo Reference Pallo2016). De nuevo, los datos etnohistóricos son interesantísimos en cuanto a la presencia de huellas de caballos en la costa oriental del golfo (Fitz-Roy Reference Fitz-Roy1839:199). La circulación de materiales está bien documentada en numerosos contextos de cazadores-recolectores marítimos en Skyring, Otway y el estrecho de Magallanes. Es el caso de la obsidiana verde, cuyo origen geológico, aunque desconocido, probablemente se halle en territorio canoero (Morello et al. Reference Morello2015), pero que también se documenta en contextos de cazadores-recolectores terrestres en Última Esperanza (Stern y Prieto Reference Stern and Prieto1991).
Conclusiones
Las intervenciones arqueológicas realizadas en el extremo noreste de la isla Diego Portales (Última Esperanza, Magallanes, Chile) han permitido documentar la presencia de poblamiento cazador-pescador-recolector durante el Holoceno tardío final. Estas ocupaciones se concentran en la costa oriental, al norte de la Bahía Easter, y en la costa occidental, en una profunda bahía que se abre hacia el canal White.
Los resultados evidencian estrategias de subsistencia y patrón de asentamiento característico del modo de vida canoero, similar al documentado en otras áreas de los archipiélagos occidentales. En los sitios de BE1 y BE2 se explotó la amplia diversidad de recursos marinos, pero también terrestres, como el huemul, que concurren en el ecotono de Última Esperanza. La disponibilidad de embarcaciones y la buena navegabilidad habrían permitido una alta movilidad dentro del golfo, facilitando la obtención y el transporte de recursos. Es el caso del huemul, cuya presencia en la isla es ecológicamente poco probable, pero que abunda en las costas del golfo. El poblamiento se concentra en determinadas áreas del golfo, aunque sin los marcados contrastes del seno Skyring, en lugares protegidos de la costa y con características geotopográficas similares. Así, al menos entre los 2000 y 1000 aP, el noreste de Diego Portales fue un foco de ocupación en el sector occidental del golfo, como sugiere la densidad de sitios y las sucesivas reocupaciones de BE2. Un factor fundamental debió ser su posición estratégica, pues la isla representa un cuello de botella en la ruta de acceso desde y hacia los archipiélagos occidentales.
Como sucede en el seno Skyring o el canal Messier, la evidencia arqueológica sugiere un sistema de movilidad complejo, que combina estrategias de movilidad tanto oportunistas como logísticas. Además, la disponibilidad de embarcaciones pudo permitir la movilidad entre áreas geográficamente separadas y relativamente distantes, abarcando la región de los mares interiores o incluso el conjunto de los archipiélagos occidentales. Etnográficamente, se conoce el desplazamiento primaveral de las comunidades kawésqar desde los canales interiores hacia los archipiélagos del Pacífico, aunque este modelo no se puede proyectar directamente hacia el pasado. Los recursos animales y vegetales del mar interior de Última Esperanza, así como las oportunidades de interacción social con grupos terrestres, debieron ser especialmente atractivos en primavera-verano. La evidencia arqueológica y etnohistórica presentada en este trabajo sustenta ocupaciones en esta época del año. Por el contrario, la ocupación del golfo durante el invierno, aunque no es descartable, no se ha podido confirmar.
En cualquier caso, la colonización europea comportó el abandono de los mares interiores, incluido Última Esperanza, por lo que el sistema de movilidad canoero pudo ser afectado. También debió influir la introducción de nueva tecnología de transporte en tiempos históricos, como la canoa de tablas, provocando el abandono del uso de la corteza como materia prima, y aportando seguridad a la navegación en áreas más inhóspitas, como la costa exterior del Pacífico.
Agradecimientos
Este trabajo se realizó en el marco del proyecto 55-T002018N0000043077, “Prospección arqueológica de un antiguo astillero fueguino: Campamentos kawésqar en Bahía Easter (Última Esperanza, Magallanes, Chile)”, financiado por la Dirección General de Bellas Artes MCD-España. Proyectos arqueológicos en el exterior (2018), desarrollado en colaboración por la Universidad Autónoma de Barcelona (España) y la Universidad de Magallanes (Chile). Las investigaciones fueron autorizadas por el Consejo de Monumentos Nacionales (Ord. N° 001339, 2 de abril de 2019, Chile), y el apoyo financiero y logístico de la Fundación Prisma Austral (Chile). Agradecemos a Paola Grendi, directora del Museo Regional de Magallanes (Punta Arenas, Chile). Finalmente, agradecemos a los tres revisores anónimos por sus valiosos comentarios. A menos que se indique lo contrario, todas las figuras y fotografías son de los autores.
Declaración de disponibilidad
El material arqueológico está depositado y disponible para su consulta en el Museo Regional de Magallanes (Punta Arenas, Chile). En caso de que sean necesarios datos más detallados, estos pueden ser solicitados del primer autor.