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Conquest of Guatemala - Fear in the Land: Pedro de Alvarado and the Conquest of Guatemala, 1520–1541. By W. George Lovell, Christopher H. Lutz, and Wendy Kramer. Norman: University of Oklahoma Press, 2020. Pp. 174. $32.95 cloth.

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Fear in the Land: Pedro de Alvarado and the Conquest of Guatemala, 1520–1541. By W. George Lovell, Christopher H. Lutz, and Wendy Kramer. Norman: University of Oklahoma Press, 2020. Pp. 174. $32.95 cloth.

Published online by Cambridge University Press:  28 June 2021

Bernat Hernández*
Affiliation:
Centro de Estudios de la América Colonial Universitat Autònoma de Barcelona, Spain Barcelona, SpainBernat.Hernandez@uab.cat
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Abstract

Type
Book Review
Copyright
Copyright © The Author(s), 2021. Published by Cambridge University Press on behalf of Academy of American Franciscan History

Para Bartolomé de las Casas, Pedro de Alvarado (1485–1541) fue el “tirano capitán” que encadenó “carnecerías tan inhumanas” en la conquista de Guatemala. Un apologeta de los conquistadores como Fernando Pizarro y Orellana fustigó su codicia, hasta el extremo de excluirlo de los «famosos de la fama» que integraban el repertorio de sus Varones ilustres del Nuevo Mundo (1639). Fue «precursor of certain German Nazis», según una carta de 1953 escrita por Franz Termer citada en este libro (43n15). La obra que comentamos, que es una ampliación de la versión española de 2006, se mantiene en estas interpretaciones consensuadas sobre Alvarado como un “fertile progenitor” de “corruption, impunity, deceit and subterfuge, ruthless exploitation, intimidation by terror, and blatant disregard for the rule of law” (xiii). Más allá de una maldad congénita del personaje, la dureza de la conquista de Guatemala estuvo relacionada con la fragmentación política del territorio tras la desaparición del imperio quiché, con diversos reinos enfrentados entre sí. Aunque el ciclo de danzas de la conquista en torno al caudillo Tecún Umán fuera legendario y quiso equipararse con los de Moctezuma y Atahualpa, no existió en Guatemala un líder o un reino cuya sola caída permitiera el control español. La victoria inicial sobre los quichés se logró gracias a la alianza de las tropas tlaxcaltecas y españolas con los tornadizos cakchiqueles, que se alzaron contra los conquistadores entre 1524 y 1530. El sometimiento posterior de estas etnias y de otras como mames, poqomames o tzutuhiles, comportó una serie de avances, retiradas, victorias y nuevas revueltas que dan título a los epígrafes del libro.

La conquista de Guatemala parece presentarse al modo tradicional, e incluso hay un cuadro cronológico que abarca desde la matanza del Templo Mayor hasta la muerte de la viuda de Alvarado. Pero el punto de vista es decididamente original, haciendo determinantes a los nativos como fuerza aliada (los dibujos en tinta de la Historia de Tlaxcala del cronista Diego Muñoz Camargo del anexo sirven como buena ilustración), pero también como focos de resistencia, hábiles en identificar las debilidades de los conquistadores y tenaces en aprovechar las oportunidades ante el régimen de dominación, trabajo y tributo impuesto. En el libro hay un trabajo documental preciso en esta orientación indigenista, con el aprovechamiento de los Libros del cabildo o de fuentes inéditas, encontradas en esos hallazgos archivísticos, experiencias “such epiphanies” (155), con los que se dilucidan las motivaciones nativas. En un ejercicio de justicia histórica, se rehabilita la identidad de Cahí Ymox y Belehé Qat, los caudillos del alzamiento de 1524 confundidos en nombre y nación por cronistas e historiadores desde el siglo xvii.

A su vez, en esta perspectiva coral de la obra, las acciones de Pedro de Alvarado se comprenden mejor si se tiene en cuenta la influencia de la fratría y demás familiares que le rodeaban: Jorge de Alvarado, Gonzalo de Alvarado, los dos Juan de Alvarado . . . Los autores aportan asimismo un cuadro de los desplazamientos del Adelantado entre 1524 y 1541 (114–115). La excelente colaboración de dos geógrafos y un historiador se pone en evidencia con lo valioso de este enfoque. En realidad, durante el período álgido de dos décadas de conquista, Alvarado sólo estuvo presente en Guatemala seis años y medio. El análisis geobiográfico que se aplica en la obra nos permite comprender su vida en términos no lineales y, con ello, también separar el sometimiento de Guatemala de una interpretación conducida a partir de la exclusiva figura del Adelantado y apostar por el análisis de la conquista como un proceso en curso y reversible en determinados episodios (67–69). Este mapa de la vida de Alvarado que recorre México y las tierras mesoamericanas desde El Salvador a Panamá, Ecuador, Perú, viaja en dos ocasiones a España y planea la armada al mar del Sur, nos remite también a la importancia de las movilidades amplias en el siglo xvi que suponían mucho más que trasladarse de un lugar a otro, pues implicaban una experiencia de negociaciones en una red de conexiones que trascendían la voluntad individual y resultaban definidoras de iniciativas forzadas o, más o menos, negociadas. Esta ubicuidad de Pedro de Alvarado en escenarios distintos, al desvincularlo de Guatemala, lo convierte en sujeto de futuras aproximaciones biográficas en las que se contextualice su actuación en Guatemala, y que quizá ayuden a armonizar la imagen del conquistador atroz con la del gobernador sensibilizado ante las epidemias que diezmaban indios y negros en el territorio, como se colige de las las misivas intercambiadas por Alvarado con el monarca o con el tesorero real Pedro de los Ríos entre septiembre de 1532 y junio de 1533, estudiadas por W. George Lowell y David N. Cook, en las que el peor y más impune de los conquistadores acababa reconociendo que con la supervivencia de los nativos tenía mucho más a ganar que a perder.