Christine Walker ofrece un libro original y polémico. Una obra que pone en discusión los cimientos de la interpretación dominante sobre la esclavitud y el colonialismo en el Caribe. Como advierte Walker la historiografía hegemónica ha presentado a ese mundo como hipermasculino, protagonizado por piratas, colonos, militares, comerciantes y plantadores. Las mujeres, salvo excepciones, suelen ser vistas como actoras de repartos, pasivas y como víctimas de la esclavitud y de la violencia sexual. Sin negar el horror del sistema, Walker se ha propuesto alterar esa narrativa tradicional poniendo a las mujeres libres y libertas, europeas, euro-africanas y afrodescendientes en el centro de la escena. Ha pretendido mostrar que en el caso de Jamaica durante el período 1670-1760, estas jugaron un papel clave en el devenir de aquella colonia y del imperio británico.
Dicha tarea no resulta sencilla debido a lo novedosa de la hipótesis y a la escasez de fuentes y bibliografía que apunten ese sentido. Sin embargo, la autora logra superar esas dificultades a partir de un importante esfuerzo de investigación y de una gran creatividad analítica. Su trabajo se basa en un amplio y variado tipo de fuentes de archivos de Estados Unidos, Jamaica e Inglaterra, especialmente en testamentos y correspondencia escritas por mujeres. Pero también utiliza otras fuentes que lee a contrapelo, poniendo en tensión la lógica patriarcal del archivo imperial. Walker tiende a concentrarse en el recorrido biográfico de algunas protagonistas, pero no realiza una microhistoria sino que a partir de ellas presenta un cuadro general de su objeto de estudio.
Una de las hipótesis centrales del libro es que debido a la falta de costumbres arraigadas, de instituciones sólidas y a las necesidades de la colonización se fue constituyendo un orden alternativo al metropolitano. Un orden opresivo, sumamente duro para los y las esclavizados, pero más flexible en sus lógicas de género con respecto a las mujeres libres europeas, euro-africanas y afrodescendientes. Desde el comienzo de la conquista las mujeres que fueron arribando crecieron al calor del desarrollo de Port Royal. Trabajaron como domesticas, lavanderas, comerciantes, administradoras de tabernas, prostitutas, etc. Varias de ellas, mediante distintas vías, lograron acumular riquezas y esclavizados. El haber sido catalogados como bienes muebles resultó clave para que las mujeres pudiesen comprarlos y beneficiarse del sistema esclavista. Aquí reside otra de las hipótesis fundamentales de Walker. Las mujeres libres no sólo fueron esclavistas, sino que paradójicamente, lograron empoderarse y conseguir independencia económica y social gracias al desarrollo de aquella institución.
Al auge de Port Royal le siguió su destrucción con el terremoto de 1692 y Kingston vino a reemplazarla como centro económico de Jamaica. En aquel proceso, nuevamente las mujeres jugaron un papel fundamental y Walker analiza el recorrido de múltiples figuras que consiguieron amasar fortunas participando del comercio transatlántico, el contrabando y el corso contra de los españoles. La consolidación y ampliación de la esclavitud y de las plantaciones durante aquel período tuvo a las mujeres también como protagonistas. No sólo fueron administradoras, sino que incluso llegaron a ser dueñas de plantaciones y de hatos ganaderos. Sus propiedades eran más modestas y con menos esclavizados que la de los varones, pero no por ello menos importantes y dinámicas. Incluso eran considerablemente más ricas que la mayoría de la población británica. Asimismo, como dueñas de cautivos se mostraron muchas veces implacables, aunque también establecieron relaciones más cercanas con algunos de sus esclavizados.
Particular atención les presta a los testamentos. Analizándolos sistemáticamente muestra los patrones por los cuales las mujeres lograron beneficiarse de las herencias, así como favorecer a sus parientes femeninas. Allí reside, en su opinión, una de las claves del devenir de aquel grupo social. Otro eje que aborda es las relaciones de pareja mostrando que en Jamaica reinaba una cultura más permisiva y menos controlada por la iglesia, por la cual la mujer libre se encontraba menos sujeta a las lógicas patriarcales reinantes en Europa. Resultaban entonces, numerosas las parejas informales y los hijos ilegítimos. El bautismo aparecía como una manera de formalizar aquellos nacimientos, darles reconocimientos y derechos. Además, no eran pocas las relaciones entre colonos y esclavizadas que derivaban en la manumisión, así como los vínculos entre mujeres libres y afrodescendientes.
El último tema que aborda son las manumisiones. Estudiando una gran cantidad de casos, muestra que las mujeres eran más propensas a manumitir a sus esclavizados incluso cuando poseían menos que los varones. Asimismo, tendían a beneficiar a las mujeres esclavizadas engrosando de esa manera al pequeño grupo de libertos y al sector social de las mujeres libres.
Rico tanto en detalles como en su rigurosidad analítica, es un libro fascinante y provocativo que pone en tensión el relato dominante y que nos abre a un mundo mucho más complejo y contradictorio de lo que habíamos creído.