En este trabajo, Araceli Tinajero ofrece una interesante historia de la cultura hispanohablante en Japón en las tres últimas décadas. La autora, además de aportar detallada información bibliográfica, se acerca de primera mano a quienes han tenido un papel relevante en el desarrollo de los diversos campos culturales que abarca el estudio, ofreciendo tanto documentación académica como entrevistas personales. Este acercamiento “desde dentro” al corpus que se analiza es un rasgo destacable del trabajo. A todo ello se ha de sumar una serie de curiosidades culturales, datos históricos, sociales, demográficos y económicos que ayudan al lector a mejor entender las relaciones del mundo hispánico con el nipón y el papel que la cultura en español está jugando en Japón en las últimas décadas.
En el primer capítulo (19–84), Tinajero repasa la labor de algunos traductores destacados de literatura japonesa al español, entre los que destaca a las traductoras españolas Montse Watkins y Elena Gallego Andrada. Se detiene también en la labor del profesor venezolano Gregory Zambrano, quien se ha interesado por las traducciones al japonés de las grandes obras de la literatura hispanoamericana. La autora recoge la experiencia vital en Japón de estos y otros intelectuales de diversas nacionalidades, a quienes considera agentes interculturales entre el mundo nipón y el hispánico.
El segundo capítulo (85–176) ofrece una visión panorámica de los medios de comunicación en español implantados en Japón. En prensa, Tinajero destaca el periódico International Press que apareció primero en portugués dirigido a la comunidad nipo-brasileña pero que, desde el año 2000, se publica en español. Este semanario es una referencia dentro de los medios de comunicación en español. Su éxito se debe a la fuerte interacción con sus lectores a los que anima a publicar opiniones y consultas. El periódico tiene una sección cultural donde se tratan los más diversos temas, desde literatura y música hasta cine, geografía y cultura japonesa. Además, Tinajero da cuenta de la línea editorial, estructura y contenido de otras nueve publicaciones periódicas resaltando el vigor que la prensa escrita en español tiene en Japón. Esta sección finaliza ofreciendo un panorama de la radio como medio de comunicación de gran vitalidad entre la comunidad hispanohablante y hace un recorrido analítico por diez emisoras que retransmiten en español.
El tercer capítulo (177–226) se centra en música, danza, festivales y asociaciones relacionadas con el mundo hispánico para relatar y analizar cómo, desde la década de los 50, la cultura más popular, principalmente musical de España e Hispanoamérica ha cautivado al público japonés–flamenco, tango, salsa, etc. Interesa especialmente el análisis de la fusión de bailes y músicas hispánicas y japonesas en un original sincretismo cultural; se destaca la fuerte influencia de la música cubana en Japón. Al contar con precisión la historia de estas manifestaciones culturales, y de los grupos de inmigrantes que las forman, Tinajero detalla cómo la cultura en español se ha ido implantando en ciertos sectores de la sociedad japonesa a través de academias y asociaciones de música y baile.
El capítulo final (227–80) se centra en la literatura en español producida en Japón por escritores de España y Latinoamérica. Se ofrece así una visión de quienes conocen el país desde dentro. Tinajero analiza de forma transversal los temas principales de sus relatos—ciudad, tecnología, soledad, cotidianidad, mundo laboral, nostalgia, suicidio, etc.—para dar idea de las principales preocupaciones de estos escritores. El capítulo termina con una revisión de las bibliotecas que contienen catálogos relacionados con la literatura y cultura hispánica.
En conclusión, hemos de dar la bienvenida a un estudio que pone de relieve la desconocidísima historia de lo hispánico en Japón. Esta investigación será un trabajo de referencia para quienes en el futuro se ocupen de las relaciones entre Japón y el mundo hispánico.